20 de enero de 2014
Ex ministro de Hacienda trató de “idiotas” a sus ex compañeros de curso
“Una cosa –legítima– es
manifestar orgullo por un colegio. Otra distinta es querer tapar el sol
con un dedo y afirmar que los que asistimos a establecimientos
particulares pagados estamos en igualdad de condiciones con el resto de
nuestros compatriotas. No lo estamos: hacemos uso de una ventaja que
bien puede ser injusta", manifestó el cientista político.
“Yo fui a un colegio cuico.
Fue al Verbo Divino, y les puedo decir que muchos alumnos de mi clase
eran completamente idiotas; hoy día son gerentes de empresa. Lógico, si
tenían redes. En esta sociedad no hay meritocracia de ninguna especie”.
Estas fueron las declaraciones que formuló la semana pasada el ex
ministro de Hacienda Nicolás Eyzaguirre, durante la conferencia “26
años del PPD, raíces históricas, aportes y desafíos actuales”, en la que
expuso frente a un grupo de militantes de esa colectividad.
Y como era esperable, sus dichos, que fueron consignados por el diario El Mercurio,
no pasaron inadvertidos y causaron indignación entre varios ex alumnos
“del Verbo”, quienes aprovecharon la tribuna de ese mismo diario para
acusar al economista de hablar con una “liviandad insólita”, de “borrar
con el codo” sus propias palabras tras recibir en 2000 una distinción
como ex alumno del establecimiento, y de haber proferido una “ofensa
gratuita, plagada de odio y de resentimiento”.
Pero no todas fueron críticas. El abogado y cientista político
Cristóbal Bellolio, quien también estudió en el Verbo Divino –del cual
llegó a ser presidente de su centro de alumnos en 1997– respaldó la
tesis del ex ministro.
En una carta publicada este lunes por El Mercurio, consideró
que Eyzaguirre se expresó “torpemente” al tildar de “idiotas” a sus ex
compañeros, pero advirtió que no reconocer que quienes egresan de un
colegio de élite tienen una evidente ventaja es “tapar el sol con un
dedo”.
“No puedo dejar de llamar la atención sobre el fondo del asunto.
Eyzaguirre se expresa torpemente, pero tiene un punto válido: en Chile
no existe auténtica meritocracia y los niños que asisten a colegios de
la élite prácticamente tienen la vida asegurada por las redes sociales
que desde entonces cultivan. De esto hay evidencia indesmentible en
nuestro país”, sostuvo.
Y enfatizó que “una cosa –legítima– es manifestar orgullo por un
colegio. Otra distinta es querer tapar el sol con un dedo y afirmar que
los que asistimos a establecimientos particulares pagados como el Verbo
Divino estamos en igualdad de condiciones con el resto de nuestros
compatriotas. No lo estamos: hacemos uso de una ventaja que bien puede
ser injusta. Reconocer la realidad es el primer paso para tratar de
cambiarla”.
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