En tiempos de crisis de la política y del interés por los temas públicos, es destacable también el regreso de la asignatura de educación cívica; y la más innovadora de las propuestas de creación de una asignatura de Proyecto.
Hace
pocos días se cerró el proceso de consulta de las nuevas bases
curriculares de 3° y 4° medio propuesto por el Ministerio de Educación.
En un esfuerzo por ampliar la participación de la comunidad escolar y
de la sociedad en general que debe destacarse, fueron invitados a dar
sus opiniones, en especial los estudiantes.
En general, las nuevas
bases propuestas son interesantes y responden a un diagnóstico
relativamente compartido en el campo educacional. Intentan dar respuesta
a las demandas de la sociedad y del sistema escolar, relevando la
formación integral de los estudiantes, mejorando la equidad de la
formación general y su pertinencia, así como reduciendo el sobrecargado
currículo actual en este nivel. Sin embargo, la propuesta adolece de
un análisis de condiciones y estrategias de implementación.
Tres
de los cambios propuestos son importantes de destacar. El primero es el
fortalecimiento del plan común de manera de que sea igual para los
estudiantes de las distintas modalidades de enseñanza
(humanístico-científica, técnico profesional y artística), lo que busca
saldar una enorme brecha de equidad del país con alrededor de un 40% de
los estudiantes de los liceos TP y artísticos.
Un segundo cambio
importante es la reducción de los objetivos curriculares y la
posibilidad de que los estudiantes tengan más opciones de elegir
asignaturas, de manera de lograr una oferta formativa más atractiva para
ellos, que les permita explorar sus intereses. No obstante, las
posibilidades de elección son todavía limitadas y la propuesta podría
avanzar bastante más al respecto.
En tiempos de crisis de la
política y del interés por los temas públicos, es destacable también el
regreso de la asignatura de educación cívica; y la más innovadora de las
propuestas de creación de una asignatura de Proyecto. Ésta busca que el
alumno aborde un problema que le interese, a través de una
investigación propia, permitiéndole un mayor protagonismo en su
trayectoria formativa.
Por último, la propuesta destaca el
fortalecimiento y ampliación de lo que se ha llamado competencias del
siglo XXI, como son las habilidades de comunicación y trabajo
colaborativo, creatividad, resolución de problemas, pensamiento crítico,
entre otras.
Sin embargo, como muestra un reciente estudio de mis
colegas del CIAE, no basta con un buen diseño curricular para lograr
que estas nuevas competencias del siglo XXI se enseñen en nuestros
establecimientos y menos todavía para que los estudiantes las logren al
terminar su trayectoria educativa.
Décadas de investigación dan
cuenta de que “las buenas ideas no viajan solas” y que el éxito de las
reformas depende en al menos 50% de una buena estrategia de
implementación. No basta que los directivos y docentes de los liceos
comprendan las nuevas bases, reciban nuevos programas de estudio y
excelentes materiales de apoyo. El cambio de prácticas de enseñanza en
los establecimientos educativos es mucho más difícil, puesto que supone
un cambio tanto en los conocimientos como en las creencias, lo que
requiere una estrategia de cambio comprensiva y articulada, que, a lo
menos, considere la formación inicial y en servicio, y un sistema de
apoyo de calidad y continuo a los directivos y docentes de los
establecimientos, elementos ausentes hasta ahora en la propuesta. Por
otro lado, varias de las propuestas requieren considerar las condiciones
para su viabilidad y como abordarlas. Por ejemplo, la posibilidad de
tener una oferta amplia y variada de asignaturas para que los
estudiantes elijan está fuertemente condicionada por el tamaño de los
liceos, que en muchos territorios son demasiado pequeños, o el mayor
costo que significa tener un cuerpo de profesores más amplio para una
oferta curricular más diversa, entre otras.
En síntesis,
es importante celebrar los grandes avances que se proponen en este
nuevo diseño curricular, pero es urgente incluir la pieza faltante de
una comprensiva y potente estrategia de implementación, sin la cual sus
posibilidades de hacerse realidad en el sistema escolar pueden quedar
solo en unas buenas ideas en un documento.
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