Ser profesor jefe y no morir en el intento
Además de educar y formar a nuestros estudiantes, a miles de profesores les toca un rol al que muchas veces no se le da tanta importancia, pero que puede transformarse en una herramienta muy importante para el proceso de aprendizaje: ser profesor jefe de un curso.
Todos recordamos con cariño a algún profesor jefe que, en muchos casos, nos acompañó durante varios años en nuestro paso por el colegio. En otros, el profesor jefe rotaba cada año y se limitaba a las funciones clásicas,
como la de presidir la reunión de apoderados y coordinar al curso en
temas varios. Esta diferencia en la manera de desarrollar la jefatura muchas veces se explica porque los profesores no han recibido las herramientas o el perfeccionamiento necesario no sólo para poder desarrollar las habilidades y competencias que un profesor jefe debe tener -altamente complejas y diversas- sino para, a través de ese rol, guiar y potenciar al máximo las habilidades y aptitudes de cada uno de sus estudiantes.
Gestión de conflictos, trabajo colaborativo, promoción de la
participación, inclusión y diversidad, o tareas administrativas son sólo
algunas de las funciones que debe ejercer el profesor jefe.
Precisamente, el ser profesor es
de las pocas carreras en las que un profesional recién egresado
comienza inmediatamente a hacerse cargo de una gran responsabilidad, a
la que se suma -además- dirigir a un grupo humano en una etapa de
desarrollo altamente sensible. Muchas veces profesores de 23 o
24 años, que por primera vez se enfrentan a la vida laboral, tienen que
adaptarse a su nuevo trabajo, entrevistar a apoderados, ayudar a
resolver problemas entre los alumnos y representar al curso en
diferentes instancias.
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El gran desafío de ser profesor jefe
El gran desafío de ser profesor jefe
Aspecto importante de esta tarea es que el docente a cargo de un curso debe ser un líder y un guía, más que un inspector que controla; un profesional capaz de llevar a cabo de buena manera las ideas del curso para desarrollarlas. En ese sentido, debe saber orientar y favorecer la mediación entre los estudiantes y su entorno, siendo capaz de establecer un clima de aprendizaje e integración. Se trata de una tarea compleja, donde el profesor debe estar muy atento a las necesidades e intereses de los alumnos para tomar medidas oportunas.
Para poder cumplir con todo esto, el profesor jefe debe tener conciencia de cuáles son las prioridades y actividades en el desarrollo del curso, especialmente si se está a cargo de 45 estudiantes. Debe mantener un equilibrio y poder distinguir lo urgente de lo importante, para poder dar respuesta a tiempo a los diferentes requerimientos que surgen a lo largo del año. En el fondo, debe saber “elegir bien las batallas” para que el hecho de ser profesor jefe se transforme en una oportunidad y herramienta de apoyo al proceso educativo y a su propia formación en servicio, y no en una carga a su horario de trabajo.
¿Cómo lograrlo? No sólo contando con una
formación inicial adecuada y el apoyo necesarios de su escuela. Una
alianza fundamental para lograr este objetivo es mantener una buena, fluida y efectiva comunicación con los apoderados. Más allá de la retroalimentación que pueda existir en una reunión de apoderados, es importante que el docente y el apoderado se relacionen para poder detectar a tiempo cualquier problema o inconveniente
sobre la formación del alumno. Además, deben trabajar de manera
colaborativa para sacar adelante los diversos proyectos que puedan tener
los estudiantes y fomentar su desarrollo.
Como ves, ser profesor jefe no es tarea fácil. Por lo tanto, necesitamos visibilizarla y contribuir a su valoración. No sólo porque representa una gran oportunidad de desarrollo para el docente si se le entregan los apoyos necesarios para desarrollar este rol, sino por el enorme impacto que puede generar en sus estudiantes, no sólo en sus aprendizaje, sino en sus vidas.
¿Qué opinas sobre el rol
del profesor jefe? ¿Cuál ha sido tu experiencia como estudiante, alumno o
profesor? ¡Comenta con nosotros!
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