Las consecuencias de la emocionalidad y sensacionalismo que condujeron este caso desde su inicio -luego de un año y medio de investigación y de un mes de audiencia de preparación de juicio oral-, dejaron daños irreparables. El miedo generado, a través de la información falsa difundida por la prensa, junto con la desinformación sobre estos temas, dio espacio a la inseguridad y el pánico, aristas principales que anularon toda lógica y racionalidad.
No fuimos educados para comprender los procesos judiciales y menos entendemos qué ocurre en las denuncias por abuso sexual. Si se denuncia por algún delito sexual relacionado con niños, se borra la presunción de inocencia y es el imputado quien debe probar que no es culpable. Si además de esto, se orquesta un circo mediático, la condena ya está asegurada.
Cuando hay niños de por medio, cuesta mucho empatizar con la otra parte. Nadie duda que el bien está del lado de los niños y que todo aquello que parezca atentar con su integridad es el mal. Sin embargo, si el evento no ocurrió ¿dónde está el bien?
Popularmente se asume que los niños no mienten, lo que es realidad si
consideramos que tras una mentira existe una planificación para obtener
una ganancia secundaria, un niño de 4 años por sí solo, difícilmente
podría llegar a algo así. Pero sí puede dar respuestas falsas de forma
no intencionada, fruto de la contaminación en la información entregada,
preguntas reiterativas y sugestivas de parte de figuras de referencia y
de las fantasías e imaginación propias de la edad.
Esto es lo que ha ocurrido aquí, todos los niños que declararán, negaron el abuso cuando se les preguntó por primera vez.
El problema es que nadie les creyó. El convencimiento colectivo de los
hechos, sumado al pánico de los padres llevó a exponer a los niños a la
televisión, a extensos interrogatorios sugestivos y a múltiples
evaluaciones por psicólogas, hasta que confirmaron los temores. Ninguna
hipótesis consideraba la inocencia: si el niño negaba el abuso era
porque estaba amedrentado; si decía que el profesor le caía bien, el
niño estaba seducido; y si luego de horas de preguntarle, decía que sí,
era la ratificación de la respuesta esperada.
Esto es el caso “Hijitus de la Aurora”, un cruel experimento en que 100 niños, sin otro sentimiento más que el temor, fueron sometidos a procedimiento judicial.
La victimización secundaria, existe tanto para los casos reales como
los falsos, es igualmente dañino para un niño que no ha vivido un abuso
ser interrogado una y otra vez por el supuesto trauma y convertirse en
víctima sin serlo.
El sistema conduce a esto, la investigación no buscaba esclarecer los
hechos, sino que decidió perseguir una persona. Si niños que nunca
conocieron al imputado relataron abusos por parte de él, rápidamente
desaparecieron de la investigación; si el propio SML determinó que hay
casos de sugestión y presión por parte de los padres, esta hipótesis no
se consideró.
La trayectoria de un Jardín en 40 años en concordancia a los 19
integrantes del personal que niegan la acusación, simplemente se obvia.
Se establece la creencia de una red de pedofilia y que la madre, dueña
del Jardín, sin duda comandaba todo para permitir los abusos. Nuevamente
la irracionalidad prima con teorías intrincadas sin sustento ni
pruebas.
Hoy se cuenta con peritajes de expertos internacionales, basados en
conocimientos científicos y que desde 4 países distintos, ratifican la
sugestión de los niños. Además, diversas pruebas sobre la discapacidad
del acusado, distan mucho del personaje psicópata que se construyó.
Incluso se mostrará cómo esto ya ha ocurrido en otras partes del mundo.
Todo esto sustenta la teoría alternativa planteada por la defensa, los
hechos nunca ocurrieron.
La fiscalía por su parte logró mantener 54 testigos de los 131 que
presentó, que en conjunto con las pericias psicológicas serán las
pruebas para sustentar sus cargos. Así, Jueces de Garantía y Ministros
de la Corte de Apelaciones, que antes no dudaron en mantener en prisión
al principal imputado, hoy han confirmado la decisión de dejarlo en
libertad al presentarse antecedentes contundentes en contra de la
ocurrencia del ilícito en los 4 casos que van a juicio oral y, asimismo,
sobreseer definitivamente 89 casos por inexistencia de delitos.
Hoy esperamos que esta horrible experiencia sirva de aprendizaje, para que futuras investigaciones se realicen de forma objetiva y ética, respetando a las víctimas e imputados.
Hoy esperamos que esta horrible experiencia sirva de aprendizaje, para que futuras investigaciones se realicen de forma objetiva y ética, respetando a las víctimas e imputados.
*Abogada Defensora Caso Hijitus
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