Calidad en educación: las ATE y la promesa basada en recetas internacionales
por Óscar Luna Osorio 16 agosto 2016
Mejorar
la calidad de la educación parece ser el tema más importante para todos
los actores involucrados y que nadie en su sano juicio se atrevería a
discutir o poner en duda. Sin embargo, esta necesidad se enfrenta desde
su génesis a un problema semántico, pues mejorar la calidad de la
educación puede tener una connotación distinta según a quién se le
pregunte y en qué basa sus argumentos. Desde un punto de vista más
holístico, la educación debiese ser un medio y no necesariamente un fin
en sí mismo. Esto es, un medio para que la persona desarrolle al máximo
sus capacidades y habilidades, siendo el principal motor la expansión de
horizontes cognitivos y la libertad.
Por otro lado, y para
algunos grupos, mejorar la calidad de la educación significa
abiertamente subir los resultados del Simce. La publicación periódica de
resultados en las pruebas estandarizadas ayudó a crear una especie de
mercado próspero para las ATE, pues la creación de distintos rankings
de colegios con los mejores y peores resultados significó que muchas
escuelas corrieran hacia los brazos de cualquier salvador mesiánico que
ofreciera revertir tales cifras desalentadoras. Es más, es de
conocimiento público que existen diferencias abismales entre colegios de
distintos GSE, existiendo una brecha de hasta 110 puntos entre
instituciones vulnerables y las de niveles socioeconómicos más
acomodados. (Fuente: ttp://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/06/07/simce-2016-se-perpetua-la-brecha-socioeconomica-y-disminuye-la-de-genero/).
Es bajo esta terrible
inequidad que las ATE (empresas de Asistencia Técnica Educativa) vieron
en las escuelas con bajos resultados la mina de oro para su nicho de
negocio, ya que se ampararon en la ley SEP, que permitió destinar
recursos de las escuelas para ser dirigidos a procesos de capacitación
docente y de mejora educativa en todos sus niveles.
Sería interesante encontrar
estudios que demostraran el real impacto de las ATE en las escuelas
asesoradas, lamentablemente en el espectro de los medios informativos no
se registran tales estudios o, bien, son de difícil acceso, por lo que
el lucro en educación encontró otro canal de latencia sin vigilancia.
Ahora bien, en el plano de
las discusiones respecto a la pertinencia y necesidades reales de las
escuelas por encontrar asesorías que ayuden de manera significativa a
mejorar prácticas docentes y de cultura escolar, cabe mencionar que en
su mayoría los profesores y principales actores de la educación tienen
poca o ninguna injerencia en la elección de talleres o cursos destinados
a ellos mismos, siendo los selectos directorios de las corporaciones o
asociaciones quienes a puertas cerradas toman tales decisiones.
Sería interesante encontrar estudios que demostraran el real impacto de las ATE en las escuelas asesoradas, lamentablemente en el espectro de los medios informativos no se registran tales estudios o, bien, son de difícil acceso, por lo que el lucro en educación encontró otro canal de latencia sin vigilancia.
Bajo esta perspectiva es que, dentro de la oferta de mercado de las ATE, una importante corriente internacional de marketing
invadió los directorios de estas empresas, las que encontraron en
algunos métodos norteamericanos la solución a bajos resultados en
pruebas estandarizadas. La propagación de best sellers
educacionales, especialmente de autores como Paul Bambrick-Santoyo, de
Uncommon Schools, y de Doug Lemov, y la apropiación –o compra– de
metodologías “efectivas” de enseñanza en el aula y de efectividad en la
mejora de la cultura escolar y educativa, generó una unísona voz
respecto al discurso de cómo lograr la mejora en resultados.
En importante mencionar que
las principales empresas asesoras de educación están bajo el alero de
esta metodología norteamericana, además de grandes agrupaciones
educacionales que reúnen a varios colegios particulares subvencionados
de Chile.
El problema planteado aquí
sugiere tres inconvenientes: primero, la gran influencia que tienen
estos métodos casi a modo de recetas que prometen mejorar los resultados
siempre y cuando se compren sus libros, se asista a sus seminarios y se
capacite a líderes bajo esta ideología extranjera, casi como adhesión a
una campaña militar al más puro estilo de We want you, eslogan
típico norteamericano. Desconociendo las particularidades y múltiples
contextos de las escuelas chilenas que poco o nada tienen que ver con la
cultura anglosajona.
Segundo: respecto a las
personas encargadas de capacitar a profesores y a profesionales de la
educación, son en su mayoría profesores desertores del sistema y/o
profesores con menos de 5 años de experiencia u otros profesionales que
no están relacionados con la gestión directa en el aula. El problema
radica en que estos profesionales dictan cátedra sobre cómo educar y
enseñar desde su escuálida experiencia y desde su descontextualizada
noción de lo que implica trabajar en el aula. Basta con visitar las
páginas webs de estas ATE y revisar los currículos de los relatores para
comprobar esta afirmación.
Tercero: la discusión que
se ha implantado en el sector educativo tiene como fuente la mejora de
resultados basándose principalmente en lo que el Simce dicta, centrando
el eje en temas meramente numéricos y cuantitativos, relegando el tema
de la calidad a un segundo plano, siguiendo la lógica de mercado que
impera en nuestro país.
A modo de conclusión, las
ATE encontraron un mercado fructífero en las escuelas con bajos
resultados en pruebas estandarizadas como el Simce, a las que les
prometieron mejorar sus números con recetas exitosas internacionales,
pero que no necesariamente representan las realidades locales de nuestro
país, por lo que su pertinencia e impacto se diluirán tan pronto
aparezca una nueva moda educativa.
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