Un tío me tiró al suelo, me hizo una llave y me pegó con el escobillón en la guata”, dice Antonio
por Alejandra Carmona 21 diciembre 2016
A Christian lo
empujaron dentro de la ducha con agua fría. Estaba vestido y se resbaló.
Perdió dos dientes. A Felipe casi todas las noches lo despiertan y le
pegan en los brazos. A Eugenio le pegan en todo el cuerpo, con los puños
cerrados. Son niños y están al cuidado de una institución estatal. Los
golpes son el castigo, les dicen, por haberse portado mal durante el
día.
“El tío estaba enojado porque yo había hecho show, por eso me tiró
fuerte”, dijo Christian, luciendo los dos huecos que le dejaron los
golpes en la encía. El suyo es parte de los testimonios que niños entre
los 8 y 13 años dieron a asistentes sociales o sicólogos a lo largo de
su estadía en el Cread (Centro de Reparación Especializada de
Administración Directa) de Playa Ancha, en Valparaíso, un centro que
acoge a pequeños en situaciones vulnerables.
Como otros recintos del Servicio Nacional de Menores (Sename), este
centro también ha sido cuestionado por malos tratos, prácticas que
dejaron de ser invisibles con la muerte de Lissette, de 11 años, hace
ocho meses. El Ministerio Público buscará formalizar por “tormentos” y
apremios “ilegítimos” a los funcionarios públicos que causaron la muerte
de la niña.
“El tío Greg me dijo que yo nunca más en mi vida iba a volver con mi
mamá porque ella no quiere tenerme”, dijo Christian. "Y hace tiempo el
tío Greg me hizo unas llaves en el brazo y todavía me duele”, contó.
Estos son algunos de los relatos de los niños de Playa Ancha que
fueron entregados en mayo del año pasado por las propias autoridades del
Cread al Sename y se abrió un sumario en el que un fiscal de la
institución propuso la destitución de 11 funcionarios. A estos
testimonios tuvo acceso El Mostrador (los nombres de los niños han sido cambiados para proteger su integridad).
Inventario de torturas
Camilo tiene un cuaderno donde anota cómo les pegan. Esteban lo vio
escribir luego de que lo tiraran del camarote y lo golpearan con una
silla. Y lo ve llevar ese registro cada día, como un inventario de
torturas. Cada niño recibe su ración. Esteban quisiera ser más grande
para poder defender a sus compañeros menores que él, pero no puede: “Hay
un cabro chico que me dice a mí papá y yo no puedo defenderlo”. Y lo
que más le da pena, dice, es que le pegan a su hermano menor. “Él es
enfermo, no importa si me pegan a mí, pero al Claudio no. Igual les
tengo cariño a todos los tíos”.
Antes del sumario, antes de que el proceso enfrentara un tiempo de
apelaciones y una larga espera, otro de los menores contaba que una vez
los dejaron formados hasta la medianoche fuera de la casa. A veces con
frío, los niños enfilaban hacia el patio castigados.
'Cobrar' es otra palabra clave. Cuando cada noche un cuidador despierta a Felipe para golpearlo, lo que hace, dicen los niños, es “cobrarle” las faltas de la jornada. “Lo despiertan en la noche cuando está durmiendo para molestarlo porque se porta mal en el día, se cobran. Le dicen mucho garabato, feo culiao, conchetumadre, perro. Los tíos nos forman afuera de la casa con frío y de noche y nos pegan fuerte”, contó Eugenio.
Los golpes se repiten hasta naturalizarse. El cuidador Luis González,
contó Esteban, lo suele agarrar de la nuca fuerte, le dobla los pies
hacia atrás. “Está bien que nos peguen, porque nos portamos mal”,
expresó Esteban. “Los tíos nos dicen que es para aprender porque al
salir del CTD tendremos otra vida nueva, pero nos dicen que si volvemos
uhhhhhh nos van a pegar más fuerte. Nos dicen que estamos acá por
nuestra culpa, porque nos portamos mal. Las tías son un poco más
amables”.
Antonio, otro de los menores, contó que desde que le “sacaron la
cresta” ahora se porta bien; aunque no olvida ese día: “Yo había peleado
con el Nico y para tranquilizarme estaba pegándole a la almohada y él
(un tío) me preguntó por qué lo hacía. Yo le dije 'porque no tienen
vida'. Ahí me levantó, me tiró al suelo, me hizo una llave y me pegó con
el escobillón en la guata. Me dolió mucho. Todos los tíos saben hacer
la llave”.
Descompensados
Hay palabras que se marcan a fuego. Cuando los golpes y el maltrato
hacen que los chicos pierdan el control sicológico, se vuelvan agresivos
o sientan mucha tristeza, en la jerga se dice que se “descompensan”.
“Yo me descompensé porque los tíos molestan mucho a mi hermano
Felipe”, detalló Eugenio. “Le dicen concha tu madre y él se descompensa y
ellos le pegan, todos los días. A mí, el tío Greg me pegaba paipes por
eso me descompensé y me hizo un gesto de que me iba a dar un combo
fuerte”.
“A mi hermano le pegan mucho también y cuando a mí me están pegando,
él se descompensa para que no me sigan pegando a mí”, contó Sergio. “Nos
forman, nos sacan en la noche y nos hacen cobrar. Yo no quiero ni una
hueá”, agregó.
'Cobrar' es otra palabra clave. Cuando cada noche un cuidador
despierta a Felipe para golpearlo, lo que hace, dicen los niños, es
“cobrarle” las faltas de la jornada. “Lo despiertan en la noche cuando
está durmiendo para molestarlo porque se porta mal en el día, se cobran.
Le dicen mucho garabato, feo culiao, conchetumadre, perro. Los tíos nos
forman afuera de la casa con frío y de noche y nos pegan fuerte”, contó
Eugenio.
Otros niños refieren la misma situación. Frente a los golpes, a
Christian le advirtieron que debía hacer silencio. “Me dicen que no
puedo contarle a mi mamá porque si no, me cobrarán”, dijo.
“A veces nos forman en la noche, varias veces, afuera de la casa y
nos pegan. Nos cobran, hacen eso”, declaró Antonio. “Me siento inseguro
porque la tía Carolina cuando llegué me dijo 'te vamos a cuidar bien
cuidado'. Y me están cuidando a golpes”.
La investigación continúa. Según la Ley Electoral no se puede
despedir a funcionarios públicos 30 días antes y 60 días después de una
elección. Las últimas votaciones municipales fueron el 23 de octubre. Y
los niños que entregaron sus relatos continúan siendo parte del Centro.
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