Vivan Lavín
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Jueves 7 de abril 2016 16:44 hrs.
Ekaré es una editorial que nació al
alero del Banco del Libro de Venezuela, uno de los proyectos de fomento
lector más decisivos de ese país y de Latinoamérica al que llegó la
chilena Verónica Uribe en el año 1974, cuando se radicaba en ese país
con el fatídico pasaporte rojo marcado con una gran letra L. Verónica
Uribe llegó a la tierra natal de Simón Bolívar y Andrés Bello, como
exiliada junto a su marido y a sus tres hijos.
No solo Alejandro Aravena, el arquitecto más premiado en la
historia de esta disciplina en nuestro país, ha puesto el nombre de
Chile en la órbita internacional de la excelencia en estos días. Un día
antes que el líder de la oficina Elemental pronunciara un
emotivo discurso en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, en la
ciudad italiana de Bolonia, la editora y escritora chilena Lola Larra, o
Claudia Larraguibel, era parte del grupo de Ekaré que recibía el Premio
a la Mejor Editorial Infantil de Centro y Sudamérica en la Feria del
Libro Infantil de Bolonia, en Italia. Se trata de la más importante cita
de la literatura e ilustración en el mundo y esta chilena representaba a
su madre, la editora Verónica Uribe, una de sus fundadoras, quien hace
casi 40 años inició una de las iniciativas culturales de mayor impacto
en nuestro continente. La Feria del Libro de Bolonia puso sus ojos por
tercera vez en el trabajo desarrollado al sur del mundo por una las
editoriales que llevan el sello de la solidaridad entre nuestros
pueblos.
Ekaré es una editorial que nació al alero del Banco del Libro de
Venezuela, uno de los proyectos de fomento lector más decisivos de ese
país y de Latinoamérica al que llegó la chilena Verónica Uribe en el año
1974, cuando se radicaba en ese país con el fatídico pasaporte rojo
marcado con una gran letra L. Verónica Uribe llegó a la tierra natal de
Simón Bolívar y Andrés Bello, como exiliada junto a su marido y a sus
tres hijos. Cuando ya llevaba cuatro años en el Banco del Libro fue
llamada para fundar, junto a Carmen Diana Dearden lo que denominaron
Ekaré, una editorial de literatura infantil con la visión del espíritu
de esos tiempos marcados por el boom latinoamericano. Pero
además querían hacer libros que tuvieran un sello en el que los
venezolanos se pudieran reconocer. De ahí que se llamaron Ekaré, un vocablo que significa cuento,
en el hablar de los Pemón, una de las 30 etnias que habitan el
territorio desde muchísimo antes que se bautizara como Venezuela. Una
tribu que habita la Gran Sabana, en la región de Guayana del Sur y a la
que homenajearon doblemente, dedicándoles a sus niños el primer libro
que publicaron: El Rabipelado burlado. Junto a este libro que
tenía como protagonista a un marsupial endémico de nuestro continente
con mucho apetito y mala suerte, publicaron La expedición, una
obra de un autor italiano. Ambos libros marcaron el derrotero de Ekaré:
libros para niños que buscaban dar cuenta de la plural y amplia
identidad latinoamericana, como también la de entregarles los mejores
cuentos del mundo traducidos a nuestro idioma, en ediciones
espléndidamente ilustradas. Verónica Uribe permaneció en Venezuela hasta
el año 1993, cuando el llamado de su propia tierra se hizo insoslayable
y junto a parte de su familia, cuando algunos de los hijos crecidos en
otras tierras las sintieron como propias, retornó a Chile.
Desde estas latitudes, siguió trabajando como una filial de Ekaré que
ya contaba con otra oficina en Barcelona, la capital editora de habla
hispana. Verónica Uribe entiende a la literatura infantil como un
refugio frente a un mundo caótico y a un libro como un espacio de
tranquilidad y permanencia que entrega seguridad a los niños. Entonces
comprendió que, de la misma manera como editó tantos libros para niños
venezolanos que debían reconocerse en sus propias tradiciones, debía
hacer lo mismo por los niños chilenos. Así, fundó su propia editorial
con el nombre de Ekaré Sur. No es una filial ni parte de la editorial Ekaré
que acaba de recibir el premio en Bolonia, aunque sí trabajan de manera
estrecha compartiendo títulos y autores con el mismo espíritu solidario
y colaborativo del que hacían gala allá en los 70.
Entonces, cuando la Feria más importante de la literatura infantil en el mundo premia a Ekaré, lo hace también con Ekaré Sur
y Verónica Uribe, esta editora y periodista de profesión que hizo del
libro para niños su propio refugio y que, paradójicamente, se ha
domiciliado en Santiago, en una bella casona del Barrio Italia que lleva
por nombre Club Bolonia, junto a un café y a la librería especializada en libros ilustrados llamada Baobab.
Desde allí ha venido editando libros bellísimos en su factura y contenido. Libros, como Al Sur de la Alameda,
de la autora Lola Larra y Vicente Reinamontes, que hace dos años fue
elegido entre los 30 mejores libros para jóvenes en la Feria del Libro
de Frankfurt.
Todos ellos son parte de esos chilenos cuyos nombres producen orgullo
saberlos reconocidos más allá de nuestros límites geográficos para
paliar la desazón y la vergüenza que nos producen esos otros nombres de
chilenos sindicados como ladrones o desalmados ganaplata que se roban
las primeras planas.
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