portada-pistoleros La guerra entre bandas de narcotraficantes ha recrudecido a niveles extremos en la población La Legua de Emergencia. Al punto que la directora del colegio Manuel Vicuña ha debido atrasar la salida de los niños por las balaceras que desatan un fuego cruzado a cualquiera hora del día y que ya han dejado muertos y heridos inocentes. Pero los carabineros no entran. No tienen vehículos blindados ni personal para enfrentar a los “soldados” de los narcos que hoy se disputan el mando de una población bajo su total control. Estos son los nombres de los pistoleros que desatan el terror.
Sólo ocho años de vida tiene el colegio Manuel Vicuña en la Legua de Emergencia. Una historia corta pero intensa que lo ha convertido en un oasis para los niños que ahí estudian, en medio de una de las poblaciones más violentas de Santiago. Sus más de tres mil habitantes viven prisioneros del terror que desatan las guerras entre bandas que trafican droga y cuyas armas pasan de mano en mano. CIPER recorrió sus cinco cuadras y 11 pasajes más peligrosos y publicó en enero una radiografía a fondo, cuyo título “La dictadura de los narcos que se adueñaron de La Legua”acapara hoy la atención tras la denuncia del párroco de esa población, el sacerdote francés Gerard Ouisse, por las balaceras en esa superficie explosiva que ha tenido en jaque las políticas públicas de seguridad durante los últimos diez años.
De esa violencia sabe cada día la directora del colegio Manuel Vicuña, Eloisa Espinosa. Pero nunca había visto los niveles a que llegó el pasado 15 de marzo y que la hizo por primera vez pedir resguardo policial para proteger la vida de sus 324 alumnos. Hoy, desde su colegio atrincherado, reflexiona sobre el difícil momento de inflexión que vive La Legua.
Eloisa Espinoza recuerda con orgullo que, cuando la fundación Belén Educa decidió abrir el colegio en esa población, se les planteó un enorme desafío. El balance le indica que más de cinco generaciones han egresado de 4º medio, muchos de ellos siguiendo estudios superiores. En el 2009, por ejemplo, el 100% de los alumnos del último año egresaron, de los cuales el 73 % siguió estudios superiores y el 23% se encuentra trabajando.
Nada de eso era siquiera imaginable hace ocho años, en los inicios del colegio, cuando el sueño que se repetía en boca de los alumnos era ser futbolista.
-Cuando uno les replicaba que había que pensar en algo más porque podían no ser buenos para la pelota, algunos respondían: “¿Para qué estudiar?, si aquí en la población hay gente que gana mucho dinero sin estudios y sin trabajar”. Y era evidente que se referían a la vida de los narcotraficantes –dice la docente.

EL ASALTO DE LAS BANDAS

Con satisfacción la directora del colegio exhibe el progreso demostrado por sus alumnos en las pruebas SIMNCE de Lenguaje, Matemáticas y Ciencias, con puntajes por encima de los 200 puntos en 2010.
-Los primeros años no fue fácil crear el hábito en las familias de que sus niños tenían que asistir a clases. Hoy, por el contrario, los padres nos dicen que sienten que el colegio es el lugar mas seguro de La Legua. Son ellos el principal incentivo para la asistencia a clases que alcanza al 93 % -cuenta Eloisa Espinoza.
Todo ello tuvo un corte el pasado martes 15 de marzo. En los ocho años al frente del colegio, su directora nunca había vivido una situación tan extrema. Al punto de tomar la decisión de salir y llegar hasta la 50ª Comisaría de Carabineros para pedir con urgencia que enviaran policías a la puerta del establecimiento, con el fin de resguardar la salida de los niños.
-Eran cerca de las 15:15 cuando empezó una balacera entre pandillas del sector. Se disparaban desde los techos de las casas en un fuego cruzado de lado a lado de la calle y de un pasaje a otro. Las balas iban y venían desde el pasaje Zárate Sur a Sánchez Calchero Sur. Algunos proyectiles llegaron hasta la puerta del colegio. Llamamos a Carabineros al teléfono del cuadrante. Al principio nadie respondía, y cuando respondieron y dijeron que vendrían, llegaron una hora más tarde de la primera llamada. Por esa razón tomamos la decisión de autorizar la salida de los niños del colegio 45 minutos más tarde de lo habitual –relata la directora.
Al día siguiente, convocó a una reunión de padres. Llegaron trescientos apoderados. El tema central fue impartir instrucciones para enseñarles a niños y adultos qué hacer para evitar ser herido con las balas perdidas en esta guerra de bandas que ha recrudecido. Se adoptó una decisión de emergencia: en caso de balacera, el colegio cerrará las puertas resguardando la integridad de sus alumnos. En cuanto a los padres, éstos permanecerán en sus casas hasta ser avisados por el colegio de que pueden ir a buscar a sus hijos. Un llamado que sólo se hará efectivo una vez que la policía haya controlado la situación.
Dada la respuesta tardía que obtuvieron de Carabineros en el tiroteo del 15 de marzo, decidieron dar un nuevo paso. Y ello, porque tanto la directora del colegio como los vecinos de La Legua de Emergencia, saben que la policía no llega hasta la población. Se sienten absolutamente desprotegidos. Por eso, Eloisa Espinoza se presentó en la 50ª Comisaría de San Joaquín llevando una carta en la que solicitaron “resguardo policial a la entrada y salida del colegio y que la policía no se retire del lugar cuando comienzan las balaceras”. Junto a la carta, llevaba una de las balas que terminaron en la puerta del colegio el pasado martes 15.
La respuesta del mayor de Carabineros, Gonzalo Cortés Zapata, no la sorprendió. El oficial le informó que desde que se puso término a la intervención policial en La Legua, esa Comisaría no tiene recursos para mantener personal de control permanente en el sector. Le dijo también que antes contaban con dos furgones blindados para esa tarea y que ahora sólo tienen uno. Y que sin vehículo blindado no puede patrullar las calles de La Legua de Emergencia al momento de las balaceras.
-Ojala se tomen en serio la carta de la directora y de verdad decidan protegernos. Porque los carabineros parece que les tienen miedo a los delincuentes. Siempre que hay balacera, si están cerca se retiran. Y si no lo están y uno los llama, se tardan horas en llegar hasta que la balacera terminó –señala M.R. (42 años), apoderada del colegio.
CIPER lo constató en terreno dos días después del incendio de la Cárcel de San Miguel, cuando en La Legua de Emergencia se realizó el funeral de Israel Díaz Martínez (21), vecino de la población y quien murió en ese incendio. Al momento de sacar en andas el cajón a la calle, varios de los asistentes sacaron sus pistolas y comenzaron a disparar indiscriminadamente al aire. Un furgón blindado de Carabineros (GOPE) que se encontraba a sólo dos cuadras del lugar, se retiró rápidamente.
Cuando el fiscal Alejandro Peña afirmó que esperaba que pronto “se restableciera el imperio del derecho en La Legua”, no lanzó un exabrupto. Las calles de esa población y sus habitantes son testigos de aquello. Desde enero del 2009 hasta lo que va corrido de 2011, en La Legua de Emergencia han muerto 15 personas víctimas de “balas locas” y ajustes de cuentas entre narcotraficantes. Sólo en estos últimos dos meses ya van tres muertos y, al menos, tres personas heridas por balas perdidas. Entre ellas, una niña de sólo 9 años.
Manuel Pereda Gálvez, de 62 años, es una de las últimas víctimas inocentes de los pistoleros que siguen recorriendo armados y en total impunidad las calles de La Legua de Emergencia. El simple deseo de fumarse un cigarrillo en la puerta de su casa casi terminó con su vida.
-El sábado 19 de marzo yo había llegado como de costumbre a mi casa alrededor de las siete de la tarde de mi trabajo. Me duche, cené y salí a fumarme mi cigarrito a la puerta para no molestar a mi hermana que está delicada de salud. Prendí el cigarro y al momento que me lo estaba llevando a la boca sentí un fuerte golpe en la mandíbula que me tiró al suelo. No perdí el conocimiento, pero tampoco sabía qué me pasaba. Intenté levantarme y me di cuenta que estaba perdiendo sangre. Volví a caer al suelo. Sólo en ese momento escuché a lo lejos unos disparos. Ahí me di cuenta que me había llegado una bala perdida. Mi hermana salió y me vio con mucha sangre. Fue ella quien empezó a llamar a los carabineros que se tardaron más de una hora en llegar. Yo ya había perdido mucha sangre. Me subieron al furgón y me trajeron al hospital Barros Luco. Dios me dio otra oportunidad –relató Manuel a CIPER.
Con sus 62 años, Manuel Pereda es como la mayoría de la gente que vive en la Legua de Emergencia y que carga con el estigma social de vivir allí: un hombre de trabajo. De lunes a viernes se desempeña como jardinero para una empresa que presta servicios a la Municipalidad de San Joaquín. Y para completar el mes, los fines de semana repara bicicletas y hace “pitutos” como electricista.
-Vivo con mi hermana, que está muy enferma y necesita 35 mil pesos al mes para sus remedios. Así que yo no puedo darme el lujo de dejar de trabajar. Pero jamás pensé que me podía pasar esto… Toda mi vida ha sido de esfuerzo y trabajo –dice Manuel.
Desde su cama de hospital, lo que más le inquieta hoy a Manuel es haber dejado sola a su hermana. No poder ayudarla lo angustia más que el resultado de la cirugía a la que debe someterse. El médico le ha dicho que tienen que reemplazar la parte izquierda de su maxilar ya que le quedó destrozado. La bala que entró por el costado de su boca, salió por la parte de atrás de su cabeza debido a que su hueso maxilar la desvió.
-¿Sabe quién o quiénes son los autores de esos disparos que dieron en su maxilar?
-No lo sé, pero nadie ha venido a pedirme disculpas y tampoco a mi hermana por tenerme aquí en la cama de un hospital sin haber tenido en mis 62 años ni siquiera un parte policial. Pero me han mandado ofrecer dinero de parte de unos cabros de la población. Les respondí que no aceptaba ni un peso de ellos.
-¿Quiénes circulan armados y disparan en La Legua de Emergencia?
-La mayoría de las balaceras se dan cuando se enfrentan dos bandas rivales o cuando hay un ajuste de cuentas de una banda con algún narcotraficante.
La afirmación de Manuel Pereda está ratificada por los hechos. El 25 de febrero un conocido pistolero y narcotraficante de La Legua de Emergencia -Heriberto Torres Arancibia (36), conocido como “El Chico Heri”-, con prontuario por tráfico de drogas, infracción a la Ley de Armas e incluso un homicidio frustrado, conducía su auto station wagon cuando en la intersección de Jorge Canning con Francisco de Zárate se cruzó con un menor de una banda rival, a quien había amenazado de muerte al igual que a toda su familia.
El menor sacó rápidamente una pistola que portaba y disparó 12 balas contra “El Chico Heri”. Una de ellas lo mató.
-Nadie se podía imaginar que pasaría esto, porque “El Chico Heri” es de los que la llevan aquí. Venía en su auto con la música alta, paró en la esquina, bajó la música y empezó a echarle la aniñá al otro, amenazándolo de que iba a matarlo a él y a toda su familia. El cabro chico no lo dudó: sacó un arma y se la descargó toda pa’ dentro del auto. Esa misma noche quedó la escoba. Fueron a la casa del cabro chico que lo mató ¡y le saquearon la casa! Por suerte no estaba ni el cabro chico ni su familia, porque conocen la ley que funciona aquí. Pero entraron, se llevaron todo y quemaron las cosas. Incluso mataron al perrito de la casa de dos balazos –relata un testigo y vecino de “El Chico Heri” a CIPER.
Dos días más tarde, el menor que cometió el asesinato se entregó a la policía. Hoy está recluido en un centro del SENAME, pero las balaceras lejos de haber terminado se han acentuado. Y la razón es parte de la ley que rige en La Legua de Emergencia: cuando muere uno de los “respetados” se inicia la disputa por quién ocupará su lugar.

ESTOS SON LOS PISTOLEROS

Varios son los pistoleros –los llamados “soldados” de los narcos- que hoy siembran el terror en las calles de La Legua de Emergencia “con gran poder de armas y a pleno día”, según han relatado a CIPER los vecinos de la población.
La nómina sólo consigna a los mayores de edad, ya que CIPER pudo comprobar que varios pistoleros son menores. Es el caso de R.R.V. (17 años), que baleó este sábado 26 de marzo a otro joven, quien permanece en su casa recuperándose del tiro que le atravesó la pierna derecha a la altura del muslo.
CIPER constató en terreno los nombres de los “soldados” más peligrosos:
No extraña entonces que el sacerdote Gerard Ouisse interpelara al ministro del Interior en una carta pública, diciendo: “En los últimos 15 días han muerto tres personas más y han sido heridas otras tantas. ¿Cuántas personas más considera que sería necesario que murieran para que ello provocara la reacción de las autoridades competentes?”. La carta finaliza: “Son las fuerzas de orden y no el narcotráfico el que tiene, según la ley, el monopolio del uso de las armas. Nos preguntamos, ¿de dónde provienen las armas y municiones?”.(Vea la carta del sacerdote Gerard Ouisse al Ministro del Interior)
La primera respuesta de la autoridad fue poner vigilancia policial a la Parroquia San Cayetano (Vea la entrevista al párroco).