Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

miércoles, 21 de julio de 2010

Evaluar no es calificar



Estamos terminando el primer semestre. Muchas estudiantes llevan sus libretas de notas a la casa, con informes de su rendimiento y las correspondientes calificaciones. Algunas recibirán premios, otros se quedarán castigadas, a otras les dirán que pueden rendir más, que sigan esforzándose. Padres y madres comentarán con otras familias las calificaciones de sus hijas. Muchos de ellos confundiendo la calificación con la evaluación de los aprendizajes. La calificación es ese juicio sobre el aprendizaje de un estudiante que se expresa en una escala de notas. Sobre estos siete numeritos se toman decisiones complejas que afectan la vida de las personas. (Podemos ver un ejemplo empírico en este excelente artículo).
Quisiera compartir con uds una metáfora. Se la escuché muchas veces al profesor Gustavo Hawes. No sé si es de él o no, pero es genial, muestra cómo la calificación puede ir por carriles totalmente alejados de la evaluación de los aprendizajes:
Un estudiante de pilotaje de aviones va a rendir su examen para obtener la licencia oficial de pilotos. El examen consiste en algo simple: primero debe despegar, segundo mantener el avión en el aire y tercero aterrizar. Para obtener su calificación la comisión evaluadora asignará una nota a cada una de las tres etapas y luego dividirá el resultado en tres por considerar que cada etapa es igualmente importante en el desempeño de un piloto de aviones. Se considerará aprobado con nota superior a 4,0.
El estudiante despega sin problemas. La comisión califica el despegue con un 7.0. En la segunda etapa no sólo mantiene el avión en el aire sino que realiza tres increíbles piruetas. La comisión le agrega otro 7.o. Finalmente, y al momento de aterrizar, el estudiante pierde el control de la máquina y se estrella contra la pista de aterrizaje, escapando con suerte del avión. Tras verificar que salió ileso, la comisión califica el aterrizaje con la nota mínima: 1.0.
La comisión se reúne a deliberar. ¿Deben entregarle la licencia para pilotar aviones? Según el modo en que se evalúa en la mayoría de los colegios de Chile, ese estudiante merece su licencia: (7.0+7.0+1.0)/3=5.0. Una calificación considerada buena aunque no excelente. No importa si el desempeño no es el adecuado. Da lo mismo si se estrella contra al cancha de aterrizaje o si el día de mañana mata a 300 pasajeros.
Las universidades chilenas prestigiosas, reciben año a año estudiantes que han aprobado sus exámenes con altas calificaciones, han rendido la PSU con honores; sin embargo, las académicas y académicos ven estupefactos como presentan dificultades en áreas críticas como son capacidades de comprensión lectora, expresión oral y escrita, capacidad de síntesis, de relacionar, aplicar y realizar análisis críticos. Se han estado estrellando contra la pista y aprobando con éxito. No quiero desmerecer las calificaciones de buenas estudiantes, tan sólo preguntar que es lo que realmente significan.
Tal vez es momento de preguntarse, con independencia de las calificaciones que su hija trajo a la casa. ¿Qué aprendió este semestre?

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