El escritor nacional afirma que hay pocos países “tan clasistas como éste”
por Matías Rivas A. 31 diciembre 2016
Tras conocerse
los resultados de la PSU, uno de los temas más comentados fue lo caro
que es estudiar en los colegios que lideran el ranking de puntajes. Sin
embargo, según el dramaturgo y profesor universitario, César Farah, el
tema no es que la educación sea diferente, “sino que la reciben un modo
distinto”.
“Yo hice clases en colegios municipales, muy humildes, y esta era la
realidad: más de cuarenta y cinco estudiantes por curso; una niña que
tenía que ir con su hija recién nacida, que era de su padrastro; otra
niña que estaba embarazada del pololo que era diez años mayor; y la
mitad del curso, después de clases, tenían que trabajar o cuidar a sus
hermanos chicos”, recuerda.
-¿Marca un precedente que el Instituto Nacional haya quedado
fuera, por primera vez, de los 100 mejores colegios en puntaje PSU?
-Claro, eso te demuestra que la fragmentación, el debilitamiento y la
destrucción de la educación pública cada vez está yendo más al fondo,
está haciéndose cada vez más fuerte y más poderosa. Pero hay otra
lectura. Uno podría pensar que el Instituto Nacional no está haciendo lo
que hacen los otros colegios, que es educar para las pruebas, y tal vez
eso sea mejor. Hay un montón de colegios que lo que hacen es,
solamente, educar para las evaluaciones y hacer clases para que los
estudiantes respondan como máquinas y estén estén bien rankeados y
tengan más clientes. Así que, y te insisto, quizás esto significa que el
Instituto Nacional está educando de verdad, haciendo un esfuerzo por
entregar una educación más plena, más profunda y holística.
-¿Sigue sosteniendo la tesis de que la educación, en cuanto a
su contenido, no varía mucho entre colegios privados y municipales?
-Sí, porque la evidencia sugiere que es casi la misma: los contenidos
son prácticamente iguales y los libros que se utilizan difieren en
virtualmente nada. Aquí, el problema más profundo e importante es la
segregación, que no es exclusiva de la educación: es una segregación que
vivimos en términos sociales generales, que lo único que hace es
replicar la desigualdad en nuestro país. Nosotros somos uno de los diez
países más desiguales en distribución de ingresos; ese dato no se puede
pasar de largo. Yo no soy especialista, solo me informo y tengo
intereses sociales. Hoy leía que los colegios que tienen mayor puntaje
cobran 300 o 600 mil pesos. Ese es un dato a considerar.
-¿Cuál es su análisis?
-A ver, aquí no es solamente el efecto par, el con quién me
relaciono, no lo cierro a eso. Los estudiantes de esos colegios privados
reciben la educación de un modo diferente, ese es mi punto central. La
educación en sí, los contenidos, no son tan diferentes, pero sí la
reciben de un modo distinto. En cualquier sistema –y como sabe cualquier
lingüista o alguien que estudia semiología– los contenidos no son lo
único que importa en un proceso comunicativo: no importa tanto lo que se
dice sino cómo se dice, no tanto lo que se expone, sino cómo se expone.
Esto dice relación con las capacidades que tiene, por una parte,
aquellos que están entregando una información determinada o un mensaje, y
las capacidades que puedan tener aquellos que lo reciben, y me refiero a
capacidades dadas por un contexto social. Un profesor que gana un
importante sueldo, que tiene cursos con pocos estudiantes, que tiene
contrato, que tiene una carrera asegurada y que se siente motivado por
todas estas cosas, efectivamente, se va a sentir en mejores condiciones,
con más energía y tiempo.
-¿Cómo influye el contexto social de los estudiantes de colegios privados?
-Ese fenómeno es que tienen otra condición de vida: se relacionan con
otras personas, ven otro tipo de televisión, escuchan otra música, en
fin, viajan a lugares distintos y, para empezar, son personas que tienen
la vida solucionada en cuanto a lo que tienen que hacer al llegar a sus
casas.
-¿Y en el caso de los estudiantes de colegios de escasos recursos?
-Yo hice clases en colegios municipales, bien humildes. Yo tenía esta
realidad en el aula: más de cuarenta y cinco estudiantes por curso; una
niña que tenía que ir con su hija recién nacida, que era de su
padrastro; otra niña que estaba embarazada del pololo que era diez años
mayor; y la mitad del curso, después de clases, tenían que trabajar o
cuidar a sus hermanos chicos. “Me tuve que ir a trabajar de
empaquetador”, esa era una frase típica que te daban como excusa para no
haber estudiado para una prueba.
-¿Cree que esto no se toma tan en cuenta?
-A ver, yo sé que esto le puede parecer tonto a algunos, cuando hablo
de los lugares, de la música, la tele, en fin, de cómo se relacionan
con la sociedad, el dinero que tienen para gastar, y el horizonte de
vida que tienen respecto del carrete, del estudio, y de las relaciones
sociales. Éstas últimas son absolutamente endogámicas y estamentarias.
Este país tiene dos falencias importantísimas. Una de ellas, por
supuesto, es que somos clasistas (pocos países son tan clasistas como
éste). Aquí te preguntan dónde estudiante y a qué te dedicas para saber
de qué clase social eres. Qué apellido tienes. Dónde viviste. Para saber
eso. Esto es así, y el que no quiera verlo, como lo ha hecho una gran
parte de la clase política, de la derecha… Mi mamá tenía este proverbio
que decía “la riqueza llama riqueza, y la pobreza llama pobreza”, y es
real.
-¿Se ha avanzado en educación con este gobierno?
-Hay que ser injusto para decir que no se ha avanzado en nada. Esta
administración realmente intentó poner temas que son coyunturales a la
sociedad, que tenían que ver con reformas de distinto tipo, y yo creo
que sucedieron dos cosas. La primera es que lo hizo de manera
incompetente. Y por otro lado, la derecha económica le ha hecho una
guerra que me hace mucho sentido y mucha relación, porque este gobierno
intentó instalar mal, pero lo intentó, ciertos problemas que eran
fundamentales. Está claro que no hay voluntad de los poderes económicos
de generar esos cambios, nunca la ha habido, porque los grandes poderes
económicos son absolutamente conservadores y bastante de línea de la
derecha más ultra, así que no van a soltar un peso en virtud del pueblo
ni del país.
-¿Qué simboliza la PSU?
-La carga simbólica es evidentemente la de un sistema social no
educativo, la de un sistema social rancio, equivocado y absolutamente
injusto y desigual, en el cual Chile no puede seguir. Si queremos ser un
país que de alguna manera haga que sus ciudadanos se sientan contentos
de vivir en él y que sus ciudadanos se sientan más plenos, bueno,
significa que tienen que cambiar, porque una sociedad que no es capaz de
hacer que sus ciudadanos tengan la posibilidad de desarrollarse
plenamente en su vida, es una sociedad que está condenada al fracaso.
Esto no lo dijo Lenin ni Marx, lo dijo Freud.
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