Fetiches y educación parvularia
por Francisco Gallego - 21/09/2014 - 04:00
UN FETICHE, según la Academia de la Lengua, es un “ídolo u objeto de
culto al que se atribuye poderes sobrenaturales”. Me temo que lo que
espera la discusión pública de la educación parvularia está cayendo en
esta categoría.
En los últimos 20 años se ha producido un aumento importante de la
cobertura y de los recursos que se destinan al sector. En la actualidad,
se encuentra en trámite legislativo un proyecto de ley que crea una
Subsecretaría de Educación Parvularia, una institucionalidad que mejora
la supervisión y algunos otros cambios regulatorios. En el proyecto de
ley hay avances importantes, como separar los roles de fiscalización y
provisión y mejorar regulaciones. Además, el gobierno ha anunciado un
aumento adicional de los cupos en educación parvularia.
¿Es suficiente esto? Creo que no y es importante que seamos
conscientes de ello. Déjenme agregar un poco de información al debate.
La investigación de James Heckman y sus asociados sugiere que buenas
oportunidades de desarrollo inicial proveen una avenida muy potente para
corregir desigualdades de base. Pero, al mismo tiempo, otra
investigación sugiere que hay tantos programas de educación inicial
potentes como otros que no producen los resultados esperados. Un trabajo
publicado por Sergio Urzúa para Chile confirma esto y muestra que la
expansión de cupos de párvulos en los últimos 15 años tuvo problemas de
calidad.
O sea, como siempre, el fetiche no basta. Es entonces importante que
no creamos que lo que estamos haciendo en preescolar es suficiente. Y
que notemos que hay que hacer algo rápido (y que se puede avanzar en
paralelo a las largas discusiones legislativas). Si bien hay programas
fuera de Chile que son exitosos, “trasplantarlos” a gran escala en
nuestro país va a requerir mucho trabajo de detalles y una mejora
sustantiva en la formación de docentes de párvulos. La educación
parvularia es probablemente una de las áreas en que menos sabemos cómo
ofrecer programas públicos potentes. Entonces vamos a necesitar
paciencia, experimentación y muchos aprendizajes.
Más aún, el desarrollo temprano no está sólo relacionado con
programas de educación, es amplio, multisectorial y parte mucho antes
del jardín infantil (con cuidados y estimulación que parten en la
familia). ¿Cómo coordinamos estos programas? Por eso en el Grupo Res
Pública Chile (GRPC) sugeríamos la creación de un Ministerio de Primera
Infancia que coordine los temas desde una posición con peso político
serio (¿si tenemos Ministerio del Deporte, por qué no podemos tener
esto? ¿Es porque los niños pequeños no votan?). Todo esto, además, tiene
costos importantes de dinero. En GRPC estimamos que mejoras en
cobertura, en gasto para asegurar calidad, en programas de
involucramiento parental y en mejoras institucionales requerirían al
menos US$ 1.500 millones anuales.
En fin, no estoy diciendo nada nuevo: cuidado con los fetiches.
Mejorar la cobertura y calidad de la educación parvularia es bastante
más complejo que simplemente aumentar los cupos, ajustar regulaciones y
esperar que opere un milagro.
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