Un dirigente obligado por fuerzas especiales de Carabineros a
desnudarse mientras era brutalmente golpeado son algunos de los saldos
que dejó la represión policial ante la jornada de manifestación que
realizaron ayer los estudiantes secundarios como antesala al 21 de mayo.
Este es el relato de los hechos y el crudo testimonio que dio a El
Desconcierto Roberto Zambrano.
Por Pablo Álvarez Y.
Facebook Centro de Alumnos Instituto Nacional
A días de un 21 de mayo para el que gobierno ya anunció que no
alcanzaría a ingresar el proyecto de reforma a la educación superior,
estudiantes universitarios, y sobre todo secundarios, se movilizaron
alegando la nula respuesta de parte del ejecutivo a sus demandas.
El Liceo 4, Amunátegui, Instituto Nacional, Internado Nacional
Barros Arana, Carmela Carvajal, Lastarria, Liceo 7 de Santiago y
Confederación Suiza son algunos de los establecimientos cuyos
estudiantes protestaron el día de ayer, recibiendo a los pocos minutos
una dura respuesta de parte de Carabineros.
Una de las peores golpizas se la llevó J.G., alumna menor de
edad del Liceo Carmela Carvajal que, luego de que Fuerzas Especiales la
empujara, arrastrara por el suelo y la golpeara, quedó con un esguince
en su pierna y marcas en su rostro. Hoy en la mañana sus
compañeras de liceo fueron a manifestarle su apoyo frente al Centro de
Justicia de Rondizzoni, y tanto la presidenta del centro de estudiantes
como la directora del establecimiento la acompañaron a ella y su familia
en la audiencia.
Otro caso fue el del presidente del Centro de Estudiantes del
Instituto Nacional, Roberto Zambrano Freire (18), quien fue el primer
detenido en las manifestaciones y, a la hora de ser llevado a la Tercera
Comisaría, fue brutalmente golpeado y obligado a desnudarse.
“Esto está siendo una conducta pensada de parte
de fuerzas policiales y de gobierno. Casualmente se toparon con que
Roberto es mayor de edad, pero este trato se le da a todos los
dirigentes que convocan a manifestarse. Cuando la gente se
moviliza y organiza por sus derechos, las respuestas desde la otra parte
son así de inhumanas. Más con un gobierno que ha decidido, después de
salir de la dictadura, convertirse en una ‘democradura’ “, dice Roberto Zambrano Sepúlveda, padre del estudiante agredido.
El dirigente estudiantil habló sobre lo que le tocó vivir el día de ayer con El Desconcierto. Este es su testimonio:
“El día de ayer a las 10:50 de la mañana, en asamblea general, decidimos llevar a cabo una jornada de protesta por parte de los secundarios y salir a la calle en conjunto.
Esto a propósito de la nula voluntad de la ministra de Educación para
recoger los puntos del movimiento estudiantil de cara a este 21 de mayo,
así como reafirmar consignas como la desmunicipalización y la gratuidad
fallida que existe.
Nos pronunciamos en la Alameda, por lo que puedo recordar, alrededor
de 200 compañeros. Pero alcanzamos a estar 15 minutos antes de que
llegaran fuerzas especiales y produjeran un enfrentamiento. Tratando
de aislar y proteger a unos compañeros que habían caído escapando de
carabineros, me tomaron detenido a mí. Fui el primero en caer detenido.
Me subieron a una micro policial y ahí empezaron los golpes y la
humillación. Al ser el primer detenido, estaba solo, por lo que a ellos se les hizo más fácil golpearme cada vez que bajaban y subían a la micro.
Hasta ese momento no había dicho que era dirigente, pero cuando
subieron a un compañero y vi que lo golpeaban de forma constante, me
pronuncié diciendo que era el presidente del Centro de Estudiantes, que
necesitaba llamar abogados y a la dirección, porque estábamos siendo
reprimidos.
Eso fue para peor. Al momento de pronunciarme empezaron las risas,
dijeron que se apagara la cámara de atrás. Pregunté si podía llamar y me
dijeron “No, a los presidentes no se les puede prestar el celular”.
Seguían burlándose y agrediendo: “¿No te gusta ser el presidente cabro conchetumadre?”. Golpe. “Bueno si erís el presidente sal a marchar, ¿no erís tan chorito afuera?”. Golpe. Así sucesivamente.
Luego subieron a más compañeros, a una joven de 28 años y a Juan
Pablo Araya. Como él participaba en la secretaría de cultura del Centro
de Estudiantes, continuaron las burlas: “Bueno, ¡aquí está el centro entero!”, dijeron. Golpe de nuevo.
Luego de media hora o 40 minutos de humillación, me hicieron bajar en
la Tercera Comisaría junto a la joven de 28 años, ya que éramos mayores
de edad. Bajé con los datos de todas las personas que estaban en la
micro, pidiendo si podía llamar ahí. Me dijeron que sí, que ahí los
carabineros eran distintos.
En eso voy caminando y me preguntan:
-¿Es tu primer procedimiento en la Tercera Comisaría?
-Sí, antes había caído detenido pero solo en la 48ava comisaría.
-Ah, eres nuevito…
-¿Es tu primer procedimiento en la Tercera Comisaría?
-Sí, antes había caído detenido pero solo en la 48ava comisaría.
-Ah, eres nuevito…
En vez de ir directo a la cancha, con el resto de los detenidos, me
llevaron junto a la compañera directo al calabozo donde van los delitos
más graves. En ese mismo instante, se retiran todos los carabineros y
quedan solamente dos Fuerzas Especiales. Me piden inmediatamente
desnudarme. La compañera de 28 años se negó, por lo que al rato la
tomaron, la sacaron, y quedé solo en el calabozo. En el baño, donde no hay cámara ni registro ni nada, pregunté dónde estaba el procedimiento legal. “No hueís, no hueís“, me decían.
Empezaron los golpes físicos de inmediato. Yo estaba apoyado en la
pared y me pidieron darme vuelta y que me empezara a desnudar. Al seguir
negándome empezó la violencia a un nivel más crudo. Finalmente me saqué
la camisa, me pidieron sacarme la pulsera, el reloj y una cadena que
tenía en ese momento, diciendo que podían ser armamento u objetos
cortopunzantes. En todo minuto insistían en que todo era parte del
procedimiento.
Luego me pidieron sacarme los zapatos, calcetines y pantalones. Yo me
negué rotundamente y un fuerza especial me sostuvo del cinturón, a lo
que yo me caí. Ahí empezaron a pegarme patadas en el abdomen y lograron sacarme el cinturón y el pantalón. Yo estaba en el suelo. Me paré de inmediato y siguieron las burlas: “Evita que esto dure más, si erís presidente ya cachái cómo son las cosas, podís reirte un poco más”. Siguieron con burlas, burlas y más burlas.
Finalmente llegó otro fuerza especial y dijo que se tenían que
retirar porque llegarían más carabineros. Me pidieron que me vistiera,
pero cuando fui a tomar mis zapatos me dijeron:
-No. ¿No te gusta marchar cabro conchetumadre? Empieza a caminar.
Ahí empecé a caminar con un pie descalzo hasta llegar al gimnasio,
donde me encontré con la mayor parte de los detenidos. Ninguno pasó por
este ‘procedimiento’.
Salimos alrededor de las 5 de la tarde, cuando nos llevaron detenidos
a las 12. El único papel que firmamos fue el de nuestros datos
personales y después nos dijeron que había que ir a constatar lesiones,
primero el vicepresidente, Carlos, y después yo. Era con las mismas
personas que me habían violentado. Mi compañero se negó ante el miedo y
yo también. No íbamos a ir solos. Nos insistían en firmar un papel de
que no había lesiones. Carlos firmó, yo me negué. En eso apareció una firma media extraña, un papel que nunca firmé y que decía que no había sufrido lesiones.
Hay gente que dice que recordar la dictadura es profundizar un odio,
pero esto es imposible no asimilarlo. Es imposible no decir que hay
metodologías que son permanentes, constantes, y avaladas por una clase
política en su conjunto. Ellos no están ajenos a estos sucesos. Se
cumple un año de lo de Rodrigo Avilés y dos semanas de lo que le pasó a
Gabriel González de la U. De Chile. No es algo no pensado, es algo
sistemático.
Hoy amanecí con lesiones en el cuerpo, más en la rodilla que se me
salió por un momento, pero en realidad es a nivel psicológico que estoy
shockeado. Estas acciones van a seguir, pero no por eso hay que guardar
silencio. En ese sentido estoy tranquilo, no asimilo esto con
temor. Hoy tanto estudiantes como apoderados han manifestado su apoyo y
voluntad para seguir, para seguir con aún más valentía en esto”.
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