Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

viernes, 23 de agosto de 2013

El SIMCE y la distorsión del fenómeno educativo


abr 12, 2012 2 Comentarios
“La prueba Simce por fin muestra que todos los esfuerzos que hemos hecho en materia de educación están dando sus frutos y que nuestro sistema educacional está bien encaminado; mejora la calidad, mejora la equidad y por tanto podemos mirar con mucha mayor confianza el presente y con mucha mayor esperanza el futuro”.
Con estas palabras, el presidente Sebastian Piñera junto con el ministro de educacion Harald Beyer, dieron a conocer ayer  en la Escuela Básica Francisco Ramírez, de la comuna de San Ramón, los resultados de la prueba Simce general 2011 de 4º y 8º Básico. No obstante ello, es valido cuestionarse qué tan legitimo es un sistema educacional que basa su éxito bajo parámetros de medición formales (que miden sólo una parte del fenómeno educativo) para efectos de aseverarlo como “bien encaminado”.
¿Es este resultado un verdadero indicador de la “calidad”? ¿Qué tan deseable es un sistema educativo que mide su “calidad” mediante este tipo de pruebas?. Finalmente, lo nuclear de la inquietud es ¿De qué se esta hablando cuando con pomposidad se habla en los medios sobre la “calidad de la educación”?.
La educación: la madre de todas las batallas ideológicas.
Uno de los más grandes mitos -más bien a conveniencia- existentes sobre la educación, es que ésta es “desideologizada”, ¿Es esto posible? La misma frase del gobierno sobre el resultado de la prueba Simce nos puede dar luces sobre la respuesta “… mejora la calidad, mejora la equidad y por tanto podemos mirar con mucha mayor confianza el presente y con mucha mayor esperanza el futuro”. Es claro entonces que el gobierno considera, a lo menos, como correcto lo siguiente (en la medida que es lo que más se enfatiza públicamente):
La calidad de lo educativo está directamente relacionado con el resultado de una prueba estandarizada que mide formas de conocimiento formal. El resultado que espera el Estado de Chile de sus estudiantes (pues es lo que se mide, se publica y sobre lo que se trabaja en esta prueba y en la PSU), se enfoca principalmente en mejoras de su capacidad comprensiva y productiva, con una capacidad de criticidad y de colaboración mínima.
El proyecto al largo plazo del Estado en la materia debe seguir en la senda descrita con anterioridad (prueba de ello son, por ejemplo, los constantes intentos por legislar sobre la baja de horas curriculares en humanidades -historia, arte y filosofía en especial-). Sumado a lo anterior, y a pesar de esfuerzos aislados de los gobiernos de la concertación por un cambio curricular que permita sacar lo educativo de la lógica meramente productiva (así por ejemplo Sergio Bitar a inicios del 2000 con los Objetivos Fundamentales Transversales), la estructura sobre la que funciona sigue empujando sus objetivos al punto de limitarlo al mero conocimiento formal: en la medida que los profesores y estudiantes se midan con la vara del SIMCE y la PSU -sobre todo para el absurdo de otorgar financiamiento a los colegios, profesores, directores y municipalidades según los resultados obtenidos-, cualquier intento por desarrollar otro tipo de competencias en los niños y niñas de Chile será en vano. La presión por rendir en las materias evaluadas, lleva a distorsionar el fenómeno educativo, en la medida en que éste es el proceso cultural por el que un individuo adquiere las herramientas cognitivas y culturales necesarias para el desarrollo intelectual, emocional y físico comprendido dentro de una comunidad.
Podemos concluir de lo anterior, que el Estado de Chile considera que la única estructura educativa importante para medir la “calidad” de la educación, es el colegio y, en particular, los resultados de pruebas estandarizadas de conocimiento formal. Así entonces, la crítica, la reflexión, la construcción de la identidad, la superación del fracaso, la vida en comunidad, los derechos civiles y políticos, entre muchos otros temas, son dejados de lado para darle prioridad a las competencias que permitan un desarrollo científico-matemático y una comprensión lectora eficientes para hacer del capital humano (o estudiantes como le llamamos nosotros) factores productivos eficientes en cualquier mercado laboral (OCDE 2009) ¿Valores que se fomentan? El individualismo como forma de convivencia social y consumo como forma de realización espiritual. ¿No es acaso sumamente ideológica la educación que entrega el Estado de Chile?
“Por tanto, debe esperarse que el trabajo que él aprenda a realizar compense también en su totalidad el gasto incurrido en su educación y genere al menos una ganancia similar a la de un capital de igual valor” Adam Smith, La Riqueza de las Naciones.
Es mucho más que las estructuras formales; mucho más que el colegio.
Más allá de que la tendencia a nivel mundial es a estandarizar el desarrollo de las pruebas de conocimiento formal como parámetros de medición (más aún en la medición internacional), en nuestro país al parecer -a diferencia de la inmensa mayoría de los países latinos, anglosajones y europeos- estas pruebas se bastan a sí mismas, o sea, que del resultados que de ellas se derivan -SIMCE y PSU- se siguen todas las políticas públicas en educación, en donde lo que importa es mejorar los resultados en matemática y lenguaje como si estas disciplinas bastaran para el desarrollo integral (emocional, identitario y cognitivo) de la persona.
Éstas políticas, a la larga, han traído como consecuencia un empobrecimiento increíble del desarrollo de las capacidades emocionales y de los elementos identitarios-culturales de la sociedad chilena, sobre todo en lo que significa vivir en comunidad, pues su finalidad es la formación de capital humano y la generación de consumidores conocedores de sus derechos que contribuyan al crecimiento económico del país.
Para nosotros, el sistema educativo debe ser entendido como parte de un sistema socio-político cuyos objetivos sean definidos por la sociedad a través del estado. Un buen modelo educativo será aquel que fomente el desarrollo integral de la persona considerando la institución educativa, la familia y la comunidad como parte del proceso formativo; solo así se podrán entregar las herramientas necesarias para la constitución de un sujeto social consiente de la realidad y capaz de autodeterminar su actuar personal, pero comprendiendo siempre que el desarrollo de este pasa también por el de la comunidad en donde está inserto.
¡Compártelo!