Un año de educación temprana de calidad hace la diferencia en el aprendizaje infanti

 

 

 

Mejora su conducta, comunicación y relación con sus padres:


domingo, 12 de febrero de 2017

Matías Vega O.
Educación
El Mercurio

Desde el nacimiento y hasta los 5 años es una etapa clave en el desarrollo, y según un nuevo estudio realizado con niños vulnerables, una intervención especializada en esa etapa fomenta las bases para una formación más participativa.

Una intervención de 12 meses con una educación parvularia de calidad puede hacer la diferencia en el futuro de un niño. Sobre todo si se trata de menores que pertenecen a familias de bajos ingresos, concluye un reciente estudio publicado en la revista especializada Child Development.

Según sus conclusiones, se muestran más dispuestos a aprender, se comportan y comunican mejor y se estrecha su relación con sus padres. Todos estos elementos luego serían claves para mejorar su situación educacional y económica.

"Sabemos que la enseñanza temprana mejora la posterior experiencia en la escuela y sus posibilidades de no dejarla, pero quisimos saber en qué medida les ayuda un año de esta educación a tener un futuro más prometedor", dice a "El Mercurio" Noreen Yazejian, doctora en psicología educacional de la U. de Carolina del Norte (EE.UU.) e investigadora titular del proyecto. "Para ello, distribuimos aleatoriamente a 239 niños vulnerables -de entre 6 semanas y 19 meses de edad- en un programa de calidad llamado Educare y otros servicios educativos (118 en el primer grupo y 121 en el segundo), donde asistieron por un año".

Según explica la académica, al concluir el período, analizaron sus habilidades comunicativas y le pidieron a los padres que evalúen sus niveles sociales y emocionales. "Descubrimos que este modelo de centro de alta calidad tiene un impacto positivo en el desarrollo de los niños, quienes presentaron mejoras importantes al compararlos con los que fueron a centros alternativos", agrega Yazejian.

Dicho modelo funciona como una sala cuna con profesores guiados por los últimos avances en el área -para lo que están continuamente actualizados profesionalmente-, se mantiene registro de sus interacciones con los niños y además invitan a los padres a participar en el proceso. "En las salas hay tres maestros por cada ocho niños, a los que ayudan con ejercicios motores, les enseñan a contar y a comparar colores y tamaños. A veces narran las acciones de los pequeños y conversan con ellos, respondiéndoles e instándoles a comunicarse", explica la investigadora.

La psicóloga de la Fundación Educacional Oportunidad, María Virginia López, afirma que "es en esta etapa en la que se da lo que conocemos como 'apertura de aprendizaje', que es cuando los niños están abiertos a todas las posibilidades, así que es importante estimularlos". Para la experta, las habilidades del lenguaje son unas de las más importantes, porque "luego se cruzan con todos los demás que aprendan".

Estas capacidades, junto a las de socialización y las de autorregulación cognitiva (que permiten mantener la atención y contener impulsos) deben ser desarrolladas con especial cuidado hasta que los niños entren a la educación formal.

"Cuando esto ocurre, los niños llegan a primero básico exigiendo más de los profesores. No se quedan con respuestas de dos líneas. Buscan explorar y participan más", dice Perla Chávez, directora de implementación del proyecto Buen Comienzo de la misma fundación. En este proceso, la participación de los padres es importante: "Siempre cuando hablamos de educación de calidad hay que involucrar a la familia para que sigan el trabajo", sostiene.

Dado que al terminar el estudio los niños mayores no pasaban de los 3 años, una segunda fase de educación inicial aún queda pendiente. Noreen Yazejian explica: "Los seguiremos hasta los 5 años y ahí analizaremos sus habilidades académicas para predecir con mayor claridad su éxito posterior en los estudios".