después del Congreso de Educación, ¿qué…?
El Congreso Nacional de Educación fue una instancia fructífera a fin de dar a conocer al “resto” de la sociedad chilena no sólo las problemáticas, sino también las propuestas que unen a los actores más directamente involucrados en esta materia.
La tónica del encuentro fue la necesidad de una nueva Constitución para Chile y el paso del actual rol subsidiario del Estado a uno garante de la educación en todos sus niveles.
A pesar de esto, la manera en que se harían valer dichas demandas parece no estar aún muy consensuada.
Las declaraciones a la prensa de algunos dirigentes de las organizaciones convocantes al Congreso hacen pensar que el valioso trabajo podría verse reducido a un triste documento ante la tentación de algunos de ellos de ir a sentarse en comisiones parlamentarias y del ejecutivo donde las demandas colectivas han dado paso tradicionalmente a las demandas personales, partidistas, y/o sectoriales, y donde luego del apretón de manos tras bambalinas, las bases sociales son enviadas para la casa, a fin de dejar en libertad de in(acción) a las cúpulas de cada organización.
Ante esta situación, ¿qué hacer?
No hay fórmulas mágicas, ¿pero por qué no empezar a creer en la fuerza de la organización y la lucha unitaria?
¿Por qué no abocarnos a construir una organización de trabajadores de la educación, de estudiantes y de apoderados, con capacidad de impulsar políticas nacionales desde los propios centros de trabajo, de estudio, y obviamente desde la calle?
Para ello, los profesores debiéramos partir por darnos una orgánica coherente con el principio de democracia participativa (tan manoseado y olvidado) y que además resulte funcional tanto a las demandas históricas como a las actuales.
Es necesario observar no obstante, que especialmente durante esta última década el profesorado chileno ha vivido un proceso de (auto)construcción de una imagen - más que de un carácter- de cuerpo “profesional”, lo que ha ido en desmedro de la conciencia de clase trabajadora que hasta principios de los 70 fue su motor de lucha y la base de su espíritu unitario.
Dicha tendencia colectiva que podría enmarcarse dentro del llamado “capitalismo avanzado” (concepto actualmente en crisis), ha coactado a los docentes de tal manera que éstos han devenido en un cuerpo social que en la generalidad, sólo encuentra sentido a la reivindicaciones salariales, las que si bien han logrado efectivos incrementos en los ingresos base, no han modificado significativamente las condiciones contractuales y laborales.
¿Estaremos dispuestos a continuar con el actual estado de cosas?
Una clase de trabajadores –profesionales o no- que únicamente vela por sus intereses salariales, se transforma en una colectividad cerrada y por ende poco confiable para el resto de los sectores laborales del país; situación que ante el actual escenario proyectado por el Congreso Nacional de Educación podría transformarse en un factor de inercia que debilite o que inclusive pueda llevar al quiebre de un movimiento que defienda las demandas emanadas de esta instancia.
Alfonso Sáez Vidal - Profesor de Lenguaje y Com.
Liceo Municipal Claudio Arrau L. - Doñihue.
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