lunes, 7 de junio de 2010
APARECIÓ EL ‘CUCO': ¡LLEGÓ EL SIMCE!
El sistema educacional chileno es como un barco recién salido de los astilleros y que hace agua por los cuatro costados, pero la demagógica autoridad culpa de la mala construcción ingenieril a los marineros que deben administrarlo
Desde que el MINEDUC implantó el Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (SIMCE) hace ya 25 años, los chilenos venimos escuchando las mismas conclusiones, comentarios y reflexiones de parte de las autoridades de turno. En resumen, hasta este momento (año 2010) no ha habido ningún SIMCE que satisficiese medianamente a los directivos políticos de gobierno y oposición, pese a que ellos son conscientes de la enorme responsabilidad culpable que les compete (casi exclusivamente) en estas materias.
Pero, ¿qué es, realmente, el mentado SIMCE? Recurramos al propio MINEDUC para que nos lo explique.
"El SIMCE es el Sistema Nacional de Evaluación de resultados de aprendizaje del Ministerio de Educación de Chile. Su propósito principal es contribuir al mejoramiento de la calidad y equidad de la educación, informando sobre el desempeño de los estudiantes en diferentes subsectores del currículum nacional, y relacionándolos con el contexto escolar y social en el que ellos aprenden."
"Las pruebas SIMCE evalúan el logro de los Objetivos Fundamentales y Contenidos Mínimos Obligatorios (OF-CMO) del Marco Curricular vigente en diferentes subsectores de aprendizaje, a través de una medición que se aplica a nivel nacional, una vez al año, a los estudiantes que cursan un determinado nivel educacional. Hasta el año 2005, la aplicación de las pruebas se alternó entre 4º Básico, 8° Básico y 2° Medio. A partir del año 2006, se evalúa todos los años a 4° Básico y se alternan 8° Básico y 2° Medio."
"Además de las pruebas asociadas al currículum, el SIMCE también recoge información sobre docentes, estudiantes y padres y apoderados a través de cuestionarios de contexto. Esta información se utiliza para contextualizar y analizar los resultados de los estudiantes en las pruebas SIMCE."
Año tras año, la prensa se da un verdadero festín cuando el Mineduc da a conocer los resultados del SIMCE. El dedo mediático revuelve la herida hasta tornarla purulenta, lo que de inmediato es recogido por el estamento de los políticos para lenguajear la verborrea que les es habitual pero, obviamente, esquivando la propia responsabilidad y culpando, como dice la bajada del título, a los ‘marineros' que están a cargo de la nave mal construida.
Las presentes líneas no están destinadas a dar a conocer los resultados de esta prueba (si le interesa ello, favor dirigirse a http://www.simce.cl/index.php?id=421), pues lo que pretende este artículo no es demostrar, sino simplemente mostrar o mencionar algunas situaciones que constituyen el basamento del fracaso de la educación (no sólo ‘pública' sino también privada, aunque esta última en muy menor grado).
En los últimos años la mano dura se ha cargado sobre los docentes, a quienes el Estado y la sociedad les endilgan un cúmulo de acciones que definitivamente NO CORRESPONDEN ser realizadas por el profesorado, quitándole preciosas horas (y días y semanas) a la actividad única que por excelencia los maestros deben efectuar: la enseñanza de materias, de programas de estudio, de contenidos y de información ‘académica' más que psicológica, o sociológica, o moral, o médica, etc., pues para realizar estas última actividades existen psicólogos, sociólogos, curas y pastores, médicos, etc., que se han preparado debidamente para ello...pero no le exijamos a los docentes que asuman responsabilidades que están fuera de su campo profesional. Hacerlo, significa -en estricto rigor- que aquel que da esa instrucción (en este caso, quien administra el Estado Docente) es un ignorante con mayúscula...o un politicastro vivaracho y fresco de cutis.
Por si acaso -en el supuesto evento de que el lector desconozca la situación- es necesario avisar que en materia de calidad profesional, la queja política y mediática respecto de la idoneidad del profesorado, si se interesara en otras profesiones el resultado -lo aseguro y lo firmo- sería mucho peor. Ingenieros cuyos puentes colapsan a la primera inundación...médicos que pierden bebé y madre en los partos...arquitectos que construyen edificios que se derrumban con un sismo de mediana intensidad...ingenieros comerciales que fracasan ante la primera crisis económica...y así sucesivamente ocurre con todas las profesiones, incluyendo la militar, ya que no bien se produce un conflicto limítrofe serio con -y es un ejemplo- Argentina, quienes resultan muertos y derrotados son siempre los chilenos (Laguna del Desierto, es el ejemplo más claro de ello).
Cargarle la mano únicamente al profesorado se convierte en una frescura y cobardía sin nombre, muy típica y propia del estamento politiquero que se niega a reconocer sus faltas e irresponsable pusilanimidad. Los docentes tienen responsabilidad en el fracaso de la educación chilena...pero son actores secundarios en esta tragedia.
Quizá el público desconozca la situación diaria, rutinaria, que los docentes enfrentan al interior del establecimiento educacional ‘público' (v.gr.; municipal), donde están obligados a destinar más del 40% de sus horas DOCENTES a efectuar trabajos ‘administrativos y estadísticos', solicitados no sólo por su empleador (la alcaldía y el DAEM), sino también por el Ministerio de Salud, la JUNAEB, la Dirección Provincial de Educación, el MOP, el SERVIU, e incluso la Junta de Vecinos del sector, amén de cuanto diputado y senador y concejal ande revoloteando o hinchando nueces por el sector.
El exceso de papeleo burocrático, e inconducente en ciertas ocasiones, se ha transformado en una de las ‘principales' actividades que el establishment le exige al profesorado que labora en escuelas y liceos municipalizados. Papeleo que, mayoritariamente, termina durmiendo el sueño eterno en un CD o en algún archivador de palanca allá en Santiago, o arrumbado en bodegas situadas en sótanos húmedos donde nadie llegará jamás a hojear algunos de esos documentos para usarlos como referentes en la estructuración de nuevos programas o nuevas leyes, puesto que para tales efectos el establishment presta oídos solamente a las maquinarias políticas de turno, las que por ningún motivo considerarán positivamente la opinión de los profesores (quienes tampoco son llamados a sentarse junto a los políticos para analizar estos temas).
Lo anterior, obviamente, no sucede en los colegios e institutos particulares. Allí, ningún profesor pierde miserablemente su tiempo de docencia en responder y llenar decenas de cuestionarios, papeles, documentos, encuestas y demases, exigidas por el MINEDUC. Tampoco deshojan sus necesarias horas de clases en atender ‘médica, psicológica ni socialmente' a sus alumnos, como sí están obligados a hacer -cada día- los profesores de la educación pública (muchos de los cuales trabajan también, parcialmente, en la educación particular y sus logros académicos difieren sustancialmente debido a los motivos señalados en estas línea).
¿Y las políticas de Educación en el aparato público ? ¡Ah...las políticas! He ahí el quid del asunto, la yema del huevo, el cuesco de la palta. ¿Cuántos programas ha parido el MINEDUC desde el año 1985 a la fecha sin obtener resultados significativamente positivos? Decenas, tal vez cientos de programas han sido impuestos por el Estado Docente en la peregrina convicción de que se puede construir sobre arena, ya que el problema de fondo -el verdadero intríngulis- se halla en el marco teórico que sustenta a la política central en estas materias. Si ello no cambia, los avances seguirán siendo mínimos, lentos e insuficientes.
Es imprescindible devolverle al profesor el mando en la sala de clases y en el sistema escolar. Los niños y los adolescentes tienen derechos, por cierto. Pero esos derechos no pueden constituir el escenario ideal para la flojera, la frescura e incluso la delincuencia. Muy pocos alumnos, hoy día, sienten presiones o angustias si obtienen calificaciones por debajo de la nota mínima, la cual, además, por reglas obsoletas y ‘filopsicológicoides', deben ser anotadas con tinta azul, jamás ‘roja' porque ese color provocaría ‘traumas' en el alumno (¡¡no me diga!!). Tampoco se puede retar a un alumno(a) que esté armando bochinche en la sala de clases, ya que ello atenta contra los derechos del susodicho (¡¡no me diga, de nuevo!!), y pensar que ese mismo alumno(a) cuando practica deporte en su club del barrio, y el DT o el ‘profe' lo reta a grito limpio y públicamente si hace mal una jugada...
Que yo sepa, ¡¡no se trauma, el niño ‘intocable'!!..y lo que es más importante, por ningún motivo falla a la próxima cita de entrenamiento o de juego. Pero, si esa misma ‘técnica' la aplica un profesor en el colegio, ¡¡arde Troya!!, y hasta el alcalde se mete en el barullo, agregando a este hecho que algunos eméritos alcaldes, con suerte, saben firmar, pero son los primeros en rasgar vestiduras ante situaciones críticas educacionales que, por supuesto, no entienden y tampoco les interesa...a no ser por los posibles sufragios que ello conlleve (generalmente, y está comprobado, quienes más se espantan por la prostitución que ejercen algunas damiselas en la esquina del barrio, son, siempre, la mujeres menos fieles a sus propios maridos, pero no fallan a la misa dominical ni al mes de María).
Ahora bien, en cuanto a los avances de curso el asunto empeora a niveles insospechados. ¡¡Casi no existe la repitencia en este sistema absurdo!! Un alumno puede tener varias asignaturas con calificaciones inferiores a la nota 4,0, y el establecimiento público (léase, ‘Municipal') está legalmente obligado a darle por aprobado el curso (¿no ve, señor, que se puede ‘traumar' el muchacho si le exigen ser responsable?). Por cierto, en la educación ‘privada o particular' ello no existe...por el contrario, ese tipo de alumnos no cuenta con matrícula en ese establecimiento al año siguiente, y si su promedio ha sido inferior a, por ejemplo, cinco coma cinco, la matrícula adquiere carácter de provisional.
Por otra parte, los colegios e institutos particulares aplican cada año, en el período de matrícula, una especie de ‘cedazo o colador', mediante el cual impiden que a sus aulas ingresen alumnos(as) provenientes de otros establecimientos pero con bajos promedios de calificaciones. Ello no es legal, pero se hace a ojos vista del propio MINEDUC sin que este, ni nadie, le ponga atajo al asunto.
Desde el minuto siguiente del suicidio de Allende, el empresariado predador -ese mismo que mantuvo a los chilenos al borde de la inanición escondiendo durante dos años las mercaderías que sacaron por toneladas a la hora siguiente del golpe de estado- comenzó a afilar sus colmillos a la espera del "gran regalo" de la dictadura: la educación y la salud.
Esta última se transformó en Isapres....mientras que la primera, la educación, fue convirtiéndose rápidamente en ‘subvenciones' a privados que tuviesen interés en abrir colegios que le birlaran al papá fisco la paternidad en la instrucción pública, pues tanto los dictadores como los "Chicago boys" tenían preocupación profunda respecto de estructurar una argamasa que, años más tarde en el supuesto de la llegada de gobiernos lacayos, pero no ultra derechistas, a La Moneda- resultase en extremo difícil poner en jaque la continuidad del gran negocio de la educación, amén, por cierto, de preservar ad infinitum la diferenciación social y cultural en beneficio de los alumnos y alumnas de establecimientos particulares. Para ello, la Constitución pinochetisdta-guzmaniana vino como anillo al dedo.
Así lo relata un lector del diario www.granvalparaiso.cl, que bajo el seudónimo de "Averno" asegura lo siguiente: ""Durante veinte años la Concertación se preocupó de perfeccionar las leyes de la dictadura para que llegaran los verdaderos dueños del país: empresarios que sólo brillan en Chile (...) Mientras no se cambie la actual Constitución Política todo se convierte en buenas intenciones, ya que el drama de la educación ha sido demostrado incluso científicamente según un estudio de la Facultad de Educación y Medicina de la Universidad Católica, el 2008, donde el problema del SIMCE es un efecto de la mala nutrición de la madre durante el embarazo ¿Me imagino que también los profesores deben correr con el gasto de la calidad de le leche que deben consumir las madres? En Chile, incluso esa situación está segmentada y se sostiene porque se busca desinformar e inducir a la opinión pública que la única solución es privatizar, además de las lamentables conclusiones de su análisis. El problema es el modelo económico que sustentan todos los que de él se benefician."
No puedo sino concordar con la opinión anterior. Tanto el marco teórico como las políticas ad hoc, los programas actuales y el mismo SIMCE, han sido diseñados con un solo propósito: mostrarle a la ingenua y desinformada ciudadanía chilena algunos resultados que apuntan, a la larga, hacia la necesidad de privatizar lo que hasta ahora sigue siendo responsabilidad estatal.
Para nutrir lo anterior, el establishment recarga la responsabilidad del profesorado que labora en el aparato público y municipal con tareas absolutamente ajenas a su profesión, al tiempo que viste al alumnado con ropajes de autosuficiencia legal que impiden a cualquier docente (independiente de su calidad como tal) poder tomar el toro por la astas, manejar su curso y enrielar a sus alumnos por las vías del conocimiento a través de la buena enseñanza y la noble obligatoriedad del cumplimiento de sus compromisos estudiantiles.
Es así que padres y apoderados han sido actores relevantes en beneficio de la torpeza y la estupidez, ya que ellos, en lugar de coadyuvar al docente en la educación de sus pupilos, se han preocupado fundamentalmente de entorpecer y agravar la situación mediante la exigencia de asuntos colaterales, por lo general atingentes a cuestiones de tono menor, como el cortinaje de la sala, el no ‘castigo académico' de sus hijos y pupilos, el paseo de fin de año, y otras actividades que tienen escasa relación con el meollo sustancial de sistema educativo.
En resumen, fuerte y claro, la bondad o la deficiencia de la educación pública depende en la actualidad PREFERENTEMENTE de las políticas educacionales, mismas que hoy siguen vigentes en beneficio de la clasista privatización de la cultura, la enseñanza y la educación en Chile.
Y esas políticas se desglosan de las leyes que nuestros entreguistas, corruptos y mojigatos parlamentarios aprueban en el Congreso Nacional, ese melifluo y criticable Poder Legislativo que el país debería cambiar, de raíz y pronto, por una Asamblea Constituyente donde tuviese participación una pléyade de nuevos representantes del pueblo.
aUTOR:ARTURO ALEJANDRO MUÑOZ
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