ARTURO CASTILLO
La agresión en el trabajo es más
común de lo que podría pensarse, y muchas veces es propiciada por un
estilo de liderazgo que se lleva todo por delante; orquestado por
sujetos con un ego urgido de poder y dominación.
En el ámbito individual, a fin de
hallar una explicación a tan desafortunada conducta, se precisa
averiguar la historia vital de quien siente gusto por maltratar a sus
colegas y subalternos. Generalmente, él mismo fue víctima durante su
niñez, de modo que siente la necesidad de resolver su ansiedad y dolor
provocándoselos a los demás.
Socialmente, el culto a la
violencia, la exaltación de la fuerza, la imposición de formas de ver la
realidad a pueblos enteros, el fanatismo religioso, la discriminación
en sus más diversas expresiones; la fobia a la diferencia y el
consecuente deseo de uniformarlo todo, de acabar con los matices, hacen
pensar que el ser humano, pese a su condición de civilizado, no ha
logrado liberarse de su lejano pasado, que se caracterizaba por la
supervivencia del más fuerte.
La violencia en el trabajo es un
reflejo de lo que pasa en el mundo, la consecuencia y el efecto. En ese
sentido, la línea divisoria entre el trabajo y sociedad no tiene
asidero; se trata simplemente de escenarios distintos, con las mismas
realidades.
De otra parte, existe un tipo de
agresión que tiene que ver con la autopreservación, ante factores
amenazantes. La agresión dominadora, en cambio, busca amedrentar,
controlar y someter.
Indudablemente, muchos individuos
disfrutan de ejercer control y poder sobre los demás, para lo cual usan
con destreza su fino olfato, que les permite identificar a sus
potenciales víctimas.
¿Significa ello que existen
también ‘presas’ potenciales, que no cuentan con los mecanismos de
defensa necesarios para evitar ser agredidas? ¿Es necesario desarrollar
esos mecanismos? Desde luego que sí; en un mundo contaminado de
agresividad, se necesita de una coraza.
Sin embargo, se trata de un juego
cruel, de una cadena de violencia. Si la persona no puede defenderse de
su atroz jefe, esperará pacientemente para llegar a casa…
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