Liceo Augusto D´Halmar y el falso éxito detrás de los resultados de la PSU
En la última semana, como sucede todos los años, se
han debatido y analizado los resultados de la PSU y la gran diferencia
que existe entre el sector privado y el público. Este año además se ha
enfatizado tendenciosamente sobre la salida del Instituto Nacional del
ranking de los 100 primeros colegios con mejor promedio de sus
generaciones en la prueba de selección, siendo superado por segunda vez
consecutiva por el Liceo Augusto D’Halmar de Ñuñoa. A partir de esto me
gustaría analizar dichos resultados y cómo se relacionan con las
consecuencias que ha tenido la privatización del sistema educacional en
la educación pública.
La privatización promovida en la educación chilena no
sólo se observa en el bajo porcentaje de la matrícula municipal, sino
que también en la tendencia a adoptar dinámicas que asemejan a los
establecimientos públicos con instituciones privadas. Los resultados de
la PSU arrojados hace pocos días ejemplifican lo recién expuesto, puesto
que con visibilizar las enormes brechas entre los distintos tipos de
establecimientos, también demuestran que son los colegios municipales
que más seleccionan y excluyen aquellos que logran los mejores
resultados.
Uno de los casos más visibles es el Liceo de Augusto
D´Halmar. Los distintos medios han destacado su proyecto educativo como
la principal causa del sustantivo aumento tanto en su puntaje PSU como
en el SIMCE. No obstante, dicho incremento se debe a lo que ha sido una
exageración de las tendencias a excluir y seleccionar que se encuentran
en nuestro sistema educativo. El Liceo Augusto D´Halmar se caracteriza
por tener un sistema piramidal que permite el ingreso de 6 cursos al
inicio de la enseñanza media, pero solo el egreso de dos cuartos medios
al final de la misma etapa escolar, los cuales son seleccionados a
partir de su rendimiento académico y separados por curso bajo el mismo
criterio a lo largo de su enseñanza. Esto implica que de los cerca de
240 estudiantes que ingresan todos los años, solo un aproximado de 60
rinde a nombre del establecimiento la PSU, mientras que el resto debe
emigrar a otros establecimientos debido a la cancelación de su
matrícula. Esta situación es similar a la descrita por las autoridades
del colegio Cambrigde College sobre el mecanismo que los llevó a obtener
el mejor puntaje: la selección de sus estudiantes y, en consecuencia,
la exclusión de quienes no cumplen con sus estándares académicos o
socioeconómicos.
Lo público supone un espacio soberano del cual nadie
puede ser excluido por sus cualidades particulares o, en este caso, por
un rendimiento académico que en muchos casos es explicado por razones
que escapan a las reales capacidades del estudiante. Sin embargo, el
financiamiento a la demanda en el cual se funda el sistema educacional
chileno promueve la competencia entre establecimientos por los recursos
del Estado, lo cual ha implicado el progresivo cierre de colegios y
liceos municipales que no pueden competir con establecimientos privados
que cuentan con una serie de ventajas en la rendición de pruebas
estandarizadas producto precisamente de la segregación escolar. De esta
manera, el “éxito” de los liceos municipales que se encumbran en los
distintos rankings ha sido a costa del sacrificio de una parte
importante de lo que los hace públicos, puesto que si algo produce el
actual sistema de competencia es que el rendimiento en pruebas
estandarizadas sea determinado no solo por un buen cuerpo docente y un
buen ambiente escolar, sino por la selección y segregación del
estudiantado según sus condiciones, incluso dentro de los mismos
establecimientos. Por lo mismo, es errado y altamente tendencioso
sugerir como lo han hecho varios medios de comunicación que los malos
resultados de establecimientos municipales se deben al movimiento
estudiantil, puesto que es el mismo sistema educacional mercantilizado
el que promueve el deterioro constante de la educación pública y porque
ha sido precisamente el movimiento estudiantil la fuerza que con más
determinación ha luchado por revertir estas tendencias.
El Liceo Augusto D´Halmar ciertamente es un caso
paradigmático de cómo un establecimiento municipal puede destacar
adoptando dinámicas de la educación privada, sin embargo la lógica
detrás del modelo piramidal de este liceo está lejos de restringirse a
casos particulares. Por el contrario, es la consecuencia lógica de un
modelo pensado para volver privado incluso aquello que debiera ser
público.
Las soluciones, por tanto, se encuentran en la
implementación de una reforma sustantiva que permita expandir y
fortalecer la educación pública y los principios que debería promover,
velando por la modernización del país y responder a las necesidades de
la sociedad. Esta reforma, sin embargo, no ha logrado ser implementada
durante el actual gobierno a pesar de las promesas de campaña y las
expectativas de la sociedad. Por lo mismo, todas aquellas personas y
organizaciones que defienden a la educación pública debemos impulsar una
reforma capaz de recuperar lo público dentro lo público. En el
intertanto, un primer paso es desnudar el falso éxito detrás de los
resultados de establecimientos como el Liceo Augusto D´Halmar, así como
identificar correctamente las verdaderas causas del deterioro de la
educación pública.
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