Reforma educacional
Publicado: 27.12.2013
La
reforma a la educación incluida en el programa de Michelle Bachelet es
ambiciosa y plantea cambios de fondo. Los expertos del Centro de
Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile
desmenuzan las propuestas y analizan críticamente el impacto que podrían
tener en el sistema educativo. Y aunque en general la dirección parece
ser la correcta, aún hay muchos puntos que no han sido abordados y que
son relevantes si lo que se quiere tener es un sistema más justo, con
educación de calidad que no segregue.
El programa de
gobierno de la presidenta electa Michelle Bachelet propone una ambiciosa
reforma educativa, cuyos ejes son convergentes con la demanda de los
movimientos estudiantiles y con la pretensión de contar con sistema
escolar justo y competitivo, más coherente con el nivel de desarrollo al
que el país aspira. En la educación básica y media ésta contempla: i)
entregar recursos del Estado sólo a sostenedores sin fines de lucro; ii)
terminar gradualmente con el financiamiento compartido; iii) concluir
con toda forma de selección de alumnos; iv) reemplazar la administración
municipal por una nueva institucionalidad para la educación pública; y
v) mejorar la formación de los profesores. ¿Qué tan justificadas son
esas prioridades? ¿Qué omisiones relevantes posee el programa de la
Nueva Mayoría en estos temas?
Respecto del término del lucro en el sistema escolar, la evidencia comparada da cuenta de que en muy pocos países se permite que existan escuelas con financiamiento público que puedan lucrar.
Lamentablemente, no existen muchos estudios respecto de este asunto en
Chile: se sabe que la mayor parte de las escuelas privadas
subvencionadas son con fines de lucro, que sus desempeños no son mejores
que los de establecimientos públicos, y que su presencia se asocia con
efectos inequitativos (aunque esto es común a las escuelas sin fines de
lucro, por ejemplo católicas). Los sostenedores privados laicos sin
fines de lucro son muy escasos en Chile. De priorizarse el fin de los
establecimientos subvencionados con fines de lucro, es importante tomar
en cuenta que esta reforma debe ir amarrada con (o ser posterior a) las
otras que se proponen más abajo: gratuidad, no selectividad, y expansión
de la educación pública; de lo contrario, sus efectos positivos serán
limitados y existe el riesgo de ocasionar efectos indeseados, como
problemas locales de cobertura.
La evidencia en contra del financiamiento compartido se ha acumulado
rápidamente: cobrar a las familias reduce (inequitativamente, por
cierto) su libertad de elección; promueve la conformación de escuelas
socialmente homogéneas, aumentando la segregación social del sistema
escolar chileno (el más segregado de los 65 países que participan en la
prueba PISA-2012); y no contribuye al mejoramiento de la calidad
educativa, al contrario, podría ser un mecanismo de “mejoramiento
espurio”. El financiamiento compartido es una rareza a nivel
internacional, puesto que los sistemas escolares de los países
desarrollados son masivamente gratuitos; y es además inconsistente con
la Ley General de Educación que prohíbe la selección de alumnos por
criterios socioeconómicos. Bachelet considera la lucha contra la
segregación escolar y la gratuidad dos pilares de su reforma, y el
financiamiento compartido es incoherente con ambos.
Respondiendo a la demanda estudiantil, la presidenta electa
también propuso ampliar la gratuidad en la educación superior: sería una
verdadera ironía tener un sistema universitario gratuito, pero cobrar a las familias por la educación básica y media.
Para avanzar a un escenario de completa gratuidad de los
establecimientos con financiamiento estatal, el primer paso debiese ser
el cambio del actual proyecto de ley de subvención para la clase media,
por una ampliación de la ley SEP para los deciles 5 a 8.
Terminar con la selección de alumnos va más allá de extender
la gratuidad y se vincula con los múltiples mecanismos de selección
académica que existen en Chile. El programa de gobierno no especifica
una propuesta para acabar con ellos. La evidencia internacional
muestra que son múltiples las formas por las cuales algunos sistemas
escolares son selectivos, y que dicha selectividad no garantiza mayor
calidad, pero sí se asocia con mayor desigualdad. Aunque Chile prohibió
la selección académica hasta sexto básico, múltiples reportes dan cuenta
de que esta se sigue aplicando, especialmente en colegios particulares
subvencionados. Es indispensable que se amplíe la fiscalización de la
Superintendencia de Educación y la aplicación de sanciones por
incumplimiento. También debiera plantearse extender esta prohibición
hasta cuarto medio (sin perjuicio de que se pueda considerar un estatuto
especial para un reducido número de liceos públicos emblemáticos). Dos
prácticas adicionales de selección académica son la repitencia (Chile
tiene una de las tasas más elevadas dentro de la OECD) y la organización
de los cursos por nivel de desempeño. Ambos mecanismos –especialmente
la repitencia– han sido asociados con efectos negativos en el
aprendizaje y el futuro escolar de los alumnos, especialmente de los más
desaventajados.
Respecto del término de la municipalización y la creación de una
nueva institucionalidad para la educación pública, es relevante destacar
que la evidencia comparada enseña que existen múltiples alternativas
institucionales. Sin embargo, hay cuatro principios relevantes que se
debe buscar: i) debe existir claridad de las funciones y competencias
que son asignadas al nivel central, intermedio, y escuela-; ii) deben
existir mecanismos de accountability y apoyo de calidad para
los niveles intermedios; iii) los niveles intermedios deben crear
suficientes capacidades técnicas para ser un apoyo efectivo en el
mejoramiento sostenido del desempeño de sus escuelas; y iv) cualquiera
sea el diseño institucional, es indispensable que se fortalezcan las
competencias, autonomía y capacidades de cada escuela.
También se debe tener claro que el rediseño institucional no es lo único que requiere la educación pública para renacer.
Algunas medidas urgentes, que no están mencionadas en la propuesta de
gobierno, son: i) mecanismos de financiamiento para crear nuevos
colegios públicos en zonas de expansión urbana; ii) financiamiento para
que todas las escuelas públicas cuenten con una oferta suficiente de
prekínder y kínder –niveles donde se define la entrada de los nuevos
estudiantes al sistema escolar–; iii) ofrecer colegios públicos de
excelencia no selectivos desde prekínder –al estilo de los liceos
bicentenarios– que permitan generar credibilidad respecto de la
viabilidad de la educación pública; iv) apoyo técnico a los niveles
intermedios de la educación pública y la implementación de estándares de
calidad a ser aplicados por la Agencia para la Calidad de la Educación;
v) un programa de ampliación de los colegios públicos de excelencia que
existen en la actualidad; y vi) postergar o suspender el cambio de
estructura curricular planteada para el 2017 desde 8-4 años de enseñanza
básica y media a uno de 6-6, pues además de no mejorar los
aprendizajes, razón por la cual se aprobó, genera un enorme daño a la
educación pública.
Finalmente, el quinto compromiso tiene que ver con el mejoramiento
de la formación inicial de los profesores y de la calidad de los que
están en ejercicio. Para ello se plantea contar con Escuelas de
Pedagogía de excelencia y el establecimiento de una carrera docente. La
evidencia internacional es robusta en indicar la importancia de la
calidad de los maestros en determinar las oportunidades de aprendizaje
de los niños. Buscar la excelencia de las escuelas de pedagogía
es importante, pero también es indispensable asegurar que se cerrarán
aquellas de baja calidad, y entregar los recursos suficientes que
permitan una buena formación de los nuevos maestros, lo cual es
inconsistente con la actual proposición de que el monto del aporte
fiscal (vía aranceles de referencia) se vincule con las remuneraciones
promedio de los egresados: los profesores son los profesionales peor
pagados de Chile, y dichos salarios son definidos principalmente por
políticas estatales.
Y aquí comienza el otro desafío urgente, que es mejorar las
condiciones laborales de los profesores: bajas remuneraciones, escaso
tiempo no lectivo, inestabilidad laboral, falta de apoyo y lugares de
trabajo poco desafiantes, que hacen que parte importante de los nuevos
maestros se retiren tempranamente de las aulas. Todos estos componentes
deben ser resueltos en el marco de la elaboración de una nueva carrera
docente, vinculante para todos los profesores que trabajan en
establecimientos con financiamiento público, aunque sean privados.
Los cinco compromisos de la Nueva Mayoría con el sistema escolar
incluyen componentes de una reforma integral, que acercarían el sistema
chileno a prácticas reconocidas en países con sistemas escolares mejores
y más equitativos. Sin embargo, hemos identificado vacíos importantes,
además de la necesidad de priorizar y diseñar un cronograma gradual de
reformas que minimice los efectos no deseados, permita al sistema
aprender y realizar a tiempo los ajustes necesarios. El diagnóstico
clama por la urgencia; el recuerdo del Transantiago, por la prudencia.