El Chapecoense navegaba por el mar de la felicidad en su segunda
participación consecutiva en la Copa Sudamericana, torneo en el que
superó a rivales de envergadura como el Junior de Barranquilla y los
equipos argentinos San Lorenzo y Club Atlético Independiente para
instalarse en la instancia final que iba a comenzar este miércoles, en
Medellín, ante el Atlético Nacional.
Brasil, una potencia del
fútbol mundial, estaba siendo representado en el certamen regional por
un club modesto, fundado hace 43 años y que regresó al máximo nivel del
torneo carioca en 2013 después de 35 años de ausencia.
"El Huracán
del Oeste" escaló de la cuarta a la primera división de Brasil en menos
de seis años, gracias a un dominio espectacular.
El Chapecoense
fue fundado en 1973 en la pequeña región de Chapecó, al oeste del estado
de Santa Catarina. Su primera temporada la jugó con futbolistas de la
zona y la filosofía, en cierto modo, se mantuvo con el pasar de los
años. De hecho, en la plantilla que sufrió el trágico accidente solo hay
un jugador extranjero: el delantero argentino Alejandro Martinuccio.
Cleber
Santana, Thiego y Ananias salieron de clubes grandes de Brasil en el
que no tenían protagonismo para conseguir la felicidad en un lugar más
tranquilo. Aunque no cuentan con una fuerte chequera, el apoyo del
gobierno local y la industria de embutidos de la importante ciudad de
Santa Catarina, el Chapecoense logró salir a flote para comenzar a
escribir su historia con letras doradas.
Brasil, Colombia y el
resto del mundo del fútbol llora la tragedia de un equipo lleno de
coraje y que demostró que cuando se toma el camino correcto se puede
conseguir el éxito.
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