Además de movilizarse por una educación pública, gratuita y de
calidad, los estudiantes secundarios han sumado, por primera vez, la
demanda por una educación no sexista que les permita erradicar el
machismo de sus prácticas cotidianas y reconocer a sus compañeras y
compañeros como iguales.
El martes recién pasado, cientos de niñas y adolescentes,
estudiantes del Liceo 1 Javiera Carrera, marcharon hacia el Internado
Nacional Barros Arana (INBA) para manifestarse contra los insultos
machistas que, lamentablemente, están acostumbradas a recibir.
“Si los compañeros del INBA o de cualquier otro liceo no nos respetan
ni por ser compañeras de lucha en un movimiento estudiantil, nos tienen
que respetar porque nos cansamos de la agresión hacia las mujeres”,
dicen las estudiantes en un comunicado que pegaron en el frontis del
INBA. “Ya es violento el sistema como para que nos ataquemos entre
nosotros”, argumentan.
La marcha finalizó en un encuentro entre las javierinas y la
Secretaría de Masculinidades y Sexualidad del INBA, quienes llegaron a
un acuerdo de trabajar en conjunto para realizar foros y asambleas en
ambos colegios sobre temas de género y diversidad sexual.
“Nosotros siempre lo hemos dicho: queremos igualdad social para que
no exista una educación para ricos y una educación para pobres, pero
también entendemos que no puede existir una educación distinta para
hombres y mujeres, una sociedad distinta para hombres y para mujeres”,
explica Diego Arraño, estudiante de tercero medio, vocero de la Aces y
presidente del Centro de Alumnos del INBA, para quien hoy en día “hay
una necesidad de romper esas barreras patriarcales impuestas a la
sociedad”.
“Exigimos una educación igualitaria en un país en el que hemos visto
cómo se discrimina a la mujer. Creemos que ese error que se radica en la
sociedad viene desde las bases, se nos inculca desde pequeños”, expresa
con firmeza Saimi Ahumada, presidenta del Centro de Alumnas del Liceo
1.
La estudiante de segundo medio destaca la creación de políticas
internas para evitar las agresiones machistas entre las propias niñas
del liceo, así como el trabajo con otros Centros de Alumnos para
posicionar el tema del respeto a las mujeres y a la comunidad LGTBI.
“No los queremos ver como enemigos porque todos estamos en una lucha
en conjunto. No queremos fragmentar el movimiento ni mucho menos: si
luchamos por una educación igualitaria, tenemos que estar unidos los dos
bandos”, explica Saimi.
“Estoy muy contenta de que en el movimiento estudiantil, por primera
vez, en el petitorio de la mayoría de los liceos tanto de hombres como
de mujeres, esté la consigna de educación sexual y educación no
sexista”, expresa con entusiasmo Valentina Aguilera, estudiante de
tercero medio del Liceo Carmela Carvajal e integrante del Colectivo Lemebel,
organización feminista de izquierda nacida en el Liceo Manuel Barros
Borgoño que, a través de intervenciones artísticas y propagandísticas,
busca la extinción del machismo y de las actitudes de dominación y
desigualdad.
Para la estudiante, no es casual que la demanda por una educación
igualitaria provenga de los liceos emblemáticos de Santiago, los
primeros en movilizarse cada año, todos sólo de mujeres o de hombres.
“En este tipo de educación, que quedó totalmente obsoleta, se producen
siempre diferencias súper claras entre hombres y mujeres”, explica.
Iniciativas como la emprendida por el Liceo 1 y el INBA son un
precedente para que los estudiantes secundarios comiencen a comprenderse
como compañeros de lucha por una educación pública y, al mismo tiempo,
libertaria. “El feminismo es una lucha que no tiene que ser linda o
feliz, porque finalmente es una lucha incómoda. Hay que lograr
demostrarle a los cabros que está mal lo que están haciendo a
pesar de que venimos de una cultura que nos muestra que eso es chistoso,
que es bacán gritarle maracas a las chiquillas”, expresa la carmeliana.
A su juicio, “es súper necesario pasar del diagnóstico, de los datos,
de los números, de los porcentajes, cifras que están hace mucho tiempo y
sobre las cuales no se está haciendo nada. Hay que empezar la etapa de
la ofensiva feminista, de una reeducación feminista”.
En ese sentido, los colegios como primera instancia de socialización
serían clave para discutir temas de género y sexualidad, así como el
feminismo y el respeto a la comunidad LGTBI, algo de lo que los propios
estudiantes se están haciendo cargo.