Revista “Sábado” publica artículo de alumna del MPE
Antonia Domeyko escribió “El colegio en que los niños
peruanos son mayoría”, su trabajo final del taller de Reportajes
impartido por el profesor Rodrigo Fluxá. El reportaje fue publicado por
la revista “Sábado”, de El Mercurio, el reciente 5 de octubre.
A continuación, el texto del artículo:
El colegio en que los niños peruanos son mayoría
En la escuela Cornelia Olivares de Independencia, el 62% de los
niños son inmigrantes. De esta cifra, más del 90% viene de Perú. El
ambiente escolar ha tenido que reestructurarse y adecuarse a las nuevas
costumbres que traen los estudiantes que vienen del país vecino.
Richard está en octavo básico y está terminado su período en la
escuela primaria Cornelia Olivares de Independencia. Se van a cumplir
tres años desde que llegó al establecimiento, lo que para él fue un
alivio. Antes estuvo en el colegio Santa Mónica de la comuna de San
Joaquín; él era el único peruano, sus compañeros se le acercaban y el
sentía que lo interrogaban preguntándole: ¿De dónde vení? ¿De qué parte
erí? ¿Qué comen allá? Richard se ponía muy tímido, no quería contestar,
hasta que decía con un tono muy despacio “Soy de Perú”.
“Yo me fui de ese colegio porque el director me ofendió porque era de
Perú, me dijo ‘Tú qué crees que estamos en Plaza de Armas para que
vengas a comer palomas’; entonces eso como que me bajonéo en el momento,
y yo lo que único que hice fue retirarme de la sala. Igual yo miraba
después al director y me daba miedo que me dijera de nuevo otras
palabras”.
Poco tiempo después la madre de Richard decidió cambiarlo al Cornelia
Olivares, donde el 62% de la matrícula corresponde a niños extranjeros.
Ahora está cómodo con amigos de su país y participa quedándose en las
tardes al taller de baile. En el otro colegio no podía hablar cosas de
Perú porque sentía que lo miraban raro y se incomodaba. Él se preocupaba
de acostumbrarse a las palabras chilenas y de que no se le escapara
algún modismo peruano.
La escuela queda en la calle Maruri en Independencia, uno de los
sectores de Santiago en que se encuentra la mayor parte de la población
que proviene de Perú. El barrio probablemente es una de las razones por
las que la escuela tiene una mayoría de niños peruanos y tan sólo un 38%
de alumnos chilenos.
Patricio Rojas, el director, cuenta que los niños vienen con un
aporte cultural, pero generalmente tienen un nivel sociocultural más
bajo y traen costumbres distintas que hay que aprender a manejar.
Francisca Pacheco es profesora del cuarto básico. En su clase hay
veintidós peruanos y quince chilenos. Para ella es complicado integrar a
los niños de Perú que vienen recién llegando, porque están muy
desnivelados en los contenidos respecto al resto de sus compañeros.
“Cuando me llega un niño al cuarto básico, de ocho o nueve años, por
nivel cognitivo y cultural tendría que estar como en segundo o tercero.
Se notan las diferencias socioculturales en cómo se expresan, ellos leen
un texto e infieren muy bien, pero el problema de ellos es escribir, no
usan conectores y no desarrollan la frase cuando escriben”.
Además, no tienen apoyo de la familia porque los papás son ausentes,
trabajan jornada completa para hacer dinero, pagar la pieza, tener
comida y enviar además a Perú. Por lo mismo muchos de los niños no
tienen a dónde ir cuando salen del colegio. Algunos padres buscan casas
de peruanos que se han transformado en guarderías, les cobran y dejan a
sus niños ahí hasta la noche cuando ya vuelven del trabajo.
Marcela Rodríguez, del departamento de educación de la Municipalidad
de Independencia, explica que hay hacinamiento en la comuna, debido a
los altos índices de migración de peruanos que llegan a vivir a las
antiguas casas señoriales del sector. Pero el hacinamiento no se ve,
está escondido tras las fachadas de las casas. En su interior hay un
pasillo largo con alrededor de seis dormitorios, en los que viven dos o
tres familias.
Las condiciones en que viven se reflejan a nivel colegio en la manera
en que ocupan el espacio. Cuando llegan en la mañana están exaltados,
corren por el patio, luchan entre ellos y están durante todo el día
botando energía. Como no tienen patio en sus casas, la escuela es su
lugar de esparcimiento.
Lo paradójico es que la gran falencia del colegio es su
infraestructura. Tiene un solo patio para un total de trescientos
treinta y dos niños. La escuela está construida a base de pequeñas
casitas de madera, que podrían ser mediaguas. Al mirarla en su entorno
rodeado de altos edificios parece una escuela rural transportada al
centro de Independencia. “Todavía no hemos podido construirla porque el
terreno es arrendado. Llevamos más de treinta años con infraestructura
provisoria. Es un tema súper fuerte, no podemos desarrollar un buen
currículum, hacerlo más interactivo, porque no tenemos espacios y los
que hay son terriblemente inhóspitos, tengo salas que se llueven y los
niños tienen que tener un tarrito al lado”, cuenta el director.
Como los niños llegan muy exaltados suelen tener una actitud un poco
más violenta. Los hombres tienen la típica pelea entre ellos, como todos
los niños. La profesora Francisca que una vez tuvo un rollo entre dos
papás, dos niñas se pelearon, se pegaron y se metieron los apoderados.
El director explica: “El apoderado peruano es castigador. Me tocó
denunciar tres casos este año de niños que tienen dolor o están
llorando. Llamamos a los apoderados o directamente a carabineros. Los
papás llegan altiro dando explicaciones, pero les decimos que no es
forma de tratarlos, que acá en Chile no funciona así. Los apoderados ven
cómo los niños son revoltosos y dicen ‘pero director cómo pueden
aceptar eso’. El esquema de allá es el que había en Chile hace 30 años.
Lo he conversado con ONGs y me dicen que es verdad. Los papás no
entienden, porque en Perú el profesor le manda una palmada al alumno y
el apoderado no tiene nada que decir. Ellos me dicen ‘director yo lo
autorizo a usted para que le dé un par de palmadas y lo enriele’ ”.
Cuando hay conflictos amorosos entre las niñas suelen haber peleas.
Las niñas se arreglan, y pololean con niños que no son del
establecimiento y ahí se generan los conflictos. Muchas veces el
director tiene que salir a la calle a solucionar las peleas entre las
niñas, que se dan por celos o porque se quitan los pololos. “Es una
cuestión muy territorial, son muy dominantes y las peleas van por ahí.
Es un patrón cultural distinto, acá las niñas son más recatadas, si
pololean son más tranquilas”.
Madelaine Levín fue apoderada del colegio y ahora tiene a sus dos
nietos chilenos en la escuela que tiene ocho y nueve años. Además
participa como secretaria del Centro de Padres, por lo que recibe muchas
aprensiones del resto de los apoderados. Reconoce que algunos chilenos
son prejuiciosos, pero que los peruanos también son muy sensibles. “Hoy
en día para los apoderados todo es bullying, están mal utilizando la
palabra ¿Cuántos niños no se tratan de feo? Es parte de los juegos
infantiles. A mi nieto de repente le pegan y yo también podría decir que
es bullying porque es minoría, porque es uno de los pocos chilenos del
curso”.
Richard reconoce que se lleva bien con sus compañeros, tanto con los
peruanos como con los chilenos. “Son súper buena onda, pero siempre está
la compañera que te tira la talla pesada ‘Ah no si este es peruano, no
sabe’”.
A Patricio le llamó mucho la atención cuando empezó a escuchar cómo
los niños peruanos bromeaban entre ellos. “Se echan tallas entre los
mismos compañeros se dicen ‘Si tu soy peruano, que aquí que allá’”, o
tallas de ese tipo. Increíblemente el que hace la broma también es
peruano, se lo dice al que lleva menos tiempo acá en Chile porque se
siente más chileno.
En general los niños que llegan al Cornelia Olivares se quedan, la
rotación de matrícula es baja, pero la razón por la que algunos niños se
van es porque vuelven a Perú. Muchos de los que llegan tienen un cambio
muy brusco, pasan de tener una casa con su pieza a vivir en un
dormitorio con toda su familia. La mayoría de los que se van han vivido
en Perú mucho tiempo sin su mamá y están acostumbrados a estar con sus
abuelos. Este año seis niños se han retirado de la escuela porque
vuelven a su país.
Otro problema que tienen es la matrícula fantasma. La mayoría de los
niños que llegan a estudiar a la escuela no están registrados, ya que no
han sacado su residencia. Esto significa que no tienen acceso a las
becas Junaeb, hay niños a los que no se les puede dar atención en el
sistema de salud, tampoco tiene derecho al almuerzo, solo se les permite
estudiar.
Integración multicultural
Jason llegó hace tres años al Cornelia Olivares, tiene quince años y
está en séptimo básico. Él llegó de Perú directamente a la escuela y se
integró rápidamente. “Han sido muy buenos conmigo, porque además me
dejaron entrar aunque yo sea mayor que mi curso”. Dice que le gusta el
colegio, se siente cómodo y solo tiene problemas cuando se porta mal.
Tiene amigos de los dos países y está pololeando con una compañera
chilena. Él es uno de los niños que llegó a la escuela con un nivel
sociocultural muy bajo en comparación a los de su edad y tuvo que entrar
dos cursos más abajo del que le correspondía.
La profesora cuenta que cuando tiene casos como los de Jason a veces
tiene que detener un poco la clase para ayudarlos, también se queda
después de clases con los niños para hacer reforzamiento y les manda más
tareas. Otro recurso que utiliza es mezclar las formas de aprendizaje
que traen los niños peruanos con las que se usan acá. “Por ejemplo me
dicen ‘tía yo en Perú dividía así’ y en Chile se divide de otra forma.
Pero a veces con la manera que usaban en Perú les sale mucho más fácil a
los chiquillos para aprender. Entonces así voy incorporando los dos
mundos”.
Para hablar de temas de historia, como la Guerra del Pacífico, lo
hacen desde una perspectiva latinoamericana, como una etapa en que se
estaban delimitando las fronteras de los países. El objetivo es
plantearle a los niños que hoy día son países hermanos; hay tratados de
libre comercio, hay una diferencia de mar que se están tratando en un
tribunal y no se ha llegado a la guerra ni nada por el estilo. Pero no
se exacerban situaciones que pueden generar conflicto y afectar en la
permanencia de algún niño en el colegio.
“Con el equipo que está trabajando acá nos hemos propuesto hace años
una política de inclusión en nuestro proyecto educativo, que habla de
desarrollar la integración y atención a la diversidad de género,
religiosa o de procedencia, atendemos a todos por igual. Por eso mismo
el que viene tiene que tener cuidado, porque una broma, un comentario
puede quebrar todo un esquema de trabajo”, explica el director.
Para integrar a los padres han hecho polladas invitándolos a
participar en la escuela. También ajustaron el horario de las reuniones a
las 19.00 horas, para que los apoderados que trabajan todo el día
puedan llegar.
El nuevo gobierno municipal se está haciendo cargo del tema de la
integración, lo que según Patricio no se veía hace más de dieciséis
años. Cristóbal Alarcón, jefe de educación de la Municipalidad de
Independencia, cuenta que están trabajando con Servicio País en un
proyecto de integración. La idea es incorporar a la familia a las
actividades de la escuela con diez talleres que se realizan los sábados
en la tarde, como coro, fútbol, reciclaje, etc.
Hace un año comenzaron a enseñar y a cantar el himno patrio de los
peruanos. En algunas actividades cantan los dos himnos, especialmente
para el veintiuno de mayo, que es una fecha complicada.
Para Fiestas Patrias hicieron una celebración latinoamericana con un
saludo a la bandera de Chile. La idea es hacer un evento con empanadas y
choripanes, y que también haya un stand con papas a la huancaína, ceviches, etc.
Richard estaba a cargo de la coreografía de “La Marinera”. Ensayaron
durante un mes para presentar su baile en la celebración. En la fiesta,
que se realizó el viernes antes de salir de vacaciones, los niños
bailaron los típicos bailes chilenos y Richard presentó junto a sus
compatriotas el baile nacional peruano para celebrar el dieciocho de
septiembre.