En la ciudad de Valparaíso, en
la costa de Chile, una pequeña biblioteca está tratando de acercar a los
niños a un mundo de libros nuevos.
La biblioteca se llama "Libro alegre" y el
lugar, de hecho, lo es: está repleto de muñecos de peluche, piezas de
lego y una cocina de juguete con comida de plástico.
Pero, más que nada, es un sala repleta de historias.
Imogen Mark, voluntaria de "Libro alegre", dice que la colección es única.
Mark es británica, pero vive en Chile desde hace años.
La mayoría de los libros que recibe proviene de
donaciones de los países escandinavos. En Chile los traducen al español,
y luego los textos traducidos se imprimen, se recortan y se pegan sobre
los originales en danés, sueco o inglés.
"Son libros reciclados que no existen en ningún otro lugar del país", dice.
Una en la costa, otra en la montaña
La biblioteca se encuentra en dos lugares: la
mayoría de los libros está en el edificio principal, en la zona
turística de Valparaíso, cerca del puerto. El resto del material, en la
parte más alta de la ciudad, en un barrio pobre llamado Montedónico.
Para llegar hasta allí hay que tomar un autobús
que sube por una calle empinada. Es un área que, al pasar, puede parecer
un poco triste.
Las nubes se quedan estacionadas allí, como si no tuviesen más energía para subir hasta el cielo.
Pero en el patio de un pequeño centro médico hay
tres contenedores rojos y, en su interior, una sucursal local de "Libro
alegre".
Los contenedores llegaron de Dinamarca en abril, llenos de libros.
Tienen estantes como cualquier biblioteca y un lugar para que los niños se sienten y disfruten de la lectura.
Evelyn Badilla, bibliotecaria encargada de las
instalaciones en Montedónico, dice que los niños se ven reflejados en
estos libros.
"Se sorprenden cuando se reconocen a ellos mismos".
Lectura a la antigua
El proyecto fue diseñado por Anna Hansen, una
maestra danesa jubilada que vivía y trabajaba en Chile. Cuando regresó a
Dinamarca, a mediados de los 90, se le ocurrió la idea.
"Había una brecha enorme", recuerda, "y se me ocurrió crear una biblioteca para ver qué pasaba".
Durante su tiempo en Valparaíso, Hansen notó que
había muy pocos libros disponibles para los niños. Y le pareció una
pena que esto les impidiera compartir historias.
Según Imogen Mark, los libros que trajo Hansen
también sirvieron para introducir en esta parte del mundo, un nuevo tipo
de historias.
Muchos libros para niños en Chile, explica Mark,
se quedaron pegados a la década del 50. Tienen como misión mejorar la
lectura de los más pequeños y tratan de enseñarles algo. Por lo general,
esconden una lección moral, añade.
Son pocos los que sencillamente cuentan una
historia desde el punto de vista de un niño, como lo hace por ejemplo
"Donde viven los monstruos" de Maurice Sendak, uno de los muchos libros
de autores estadounidenses que tiene la biblioteca.
"Libro alegre" comenzó con una colección de 50
libros. En la última década, el equipo tradujo cerca de 1.500. Imogen
Mark sabe que, en la mayoría de los casos, los niños que aparecen en los
cuentos son rubios y de ojos azules y que las casas que muestran son
las típicas de Estados Unidos y Europa.
"Eso a veces es un poco problemático", señala.
Pero los temas son universales: ¿qué pasa cuando
se muere tu abuelo? o ¿cómo te sientes cuando vas a la escuela y nadie
quiere ser tu amigo?
El libro más popular de todos, cuenta Mark, es
uno protagonizado por el perro Spot. Aunque hay otro de Alemania que los
niños adoran.
"Se llama 'El topo que quiere saber quién le hizo caca en la cabeza'".
Los niños que acuden a "Libro alegre" son como
los niños de todo el mundo. Les fascina este libro por que cuando lo
leen, pueden decir caca todas las veces que quieran.