Educación
Violencia de estudiantes a profesores: un tema que los docentes prefieren ocultar
Aunque se implementó una ley para
evitar la violencia escolar, el acoso y maltrato por parte de
estudiantes a profesores es aún invisibilizado. Las razones estarían en
las presiones de los sostenedores y el pudor profesional. La
Superintendencia de Educación hace un llamado a los docentes a
denunciar, tal como sucedió el pasado abril con siete profesoras en
Antofagasta.
Miguel ejercía como profesor de educación tecnológica en un
liceo de educación media hasta el año pasado cuando se jubiló. Durante
el 2013, mientras realizaba clases, discutió con un estudiante que se
negaba a guardar su celular. Cuando Miguel le pidió que se retirara de
la sala, el alumno lo hizo dando un portazo que provocó que el profesor
perdiera parte de su dedo índice.
Aunque se intentó realizar una cirugía, fue imposible que Miguel
recuperara la punta de su dedo. A raíz de la situación, el docente
estuvo más de un año con licencia. El alumno, en cambio, no recibió
sanción alguna. “Desde que volví a trabajar hasta que me retiré, estaba
con miedo dentro del colegio”, recuerda el profesor.
El 25 de abril pasado, se conoció la denuncia de siete profesoras del
colegio Don Bosco de Antofagasta, quienes acusan haber recibido acoso y
violencia de género por parte de alumnos del establecimiento, como
besos en la boca, gestos obscenos y agarrones. “Es grave que no se hayan
adoptado medidas para que los alumnos tomen conciencia de lo negativo y
reprochable de toda forma de violencia de género no sólo al interior
del establecimiento educacional sino que en todas las formas de
convivencia en una sociedad”, sostiene el escrito presentado por el
sindicato al Tribunal Laboral.
Desde el colegio aseguraron que intervinieron en forma oportuna y
debida, cumpliendo con todos los protocolos del caso y que luego no
habría habido reincidencia, según informó en su momento El Mercurio de
Antofagasta.
Lo cierto es que éste parece ser un tema invisibilizado en nuestro
país. En Chile, existen alrededor de 218 mil docentes según datos de la
organización Elige Educar y más del 75% del profesorado nacional está
compuesto por mujeres. Respecto al rango etario, las cifras estiman que
el promedio de edad de los docentes es de 42 años. Además, cada profesor
educa aproximadamente a unos seis mil niños durante su vida laboral.
La educación chilena hoy se ubica como uno de los temas más abordados
por la opinión pública, leyendo en ella una crisis multifactorial donde
el bienestar psicológico de los docentes ha sido uno de los aspectos
menos tratados en este complejo debate, la violencia contra profesores
es un punto relativamente nuevo.
Durante el año 2016, el número de denuncias por maltrato de alumnos a
docentes o asistentes de la educación fue de 70 casos, según la
información entregada por la Superintendencia de Educación. En años
anteriores, 2014 y 2015, el número de denuncias fue similar: 72 y 73
casos, respectivamente.
El Superintendente de Educación, Alexis Ramírez, afirma que dentro
del sistema escolar, una de las denuncias sensibles es el maltrato a los
docentes, puesto que históricamente han vivido esta situación en
silencio. “En 2014, levantamos una luz de alerta frente a este tema,
porque si bien las cifras que nos estaban llegando eran bajas respecto
de otras categorías, revelaban que se estaba empezando a romper el
silencio”, comenta Ramírez.
Respecto al bajo número de denuncias, el presidente del Colegio de
Profesores, Mario Aguilar, explica que existen dos grandes razones que
explicarían la situación. En primer lugar, Aguilar dice que “existe
presión de los sostenedores, tanto públicos como privados, para bajarle
el perfil al tema y que no haya mucha difusión”.
El otro factor que Aguilar atribuye a las pocas denuncias, es que se
daría un cierto “pudor profesional” en los casos de maltrato, puesto que
es una situación incómoda y, en algunos casos, traumática. Además, el
dirigente comenta que quienes sufren maltrato no quieren volver a vivir
el incidente a través de la denuncia jurídica.
Ramírez sostiene que no existen reacciones únicas por parte de la
dirección de cada colegio, pero que todos los establecimientos deben
contar con un protocolo de actuación que prevenga y permita reaccionar
ante estas situaciones, especialmente si el docente enfrenta riesgos de
maltrato físico y/o psicológico, de parte de apoderados o de
estudiantes.
Dentro del maltrato por parte de alumnos se consideran la agresión
física y verbal, amenazas de muerte y de agresiones después del horario
de clases, gritos y amenazas con porte de arma blanca, entre otros. Lo
anterior consiste en una clasificación general de tipos de agresiones
que son denunciadas anualmente en la Superintendencia de Educación.
“Luego de la agresión del muchacho, desistí de la posibilidad de denunciar porque se pone en duda la autoridad del profesor y los demás cuestionan tu manejo de grupo”, afirmó Rosa, a quien un alumno intentó darle un golpe de puño en el rostro.
Los pasos que sigue la Superintendencia de Educación tras acoger una
denuncia, son contactarse con el establecimiento para conocer los
protocolos de actuación, las medidas adoptadas frente al caso y las
acciones de prevención para evitar nuevas situaciones de maltrato al
profesor. Además, el organismo cuenta con herramientas de mediación para
la resolución de los conflictos, capacitación, fiscalización y sanción
-tras un debido proceso- en el caso de vulneración a la normativa.
Rosa (57) es profesora de inglés y ha ejercido su profesión durante
35 años. Desde hace siete trabaja en un liceo municipal rural, donde su
concepción sobre la enseñanza dio un giro en 180 grados después de un
traumático episodio que le tocó vivir.
En octubre pasado, tuvo una fuerte discusión con un alumno de segundo
medio que intentaba prender un cigarrillo de marihuana en la sala de
clases. El estudiante, al percatarse del llamado de atención, profirió
una serie de insultos y agredió a la docente lanzándole un estuche que
impactó directamente en su hombro.
No contento con la primera agresión, el adolescente se precipitó
sobre Rosa e intentó darle un golpe de puño en su rostro, el que fue
amortiguado por otro estudiante que intervino para detener la situación.
Consternada, la profesora huyó de la sala y buscó refugio en
inspectoría. El joven, finalmente, fue sancionado con una suspensión de
una semana.
“Luego de la agresión del muchacho, desistí de la posibilidad de
denunciar porque se pone en duda la autoridad del profesor y los demás
cuestionan tu manejo de grupo”, afirmó la pedagoga, quien todavía ejerce
en la misma institución.
Aguilar explica que, aparte de la Superintendencia de Educación, el
Colegio de Profesores también recibe denuncias de maltrato de alumnos a
docentes. Aunque afirma que no se tienen estadísticas claras al
respecto, la administración anterior aseguró durante el 2010 que se
recibían entre dos a tres denuncias cada semana, es decir más de cien
denuncias anualmente.
En casos de denuncias recibidas por el colegio, el organismo le
otorga asesoría jurídica a quien denuncia. Además, Aguilar comenta que
“brindar apoyo en lo laboral y psicológico es parte del proyecto del
colegio”.
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