Ignacio Briones y Sergio Urzúa: "...diferir indefinidamente el fin del copago entrega la señal de que las prioridades de gasto del Gobierno no están en la educación escolar...".
Las indicaciones del Gobierno a la reforma educacional aprobadas por la comisión de Educación de la Cámara Baja contemplan ahora un plazo indefinido para terminar con el copago. Así, este seguirá existiendo hasta que el incremento de las subvenciones cubra el precio actual de los colegios particulares subvencionados más caros. Se trata de una mejora respecto del proyecto original, pues evita que muchos colegios terminen en una situación peor que la vigente. Sin embargo, un análisis de su justificación e implicancias sugiere que hay que tener cuidado al interpretarla.
Las dudas las ilustramos con una pregunta: Si el Gobierno dispondrá de cuantiosos recursos frescos y está convencido de terminar con el copago, ¿por qué postergar indefinidamente el que las subvenciones converjan a montos consistentes con los de una educación de mayor calidad, y, de paso, terminar endógenamente con el copago?
No cabe duda que tal medida es onerosa, pero el país parece estar en condiciones de hacerse cargo del desafío. El costo anual de terminar con el copago, permitiendo que todos los colegios públicos y particulares subvencionados lleguen a los niveles de financiamiento más altos, se estima en US$ 4.300 millones. Es decir, poco más del 50% de los recursos esperados de la reforma tributaria. Caro, pero abordable. Entonces, no es un tema de dinero.
Veamos qué propone el Gobierno en materia escolar. Por ahora plantea destinar unos US$ 1.200 millones anuales al aumento de subvenciones. Esto equivale a un 15% de los recursos de la reforma tributaria o menos de un 30% de lo que en realidad se requiere para nivelar hacia arriba y converger a una subvención consistente con el fin del copago. Las cifras sugieren entonces que las prioridades de gasto educacional están en otro lado.
A lo anterior es necesario agregar el riesgo de letra chica: ¿Estamos seguros que los US$ 1.200 millones son recursos frescos? No necesariamente. De hecho, si consideramos el aumento tradicional que han venido teniendo las subvenciones en los últimos cuatro años, el alza real cae a cerca de US$ 800 millones. Más importante, con la fórmula del Gobierno el copago se puede terminar sin utilizar un nuevo peso proveniente de la reforma tributaria. ¿Cómo? Congelando los montos del financiamiento compartido por secretaría y aumentando la subvención a la tasa anual que históricamente, sin mediar reforma tributaria alguna, ha crecido. Entonces, no habiendo mayores detalles, quedan dudas respecto de la verdadera cuantía de los recursos adicionales que se estarían comprometiendo.
Diferir indefinidamente el fin del copago, evitando asignar los recursos necesarios que se requieren para cerrar con mayor celeridad las brechas de financiamiento entre colegios, entrega la señal de que las prioridades de gasto del Gobierno no están en la educación escolar. La extensión del plazo parece ser simplemente funcional a gastar la mayor parte de los recursos de educación de la reforma tributaria en dar gratuidad en educación superior, medida que puede llegar a costar sobre US$ 5.000 millones al año. ¿Queremos seguir haciendo esperar a generaciones de escolares por los recursos necesarios para brindarles una mejor educación a cambio de darnos ese lujoso capricho?
La reforma tributaria fue justificada por la necesidad de mejorar sustancialmente nuestro sistema educacional. Para esto no existen infinitas opciones. El mejor uso de los escasos recursos públicos está en el aseguramiento de una educación de calidad en los primeros años del proceso educativo, que es donde se originan las brechas y la desigualdad. Con la reforma tributaria aprobada, el Gobierno ya no tiene excusas para no explicitar dónde pondrá los recursos. Y aquí la petición es muy simple: ¿Será posible conocer la cuenta del panadero del ministro? Es importante saber dónde el Gobierno pondrá los pesos, para saber qué quiere. Algo que para el Senado debiera ser prioritario en la discusión que viene.
Ignacio Briones
Decano Escuela de Gobierno UAI
Sergio Urzúa
Universidad de Maryland
Investigador Asociado CLAPES-UC
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