Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

miércoles, 21 de julio de 2010

LO QUE NO SE EVALÚA NO EXISTE


Simce: Lo que no se evalúa, no existe
Cuando comencé como profesora de aula, una de las primeras cosas que aprendí me la enseñó un profesor de mucha experiencia: “Mijita, lo que no se evalúa, no existe”. Después tuve la oportunidad de confirmarlo, leyendo algunas investigaciones. Pero más allá de cualquier investigación, cada cierto tiempo ocurre algo que me hace recordar la frase de ese profesor y desde la última entrega de resultados del SIMCE, la he recordado bastante. Nuestro sistema educacional está atravesado por una intensa “cultura de la evaluación”. Tanto los profesores como alumnos y algunos apoderados, viven pensando en las pruebas de nivel, en el SIMCE y en la PSU. Me atrevo a decir que la mayoría de las decisiones al interior de casi todos los colegios, se toman pensando en alguna prueba y los resultados que esta pudiera tener.

El SIMCE es una de esas pruebas. Para muchos es como la “bestia negra” de las escuelas de Chile y cabe preguntarse si el equipo que la elabora, conoce su tremenda importancia en la vida escolar cotidiana, más allá del día en que se dan a conocer los resultados: ¿Tienen conciencia de que las señales que emiten, incluso las más mínimas, modelan decisiones a nivel de aula? Todos estamos de acuerdo en que la señal más evidente y maciza son los puntajes que cada colegio obtiene, pero cualquiera que conozca el mundo escolar por dentro, sabe que hay más que eso. A mi juicio, una de las señales más poderosas son los ejemplos de preguntas liberados en el sitio web del SIMCE y en los folletos de orientación repartidos a los colegios. Se trata de simples referencias, pero han pasado a ser la matriz única a partir de la cual muchos colegios construyen sus evaluaciones e incluso, planifican sus clases. No son pocos los colegios donde, pensando en ‘preparar’ a los niños para el SIMCE, han dejado que las preguntas de selección múltiple ‘se coman’ a las pruebas de ítems abiertos o a la elaboración de trabajos en que los alumnos produzcan texto. Y todo ello a pesar de que el SIMCE también evalúa a través de preguntas abiertas o de desarrollo.
Sin embargo, desde hace ya varios años el SIMCE mide mucho más de lo que sus preguntas liberadas muestran. Mide la comprensión de los contenidos y habilidades del marco curricular (hoy por hoy, Ajuste). Pongamos un ejemplo centrado en un área específica: la Historia. La enseñanza de la Historia en el marco curricular se encuentra acotada a una serie de contenidos, pero también traspasada por habilidades de análisis e interpretación de fuentes históricas. Como rara vez el SIMCE ha liberado una pregunta referida al análisis e interpretación de fuentes, muchos profesores han asumido que no es necesario enseñar eso. Dicho de otro modo, la evaluación ha creado realidad y lo que no se evalúa, no existe, pero ¿estamos seguros de que no se evalúa?
¿Cómo llega una pregunta del SIMCE a ser liberada? En cualquier prueba con el nivel de complejidad de ésta, cada ítem pasa por múltiples filtros de expertos que a medida que se van sucediendo, también van incrementando el costo económico. En esas condiciones, cada ítem liberado es una sangría de recursos (ítem liberado, ítem muerto, porque no puede volver a incluirse en la prueba), lo que explica el número reducido de ítems salidos a la luz pública. Entre los ejemplos para Estudio y Comprensión de la Sociedad, liberados en 2009 había (no los busquen ahora, porque los sacaron) 14 preguntas, sólo 3 de ellas corresponden a Historia y ninguna hace justicia a la profundidad de las habilidades que el marco curricular y el mapa de progreso piden para los niveles implicados. Si nos ponemos en los zapatos de los profesores, la señal dada es “el SIMCE no evalúa cosas tan profundas” y la consiguiente decisión a la hora de planificar la enseñanza, es abarcar la mayor cantidad de contenidos sacrificando profundidad y habilidades disciplinares.
Creo que este tipo de mirada ‘micro’ de lo que significa el SIMCE para la vida de los colegios, es necesaria a la hora de generar políticas en educación. Si la tenemos en cuenta, podemos comprender las razones por las que algunas de las medidas propuestas, simplemente no sirven: Aumentar la frecuencia del SIMCE, hacer semáforos con los resultados, dar incentivos económicos a los que suban los puntajes y en suma, todo lo que signifique poner más énfasis en el control por medio de los puntajes obtenidos, no mejorará el rendimiento de los colegios, ni mucho menos la calidad de la educación. Medidas como las mencionadas, sólo aumentarán el énfasis en las prácticas que los colegios ya han establecido como las necesarias para subir el puntaje en las mediciones: pasar más materia y tener más ensayos de prueba con preguntas tipo SIMCE. El sistema educacional ya “leyó” lo que significa el SIMCE, a medias, pero lo leyó; aumentar la presión por parte de las autoridades es exigir la intensificación de lo mismo que ya se ha hecho.
Lo que sí puede ayudar a mejorar es el acompañamiento. Por ejemplo, otorgar ayuda en la interpretación de los resultados, lo que ya se ha implementado a través de la construcción de los Niveles de Logro, que hasta el momento se encuentran disponibles para 4º y 8º básico. Pero eso todavía es muy poco. Necesitamos cosas que no dependen del SIMCE ni de quiénes lo elaboran, necesitamos por ejemplo, que los profesores cuenten con un acompañamiento real, con asesoría pedagógica de genuinos especialistas en educación que les ayuden a atender a los alumnos vulnerables. Mientras tanto, no está de más tener en cuenta que en las escuelas la evalua

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