Convivencia escolar y participación, el camino para las aulas seguras
El proyecto de
ley Aula Segura ha abierto el debate sobre la necesidad del desarrollo
de un marco de convivencia escolar. Desde el Colegio de Profesores y la
academia se ha criticado la iniciativa gubernamental por carecer de una
reflexión de fondo sobre las necesidades de una trasformación del
sistema educativo chileno.
Francisco Velásquez
Domingo 28 de octubre 2018 14:36 hrs.

La Escuela Andalien de Colina tiene 52 años de funcionamiento y
según Gamalier Durán, jefe técnico pedagógico del establecimiento, se
caracterizó en más de la mitad de su vida institucional por ser la
última o penúltima dentro de la comuna en términos de resultados en
pruebas estandarizadas.
En los últimos 14 años se ha trabajado en el desarrollo de diferentes
estrategias para modificar la convivencia escolar, el punto central
para re direccionar los esfuerzos en términos pedagógicos, esto porque
no solo se preocuparon de hacer de los alumnos productores de
indicadores, sino que han procurado que la afectividad sea la clave del
progreso.
“A nuestra escuela le decían la “base aérea” y tenía el estigma de
ser la que recibía a los niños que echaban de todas partes, en general
por conducta. Nosotros nos centramos en generar un compromiso con los
profesores y con los estudiantes y de esa forma estructuramos nuestros
planes de convivencia escolar”, relató el jefe técnico pedagógico.
Katherine Ormazábal es profesora de cuarto básico y explica que el
problema no tiene que ver con cómo se sanciona a los estudiantes, sino
que “cómo se están llevando los manuales de convivencia dentro de un
colegio, cómo se está reglamentando en el colegio, qué ayuda tienen los
niños fuera del profesor, porque a veces el único apoyo que tiene el
profesor es el director, pero frente a algún problema dentro de la sala
de clases ni siquiera el director puede defender al profesor, porque la
Superintendencia de Educación llega con todo el peso de la ley y aunque
al profesor lo hayan zamarreado, lo hayan basureado, el niño siempre es
protegido”.

Katherine Ormazábal es profesora de cuarto básico Escuela Andalien de Colina
Incluso la pedagoga advirtió que el único apoyo con que cuentan los
docentes son sus compañeros de trabajo. “Nuestra red somos nosotros como
profesores y si tenemos un mal día, la posibilidad es irnos donde
nuestros colegas y desahogarnos, esa es nuestra red de apoyo y cuando
tenemos algún problema, con dirección, pero cuando hay casos de
violencia, en donde la violencia se ejerce por parte del alumno hacia el
profesor, el profesor jamás va a ser la víctima, el profesor nunca va
recibir ayuda psicológica”.
Inmersos en dicha realidad, los docentes normalizan la desprotección
en la que viven, incluso el jefe técnico pedagógico nos comenta que
muchos de los nuevos profesores que llegan al establecimiento terminan
la primera semana llorando e incluso es ese periodo la prueba de fuego y
que son muchos los que no la pasan.
“Para este tipo de escuela no sirve cualquier profesor, hay que tener
un perfil bastante especial para estar acá y acoger a los niños, porque
tú no eres un profesional que viene pasa tu materia y te vas, tú
conoces más allá la situación, conoces a la familia, conoces lo que
pasa, conoces varias situaciones. A los profesores no los preparan para
una realidad de este tipo”.
Incluso Gamalier Durán, planteó que “los estudiantes que no acatan
las normas del colegio son acompañados en un proceso de dos años donde
se trabaja con una dupla psicosocial, orientadora, apoderados e incluso
con apoyos externos si es necesario, si la situación no se modifica el
niño es reubicado en otro establecimiento”.
Por lo mismo, Maritza Chapas, profesora de tercero básico cree que
“si tu creas el lazo con los chiquillos como persona, ellos se
comprometen en el aprendizaje y va todo de la mano. Es por eso que en el
manual de convivencia del colegio participan los niños, participamos
nosotros y los apoderados, porque lo que hay que comprender es qué
quiere el apoderado para el colegio, qué queremos nosotros como colegio y
qué esperan los niños para su colegio. Entonces así los problemas van
saliendo y vamos viendo qué es lo que nos está faltando, por eso todos
los años hay que estar complementándolo y rehaciendolo, porque cada vez
van saliendo cosas diferentes”.
Proyecto aula segura es una cortina de Humo
El proyecto aula segura, impulsado por el gobierno de Sebastián
Piñera, ha sido ampliamente criticado por dar atribuciones a los
directores de expulsar de forma directa a estudiantes de
establecimientos educacionales. La comisión de Educación del Senado
desmanteló el proyecto e incluso le cambió el nombre por el de Aula
Democrática y Convivencia Segura.

Maritza Chapas, profesora de tercero básico Escuela Andalien
Un foco que, sin duda, tiene relación con las críticas que han
surgido durante el último mes de discusión en el colegio de profesores.
Y es que este proyecto ha sido catalogado por el magisterio como una
cortina de humo que solo intenta desviar la atención de la profundidad
del problema con que hoy se enfrenta el sistema educativo chileno.
La educación de mercado para Mario Aguilar, presidente del Colegio de
Profesores, es la raíz del problema. La clientelización en la forma de
relacionarse entre los actores de la comunidad educativa, según el
representante gremial, es la base del problema.
“La convivencia escolar está muy deteriorada, el ambiente escolar en
los últimos diez años ha ido en un progresivo deterioro. Ha aumentado la
violencia y la tensión en las relaciones entre los distintos miembros
de la comunidad y yo creo que la explicación de eso es multifactorial.
Para mí el principal problema es esta relación servicio – cliente que se
instaló en el sistema educacional chileno, con esta lógica de mercado,
de productividad, en donde se fue mutando desde el concepto de comunidad
escolar a una simple relación de una institución que presta un servicio
educacional donde apoderados y estudiantes son clientes y el profesor y
la escuela es un prestador de ese servicio”.
La estandarización de pruebas como el Simce y la PSU, además de ser
una forma de categorizar a las escuelas y segregar a los
establecimientos, se ha transformado en el motor de la educación de
mercado, ya que estos indicadores hoy influyen no solo en que un colegio
pueda o no seguir funcionando, sino que, en su imagen, poniendo en
tensión la forma de trabajo de los profesores y el nivel de exigencia
que se le impone a los estudiantes.
El representante del gremio, Mario Aguilar, abordó la importancia de
re-comprender el concepto de comunidad educativa, que es la base para el
desarrollo de la convivencia escolar. “Se tiene que avanzar hacia una
escuela mucho más democrática, porque cuando usted tiene este concepto
empresarial, este concepto de prestación de servicio, entonces la
relación es prestador de servicio – cliente no hay un involucramiento de
los otros actores, no hay un concepto de comunidad. Las reuniones de
apoderados en vez de ser una instancia donde dialogan miembros de la
comunidad se convierte en una mera cuestión informativa del prestador de
servicio al cliente. Esta escuela competitiva que tiene que competir
por resultados en las pruebas estandarizadas han reducido la educación
más que a educar es un adiestramiento, todo depende de las pruebas
estandarizadas, depende el futuro del colegio, su prestigio, su
sobrevivencia, el sueldo de los docentes, depende la posibilidad de
tener o no matrícula suficiente para financiarse. Se tiene un sistema
que es salvajemente competitivo en vez de colaborativo”.
Los estudiantes pasan cerca de ocho horas del día en los
establecimientos educacionales, lo que significa que los profesores no
solo deben atender los requerimientos formativos para cumplir
curricularmente, sino que además deben hacerse cargo de los conflictos
psico-sociales emergentes en el aula, por lo mismo, es que la
afectividad juega un rol preponderante en el desarrollo de los niños y
jóvenes.

Gamalier Duran, Jefe de la Unidad Tecnico Pedagógica de la Escuela Andalien
El presidente del Colegio de Profesores, explicó que una de las
prácticas que es urgente cambiar es la forma en que los establecimientos
se hacen cargo del desarrollo psico-social y afectivo de los niños y
jóvenes, puesto que la comunidad educativa es el espacio donde pasan la
mayor cantidad de tiempo del día.
“El profesor es un productor de rendimiento en pruebas estandarizadas
y además de no tener tiempo para preocuparse por los aspectos afectivos
sociales de los estudiantes, el sistema no valora aquello. Un profesor
que dedica tiempo a estos otros aspectos es muy probable que le digan:
ya po profesor, si lo que necesitamos es que su curso rinda en las
pruebas no necesitamos que usted ande tan preocupado del equilibrio
emocional de los niños, necesitamos que rinda, esa es la señal que el
sistema manda a los docentes”.
Una forma de mitigar los problemas de convivencia escolar, además de
generar un buen proyecto anual según las particularidades de la escuela,
es a través del financiamiento disponible en la Subvención Escolar
Preferencial, sin embargo, a marzo de 2017 se han reportado en la región
Metropolitana 134 mil millones de pesos rendidos, pero no ejecutados.
Cifra que se ha triplicado desde 2013 cuando el monto ascendía a 53 mil
millones.
La plata destinada a la Subvención Escolar Preferencial tiene como
objetivo aportar con insumos para la implementación de aulas,
contratación de profesionales que apoyen la labor docente, desarrollo de
actividades con los estudiantes como visitas a museos, conciertos,
entre otras actividades que aporten en su formación escolar, así como
también en la mejora constante de los proyectos educativos de las
escuelas.
Es por esto que Mario Aguilar criticó el que estos fondos no sean
utilizados y que se esté pensando en que la solución a los problemas de
convivencia pase por imponer cada vez más reglas punitivas para los
escolares.
“Las platas SEP podrían ser una fuente de recursos muy importante
para efectos de mejorar la convivencia escolar, contratar psicólogos,
profesionales y equipos multidisciplinarios para tratar a los alumnos
complicados, por ejemplo, para contratar médicos psiquiatras, porque hay
casos que podrían requerir incluso atención de ese tipo, pero no se
gastan las platas, las platas SEP no se gastan en Chile por completa
ineficiencia del sistema”, recalcó el líder de los profesores.
La ley del Charchazo
El proyecto de ley aula segura, además de ampliar la separación que
existe entre quienes creen en la participación y los que buscan la
resolución de conflictos a través de la sanción punitiva, es un momento
para reflexionar sobre la autoridad y cómo se ejerce en el aula.
La toma de decisiones dentro de las escuelas es también un punto de
inflexión en la manera en que se ejerce la autoridad. Según el sociólogo
de la Universidad de Chile, Claudio Duarte, la forma vertical con que
se abordan las discusiones dentro de las escuelas es una consecuencia
del modelo autoritario que tiene el sistema educativo nacional.
“Estas normas lo que hacen es reproducir lógicas de poder en el
espacio laboral de los docentes que no les permite a ellos plantear una
perspectiva distinta. Nosotros hemos hecho observación de consejos de
profesores y vemos que de repente hay profesores que se dan la
posibilidad de discutir al directivo o al sostenedor algunas de las
decisiones que se están tomando, el directivo o el sostenedor vuelve a
imponer el argumento que está planteando como que no hubiera escuchado
lo que se le está diciendo y eso queda como norma. Vale decir, en el
mundo adulto de los establecimientos educacionales no existe la
posibilidad para los docentes de discutir, de hacerse parte de la toma
de decisiones, porque están en una estructura vertical y ellos
reproducen esa práctica en el aula con sus estudiantes en el patio en
las distintas instancias y la reproducen con los apoderados”.
El experto en juventudes planteó que no solo basta con normar la
participación de los diferentes actores de la comunidad educativa, sino
que lo que se necesita es formar para participar, ya que esta fórmula
podría generar nuevas maneras de comprender la autoridad.
“No basta con normar la participación, ahora hay que formar para
participar, nosotros decimos hay que generar las condiciones para la
participación, por lo tanto, los actores, estudiantes, apoderados,
tenemos que aprender a participar en espacios educativos. Yo preferiría
más que una ley de aula segura, ley del charchazo, una ley
preocupada por cómo promover la participación de los actores en el
espacio educativo, yo te aseguro que si eso se diera y se abriera el
espacio donde se promoviera la participación como parte de la gestión
pedagógica de cada establecimiento escolar y de la gestión educativa de
la ley chilena de educación, tendríamos comunidades resolviendo estos
problemas y no jóvenes creyendo que a través del uso de la violencia se
resuelven los problemas”.
El sociólogo explicó de qué forma la participación se transforma en
una nueva forma de comprender la autoridad y desde este punto abordó la
manera por la que la sociedad debe desaprender las formas que la atan a
una relación en la que unos son patrones y otros subordinados.
“Eso es lo que tenemos que desaprender en la sociedad chilena y en
ese sentido, en el colegio, tender a romper esta jerarquía. Romper esta
asimetría no significa perder la autoridad, hay un concepto que se llama
autoridad pedagógica, pero esta se construye en la relación
democrática, yo soy el profesor, tu eres el estudiante. Yo tengo unos
roles, entonces cómo lo hacemos para tener una equivalencia de roles, es
decir, vale tanto lo que tú haces como estudiante y como profesor,
entonces en esa equivalencia construimos acuerdos de convivencia y eso
me otorga a mí la autoridad, pero también le otorga autoridad al
estudiante, si la autoridad no siempre es vertical, la autoridad es el
modo de relacionarnos. Nosotros somos autores de lo que hacemos y eso es
autoridad, ser autor yo me hago responsable entonces si yo quiero
estudiantes que ejerzan autoridad lo que necesito formar son estudiantes
que sean responsables de lo que hacen”.
La discusión sobre el proyecto Aula Segura no es más que una arista
de un debate sobre el sistema educativo que existe en nuestra sociedad.
El fondo de la discusión pasa por re-comprender la forma de relacionarse
entre los actores de la comunidad educativa, la generación de políticas
públicas situadas en el contexto educativo y por escuchar la voz de
quienes hoy se encuentra involucrados en este modelo y no perseguir a
los movimientos que buscan la trasformación.
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