Agosto será un mes de juicios por abusos a menores. A fines de mes,
será formalizado el cura legionario John O´Really; la semana que viene
empieza el juicio por el Colegio Apoquindo. Y también empezará la
preparación del juicio oral del Caso Hijitus. A los imputados Juan
Manuel Romeo y su madre, Ana María Gómez, les están pidiendo penas que,
sumadas, hacen más de cien años.
La semana pasada, Piñera, el Presidente de la República, cuando
promulgó la ley que endurece las penas por abusos sexuales a menores,
aludió a este caso: “Hay personas que trabajan en esta casa de La Moneda
que son muy amigos y cercanos a nosotros que han sido víctimas de esta
tremenda situación de abuso y crueldad”. Se refería a su asesor José
Miguel Izquierdo. La declaración, algunos dijeron, significó interferir
en un proceso en curso: Izquierdo es padre de uno de los menores que el
Estado, a través de los tribunales, la Fiscalía y sus servicios
auxiliares, ha declarado víctimas de Juan Manuel Romeo. Además, él mismo
ha sido denunciado como el autor de lesiones en contra del padre del
detenido, durante una noche de linchamiento en las afueras del jardín,
en la que, aunque existen grabaciones de televisión, no ha sido
formalizado.
Los hechos: un hombre con epilepsia refractaria, severa, que trabaja
en el jardín de su madre haciendo clases de computación. Son clases de
tres niños, al lado de la oficina de la dirección. Lo acusan de abuso
sexual -llegan a haber más de 70 denuncias-, y luego se formaliza a su
madre. Entremedio, la noche de la detención, su padre es golpeado por
los apoderados. Al día siguiente, el jardín dañado y cerrado de facto.
El caso transcurre por los medios.
EL IMPUTADO
Romeo tiene 36 años y, dice su hermano Pablo, hasta los siete era un niño normal, que en una pista de bicicross, allá por los ochenta tuvo un accidente, un golpe severo en la cabeza. De entonces que cambió. Y ese cambio se transformó en un diagnóstico, una epilepsia refractaria. Algo que, dice un amigo, hasta le impide abrocharse los zapatos y hacer otra cosa al mismo tiempo.
Romeo tiene 36 años y, dice su hermano Pablo, hasta los siete era un niño normal, que en una pista de bicicross, allá por los ochenta tuvo un accidente, un golpe severo en la cabeza. De entonces que cambió. Y ese cambio se transformó en un diagnóstico, una epilepsia refractaria. Algo que, dice un amigo, hasta le impide abrocharse los zapatos y hacer otra cosa al mismo tiempo.
En junio del año pasado, Juan Manuel Romeo fue denunciado, tomado preso y formalizado. Todo, en 26 horas.
Por supuesto que el camino a esa detención es más largo. La explosión
que el caso tuvo en los medios, fue de la mano del muy mediático
abogado y periodista -y ex vocero de la Fiscalía Oriente- Mario
Schilling, a quien la familia culpa de buena parte de lo que ocurre.
La imputada, Ana Gómez, declaró en Fiscalía sobre Schilling. La
directora de Hijitus dijo que el abogado había tenido a sus dos hijos
matriculados durante el 2011 y que el 2012 el más grande se fue a otro
colegio, al Bradford. Pero en marzo el niño regresó. “Yo le pregunto que
qué había pasado y entonces me responde que había averiguado que en el
Bradford había una profesora que había abusado de los niños”, explicó
Gómez. El niño estuvo en el jardín hasta abril, cuando fue retirado de
nuevo para matricularse en el colegio Dunalastair (donde también habrían
denuncias de abusos sexuales y una querella, a nombre de un familiar de
Schilling). Gómez agregó que el menor de los hijos del abogado se
retiró del jardín unos veinte días antes que estallara la denuncia y que
su padre explicó que se lo llevaba “porque iban a tener mucho trabajo
en la oficina”.
Sobre dudas del abogado con los profesores planteadas esa vez, Gómez
declaró que “el año pasado (2011) recuerdo que cuando fue a preguntar
por el jardín yo le informé que tenían existían tres profesores hombres y
él afirmó que por su experiencia los profesores de música eran todos
pedófilos”.
TESTIMONIOS
Los testimonios de las víctimas y cómo se obtuvieron serán materia de discusión en el juicio. Carolina Alliende, la abogada de la Defensoría Penal que representa a Romeo, sostiene que “la reconstrucción de recuerdos se va haciendo después de la denuncia”.
Los testimonios de las víctimas y cómo se obtuvieron serán materia de discusión en el juicio. Carolina Alliende, la abogada de la Defensoría Penal que representa a Romeo, sostiene que “la reconstrucción de recuerdos se va haciendo después de la denuncia”.
Alliende llegó a la causa recién en febrero pasado. “Pensé que me iba
a topar con 77 denuncias y lo que se decía en los medios, que este era
el caso del pederasta más grande de la historia. Sin embargo, cuando
empecé a leer la carpeta me di cuenta que existía mucha
sugestionabilidad”, dice.
Para Alliende, lo que ha pasado es una psicosis colectiva similar a
la ocurrida en otros países. En Alemania, cuenta, esto ocurrió hace
veinte años y tiene que ver con la falsa memoria que se presenta en
menores de entre 3 y 4 años. Alliende dice que la primera madre
denunciante tenía una mirada estigmatizadora sobre Romeo y que en su
casa le realiza preguntas dirigidas a su hija hasta conseguir la
develación. La niña dice, mientras llora y ríe al mismo tiempo, haber
sido tocada en sus partes íntimas. “Y la madre -no la juzgo, le
encuentro razón-, empieza a contactarse con el abogado querellante para
hacerle presente y descartar la posibilidad que el resto de los niños
hubiesen sido supuestamente abusados. Ahí comienza el conflicto”.
La niña fue entrevistada por psicólogos y fiscales intensamente. Ese
día, además, se reunieron más de 70 apoderados del jardín en la casa de
Schilling, donde una psicóloga les explicó la sintomatología de un abuso
sexual. “Muchos niños tenían esa sintomatología y muchos padres
comenzaron a hacer denuncias por abuso sexual sin develación. Los niños
jamás les contaron que fueron víctimas de abuso sexual y ellos
igualmente hicieron la denuncia”.
Los niños no solo hablaban de Romeo. Uno mencionó a un profesor de
gimnasia, colorín. La madre de la primera denunciante, frente a la
televisión, dijo que otro profesor se toqueteaba con Romeo delante de
los niños. Después tuvo que pedir disculpas.
Cuatro meses después de la detención de Romeo se sumó una segunda
denuncia, de una niña que llevaba todo ese tiempo en terapia de
reparación con la psicóloga Paula Vergara, que ha atendido a algunos de
los denunciantes. La niña, dice Alliende, recién en la quinta entrevista
dio un relato, citando a la primera víctima y diciendo que su madre le
había dicho que contara lo que había pasado, aunque en varias sesiones
no se acordaba. “Se explayó con un relato. Y luego que Paula Vergara
hubiera estado con todos estos niños en terapia de reparación. Tú no
puedes reparar si no hay develación”, dice Alliende, cuestionando el
testimonio.
El abogado querellante Mario Vargas, que representa a uno de los
niños por los que se encuentran formalizados los Romeo, defiende cómo se
han tomado los testimonios, y explica que se han allanado a todas las
diligencias pedidas por la familia, como exámenes sicológicos a los
padres de los denunciantes. “La inducción no es efectiva. Los
testimonios han sido obtenidos por los protocolos que han instaurado el
Estado y la Fiscalía, que se han cumplido cabalmente, tanto que el juez
de Garantía no ha hecho ninguna observacion a cómo se ha obtenido la
prueba, ni tampoco la Corte de Apelaciones”.
A esa hay que sumar un elemento planteado por la defensa de Romeo el
año pasado: un correo electrónico en que, el 15 de junio del 2012, una
apoderada indica al resto sobre cómo declarar: “les pido que recuerden
que tan solo la declaración de que sus hijos estuvieron solos con el
pederasta en la sala de computación puede ayudarnos a sostener la culpa
de la administradora y de otras educadoras”.
La situación de la madre de Romeo también será materia de discusión.
Mientras que para la abogada Alliende siginifica que “por primera vez en
Chile se formaliza a una persona por no haber evitado un delito
supuesto, y en Chile no existe la complicidad por omisión”, para Vargas
es una figura establecida en el Código Penal y su delito es el
encubrimiento. “La madre tenía conocimiento de las actuaciones de su
hijo y lo encubrió. Los niños han dado relato de aquello pero no quiero
referirme al fondo de la investigación antes del juicio”, dice.
La Fiscalía, contactada para referirse al caso, no respondió.
La Fiscalía, contactada para referirse al caso, no respondió.