Patricia Muñoz Garcìa

Patricia Muñoz Garcìa
Departamento Nacional Profesores Jubilados DEPROJ

domingo, 1 de mayo de 2016

Las recetas de los colegios vulnerables que más mejoraron en el Simce

Una enseñanza personalizada, incluso en aulas de 45 alumnos, son parte de los elementos que destacaron sus directores.

Flor Guzmán y Karen González 01 de mayo del 2016 / 01:11 Hrs
La Escuela García Fernández, de Codehua, en la Región de O’Higgins, tiene un índice de vulnerabilidad de 89%. En 2013, el segundo básico de ese establecimiento rindió un Simce de Lectura que arrojó 196 puntos. El pasado 25 de abril la máxima autoridad de este establecimiento municipal “no daba más de alegría” cuando se enteró de que esos mismos estudiantes, pero en esta ocasión en el Simce de Lectura 2015 de cuarto básico, alcanzaron 295 puntos. Su hazaña es similar a la de la Escuela Mapu-Lafken, en La Araucanía, donde también hay más de un 80% de alumnos vulnerables. En este colegio subvencionado donde asisten mayoritariamente niños de etnia mapuche, la generación de cuarto básico 2015 consiguió subir 188 puntos en el mismo test, logrando 326 puntos. 
¿Cómo consiguieron este salto? Atención personalizada, independientemente del número de alumnos en el aula; apoyo de profesionales como psicopedagogos y asistentes; talleres y trabajo en equipo. Esos son algunos de los elementos que destacan los colegios que lograron importantes mejoras en el Simce.
“Lo que más utilizamos es la enseñanza personalizada en base a un proyecto simple, donde nuestro foco en leguaje es la comprensión, así como en matemáticas es el cálculo, y en ciencias la exploración”, explicó Hermenegildo Hidalgo, director de la Escuela Mapu-Lafken. Este colegio se posicionó como el que más superó su desempeño en el Simce, según un estudio elaborado por la Facultad de Economía y Negocios de la U. del Desarrollo.
Tanto la Escuela García Fernández como Mapu-Lefken son rurales, atienden a 46 y 42 alumnos de hasta sexto, respectivamente. Es el caso también de la Escuela Sibaya de Huara, ubicada a tres horas de Iquique, en Tarapacá, y que también figura con más de un 80% de sus alumnos vulnerables. Allí la misma generación antes mencionada logró 315 puntos en lectura, mejorando 112 puntos.
“Para fomentar la comprensión lectora intentamos darle a los niños textos interesantes para que se entusiasmen y los trabajamos en grupo, los interrogamos sobre el texto y los invitamos a imaginar otros finales y otras situaciones para los protagonistas. Así les damos oportunidades para que aprendan a pensar”, explicó Ingrid Alvarez, profesora de Educación Básica y encargada de la escuela.
Pero no sólo establecimientos rurales han logrado mejorar. Hay también casos urbanos, como el Colegio Manuel Rodríguez Erdoiza, en Peralillo, Región de O’Higgins. Un 86% de sus alumnos son vulnerables y en la reciente entrega de resultados alcanzó 301 puntos en lectura y 329 en matemática, con lo que superó a otros establecimientos  con similar nivel socioeconómico en 84 y 50 puntos, respectivamente.   
Hace 10 años, cuando Sylvia Barrera asumió como directora, el establecimiento tenía 265 estudiantes. Actualmente figura con 365 y este año no pudieron aceptar a 50 postulantes. “Tenemos cursos de 45 alumnos, lo que demuestra que el número de estudiantes por clase no implica malos resultados”, remarcó Barrera.
Agregó que “todo depende de la forma en la cual el establecimiento se responzabiliza del niño”. En esa línea, aseguró que, pese a trabajar con aulas llenas, se les puede dar una atención personalizada. “Tenemos niños que llegan con muchas falencias, pero creamos planes especiales para ellos. Para nosotros no es un problema”.
Prácticas positivas
Para el secretario ejecutivo de la Agencia de Calidad, hay siete prácticas comunes en los colegios con buen desempeño, entre las que figuran un ambiente de respeto en las relaciones entre alumnos, profesores y apoderados, además del buen trato al interior de la comunidad escolar.
Otros factores son contar con un director con un fuerte liderazgo y  “fomentar las estrategias pedagógicas y de evaluación”, además de la retroalimentación docente. “Los profesores no sólo califican, sino que se preocupan de que todos aprendan. Ven en el error una oportunidad y clarifican las equivocaciones”, ejemplificó Henríquez.
Así, otros aspectos comunes son hábito de lectura en los niños y en los padres.

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