Preuniversitarios: solución neoliberal a un problema neoliberal
El alumno cuya familia sacrificadamente pagó alrededor de 700 mil pesos para quedar en una universidad y que logra vencer a la PSU, es incapaz de enfrentar trabajos de desarrollo y argumentación o trabajos expositivos de carácter científico. Los Preuniversitarios deben comprender que su labor no se limita a que el alumno saque 700 puntos, sino que sea capaz de enfrentar su primer semestre universitario sin problemas.
Terror
ha causado en los preuniversitarios el anuncio del Consejo de Rectores
de incluir el ranking de notas en el proceso de admisión. Esto, porque
bajar el peso relativo de la PSU significa que el negocio peligra.
La Industria de los preuniversitarios ha tenido un aumento
exponencial durante los últimos años. Es más: si bien los
preuniversitarios Cepech y Pedro de Valdivia han seguido siendo los
líderes, ahora existen muchos preuniversitarios menores. Por ejemplo,
Preutech, Epuk, Surco, Preuniversitario UC. Incluso mi Universidad tiene
uno, el Preusach.
Según el diario La Tercera, “los preuniversitarios son lejos la
industria ligada a la PSU que más dinero maneja. Esto considerando los $
700 mil pesos al año que paga, en promedio, un estudiante en los
preuniversitarios más grandes del país, que concentran a la mitad de los 100 mil estudiantes que
al año toma una alternativa de preparación. (…) La otra mitad de
jóvenes que toma preuniversitarios elige alternativas más pequeñas, y paga por ellas entre $200 mil y $ 2 millones. Incluso hay algunos que son gratuitos.”
Me sorprende ver cómo aun con el proyecto de la Superintendencia de
Educación se continúe dejando afuera y a su libertad absoluta a estas
instituciones educativas de ficción creadas únicamente por la mala
calidad de la educación. El ministro debe hacerse cargo de estas instituciones y se deben regular sus matrículas y aranceles también.
En lo personal, si bien muchos de mis compañeros
optaron por hacer preuniversitario, mi familia no tenía los recursos
necesarios para financiarlo. Además quería ponerme a prueba a mí mismo. Utilicé
todas las herramientas que tenía a mi disposición, fui a la mayor
cantidad de universidades privadas cuando estas daban la posibilidad de
rendir ensayos, una vez que salí del colegio me pasé tardes enteras en
la página puntaje nacional.
A fin de cuentas, con un poco de estudio metodológico y sin pagar ni
un peso (salvo la movilización de los días en que iba a universidades
privadas a rendir ensayos).
Antes de hacer un preuniversitario, yo recomendaría utilizar una
metodología de estudio constante durante cuarto medio y si los
resultados son malos, recién entonces pensar en un preuniversitario de
año completo. Yo no recomendaría “Los intensivos”. Conozco muchos casos
de intensivos que terminaron en fracaso y se desperdició mucho dinero
para nada.
Mi primera discrepancia con los preuniversitarios se origina desde el
nombre. Si pago por un preuniversitario, lo lógico es que estoy
recibiendo un servicio que me garantizará que, una vez entre a la
universidad, tendré competencias y habilidades que me permitirán
desenvolverme con todo lo necesario para aprobar todos los ramos del
primer semestre. Pero muchas veces la realidad es diferente.
Las habilidades para que un estudiante pueda redactar correctamente
ensayos, informes, concluir e introducir temas de buena manera son
dejadas de lado. El alumno cuya familia
sacrificadamente pagó alrededor de 700 mil pesos para quedar en una
universidad y que logra vencer a aquella bestia segregadora llamada PSU,
es incapaz de enfrentar trabajos de desarrollo y argumentación
(necesario en casi la totalidad de las carreras humanistas) o trabajos
expositivos de carácter científico (necesario en la totalidad de las
carreras del área de la salud).
En mi primer semestre de universitario un 0% de las
evaluaciones fueron de selección múltiple. Realidad muy distinta a la de
mi colegio, donde puedo contar con los dedos de una mano las
evaluaciones donde había preguntas de desarrollo.
Los preuniversitarios deberían complementar su función de preparación de las PSU y comprender que su labor no se limita a que el alumno saque 700 puntos sino
que sea capaz de enfrentar su primer semestre universitario sin
problemas. De lo contrario, propongo que estas instituciones se llamen preparadoras de PSU, que es lo que realmente son.
Mi segunda discrepancia se origina en torno a las irregulares
condiciones laborales en que trabajan los docentes de estos
establecimientos. Como instituciones educativas, debería regir el estatuto docente para ellas también, pero hay
muchas injusticias que enfrentan los docentes de estas instituciones:
son despedidos durante los meses en que el negocio no funciona y
recontratados en abril. Las clases empiezan en abril, el sueldo de los
profesores se paga desde abril, pero a los estudiantes se les cobra
marzo. A ello se suman reajustes que no se condicen con la realidad del
negocio y excesiva rotación de profesores, lo que perjudica los procesos cognitivos y su efectividad.
¿Que propuestas tienen ustedes para los preuniversitarios?
Considerando que atienden a gente que no tiene una buena base, ¿deberían fijarse topes a sus precios?
——