vía Arístides Progulakis
Debemos partir apropiándonos de la política y de la democracia,
tomando decisiones que consistan en no permitir el gatopardismo, sino
que al contrario, buscar avanzar en que se co-legisle con los
movimientos sociales.
Entre renuncias de autoridades recientemente designadas por la presidenta electa para conformar su futuro gabinete. Entre conflictos
de intereses evidentes, giro doloso de cheques, agarrones en el metro y
otras peculiaridades de la elite política chilena. Es decir, entre escándalos, explicaciones y cuestionamientos, se nos aparece marzo.
Ahora bien, debido a las revueltas sociales que se inician el 2011 y que tienen como protagonista principal al movimiento estudiantil pero que sin embargo se ensanchan por luchas de diverso signo, nos muestran que el malestar social
que recorre las calles ha modificado el escenario de gobernabilidad de
los poderosos y la defensa de los intereses de la élite, la Iglesia y el
empresariado, poniendo sobre el tapete la agenda social que no solo
marcó los debates presidenciales sino que además tensiona el programa del futuro gobierno.
Esto parece indicar que la reducción de la democracia a la mera
acción de ir a votar por el ofertón electoral ya no parece suficiente
para asegurar la estabilidad y legitimidad de la clase política de la
transición, sino que además ya no da el ancho frente a movimientos que
buscan ser protagonistas en los cambios sociales y culturales de Chile;
claro ejemplo de ello: los legítimos cuestionamientos desde lo social a las designaciones de las subsecretarías y sus correlativas renuncias.
Y así es como se aparece marzo; por un lado con shows mediáticos por parte de la clase política que muestra su desorden y pone en cuestionamiento la supuesta cohesión al acuerdo programático de la Nueva Mayoría y por otro lado movimientos sociales y políticos que ya no entregan cheques en blanco a las autoridades electas.
En este orden de ideas, no puedo dejar de mencionar la preocupación que como MILES tenemos respecto a la designación de Jaime Burrows, nuevo Subsecretario de Salud -militante DC y opositor fundamentalista a la despenalización de aborto-
debido a que su designación rema absolutamente en contra de las
promesas electorales referidas a promover políticas públicas destinadas a
reforzar la autonomía de las mujeres, entre ellas a despenalizar la
interrupción voluntaria del embarazo en caso de peligro de la vida de la
madre, violación o inviabilidad del feto, contenidas en el programa de
la Nueva Mayoría -que según sus propios personeros recoge las demandas
sociales-. Por lo mismo, consideramos que el nuevo
Subsecretario de Salud no es interlocutor válido y menos idóneo para
promover que se legisle a favor de los derechos sexuales y reproductivos
de las mujeres, puesto que su permanencia en el cargo solo
contribuye a esclarecer un ofertón electoral, al existir una voluntad
ficticia, en principio, por parte del futuro oficialismo en querer
avanzar en dichas demandas con los movimientos sociales.
Situaciones como esta, nos llaman a no entregar marchas
blancas a la futura administración como también a no da lugar a
pequeñeces, divisionismos ni agendas paralelas. Por ello, este
22 de marzo convocamos en conjunto con muchas organizaciones a marchar
teniendo como punto de partida la lucha por los derechos de todas y
todos, porque la unidad de los sectores en una misma
movilización contribuye a profundizar la necesaria politización de
nuestra sociedad, mostrarle a los poderosos cómo vive la mayoría de
Chile y avanzar desde la autonomía de los movimientos sociales en las
reformas que desde la calle hoy constituyen la agenda social;
-educación, AVP, matrimonio igualitario, aborto terapéutico, entre
otras-
Dicho esto, a días de que comience marzo y entendiendo que en la
actualidad siguen existiendo innumerables desigualdades por las que hay
que seguir luchando en su conjunto y no en su particularidad, debemos
partir apropiándonos de la política y de la democracia, tomando
decisiones que consistan en no permitir el gatopardismo, sino que al
contrario, buscar avanzar en que se co-legisle con los movimientos
sociales, desde esas mayorías excluidas por la política
imperante y no desde meros pactos electorales sin proyectos políticos,
exclusivamente funcionales a intereses mezquinos.
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