El movimiento Deuda Educativa y la Confech, luego de
un año de organización y trabajo conjunto, convocaron a la primera
marcha nacional de “Los Endeudados por Estudiar”, exigiéndole al
gobierno el fin de los créditos educacionales y la condonación de la
deuda de más de un millón de estudiantes. Al llamado también se unió el
nuevo movimiento “No pago” que propone dejar de cancelar los créditos en
masa y la ACES, en representación de los secundarios. La marcha aspira a
transformarse en un nuevo frente de lucha, tras las protestas
ciudadanas en contra de las AFP.
La primera cuenta pública de la presidenta Bachelet, el 21 de mayo
del 2014, marcó un hito para el movimiento estudiantil. Aquel día se
concretaba, más allá de las promesas de campaña, el anhelo de la
educación gratuita. El Congreso aplaudió con fuerza cuando la mandataria
reiteró su compromiso y prometió, por primera vez, atender una de las
demandas más invisibilizadas de los estudiantes: “conformaré un equipo
de expertos que estudie la viabilidad de distintas alternativas que
permitan aliviar la situación de aquellos que tuvieron que endeudarse
para estudiar”.
Los líderes de Deuda Educativa, movimiento nuevo que agrupó a los encalillados de Corfo, Fondo Solidario y Crédito con Aval del Estado, estallaron en éxtasis mientras veían la TV. “No podíamos creerlo, estábamos felices, esperanzados. Por fin la condonación se veía como una posibilidad, se nos tomaría en cuenta para lograr gratuidad universal”, recuerda Juan Pablo Rojas, vocero del movimiento.
Los líderes de Deuda Educativa, movimiento nuevo que agrupó a los encalillados de Corfo, Fondo Solidario y Crédito con Aval del Estado, estallaron en éxtasis mientras veían la TV. “No podíamos creerlo, estábamos felices, esperanzados. Por fin la condonación se veía como una posibilidad, se nos tomaría en cuenta para lograr gratuidad universal”, recuerda Juan Pablo Rojas, vocero del movimiento.
Hoy, más de dos años después, los anhelos de esa promesa siguen
presentes. Sin embargo, la esperanza se convirtió en algo más: “Nunca
hicieron nada. Rabia y desilusión es lo que sentimos todos los meses
cuando hay que arreglárselas para pagar. Y angustia es lo que sienten
los que ya no pueden hacerse cargo de esa deuda. La realidad se llevó la
paciencia y la protesta se transformó en la única salida”, reflexiona
Juan Pablo.
El próximo domingo 4 de septiembre se realizará la primera marcha
nacional de los endeudados por estudiar, que organiza el movimiento
Deuda Educativa y la Confech. A la convocatoria también se suma la ACES y
el nuevo movimiento “No Pago”, conformado hace dos meses por
descolgados de Deuda Educativa que decidieron radicalizar sus demandas,
apuntando a la desobediencia civil. Este nuevo anhelo tiene horizontes
claros: derogar los créditos educacionales y condonar la deuda de sus
afectados. Así pretenden forjar su camino y convertirse en el nuevo
movimiento social que amenaza al gobierno.
LAS FUERZAS
El 27 de agosto pasado, el vocero de Gobierno Marcelo Díaz, anunció
que Bachelet había instruido a los ministros de Hacienda y Educación
para examinar alternativas al Crédito con Aval del Estado, llamándolos a
“hacerse cargo de las críticas que hay en este sistema”. Para Deuda
Educativa, sin embargo, estas declaraciones sonaron a déjà vu. “El mismo
volador de luces que plantearon el 2014 y que no le toma el peso a la
crisis que vivimos”, afirma Juan Pablo Rojas.
Las cifras de “encalillados” por educación son groseras. El crédito
Corfo tiene 100 mil endeudados, El Fondo Solidario alrededor de 500 mil y
el CAE, con solo 10 años de existencia, acumula más de 700 mil. Según
datos de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras y el
Mineduc, 200 mil familias están en Dicom por no poder pagar sus deudas
educacionales. “Esa es la realidad que debemos sacar a la luz, sin
avergonzarnos”, dice Juan Pablo Rojas.
Deuda educativa se creó el 2013, con el fin de agrupar a todos los
endeudados por bancos y también del Fondo Solidario. Ahí coincidieron la
Coordinadora de Estafados por el Crédito Corfo, profesores y
exestudiantes de Criminalística de la UTEM, que llevaban años en una
demanda contra el Mineduc. Hoy su bandera de lucha está enfocada en la
derogación del CAE, creado el 2005 durante el gobierno de Ricardo Lagos.
Este año Deuda Educativa sufrió cambios y varios dirigentes se
descolgaron para formar el movimiento No Pago. Nicolás Veliz, vocero de
esta nueva iniciativa, es deudor del crédito Corfo y a pesar que ya pagó
los diez millones de pesos que costó su carrera, deberá pagar intereses
hasta el 2030, en cuotas de 150 mil pesos cada mes. “Tengo una hija en
la que me gustaría poder invertir ese dinero. Quiero una casa, pero
ahorrar es difícil con una deuda tan grande. Mis padres pasaron por lo
mismo y ahora los veo con pensiones miserables. Este sistema es
macabro”, resume.
A diferencia de su agrupación anterior que tiene como objetivo
principal, “informar y educar deudores y buscar el diálogo con el
gobierno sin exponer a sus adherentes”, el movimiento No Pago va por la
desobediencia civil como medida de presión para la derogación de los
créditos universitarios y la condonación de la deuda. Pretenden reunir
al menos 100 mil personas dispuestas a no pagar y sufrir las
consecuencias por al menos tres meses –que podrían ir desde embargo de
casas en el caso de los deudores del Corfo y demandas judiciales para
los del CAE- con tal de ser escuchados.
-El no pago es una exigencia política de no subsidiar a la banca.
Queremos pagar lo justo. Pero incluso estamos dispuestos a seguir
pagando, si nuestro dinero va a ir a un fondo para la educación gratuita
universal, pero no para seguir enriqueciendo al 1% de Chile- expresa
Veliz.
Nicolás Veliz asegura que este llamado debe ser asumido con
responsabilidad y que no se realizará a menos de que junten como mínimo
100 mil personas. “No podemos arriesgarnos a perder nuestras casas, pero
si somos 100 o 200 mil, el costo político de reventarnos sería
demasiado grande en tiempo de elecciones”.
Independiente de las diferencias estratégicas, desde julio del 2015
que Deuda Educativa viene trabajando con la Confech, pidiendo reuniones
al gobierno sin éxito y ampliando el movimiento a regiones. Camila
Rojas, vocera de Confech, asegura que el horizonte es claro: “terminar
con los créditos, sacar a la banca de la educación y condonar las
deudas, porque la educación no se logra entender como un derecho social
si esta demanda no se cumple”.
En la misma línea, Carlos Noveroy, vocero de la ACES, asegura que es
deber de todos los secundarios que exigen gratuidad universal sumarse a
la marcha, porque son las futuras víctimas del sistema: “El sistema de
gratuidad del gobierno no concibe la educación como un derecho social
para todos. Han seguido apoyando el lucro fortaleciendo el sistema mixto
sin cuestionar el crédito que nos condena a todos como estudiantes”. La
convocatoria tiene fecha y hora: este domingo a las 10:30 en Plaza
Italia.
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