Francisca Palma |
Miércoles 2 de marzo 2016 13:31 hrs.
La directora del Centro de Investigación
Avanzada en Educación (CIAE), Alejandra Mizala, profesora Titular del
Departamento de Ingeniería Industrial, recibirá esta condecoración el
próximo 9 de marzo por sus aportes en la formación de profesionales en
políticas públicas. “La formación de profesores tiene un efecto
multiplicador muy importante, además de la investigación, vital para dar
soporte científico a las políticas públicas en educación”, asegura la
experta.
Amanda Labarca fue una de las educadoras que impulsó la
creación del Liceo Experimental Manuel de Salas en 1932, mismo
establecimiento donde Alejandra Mizala, académica acreedora 2015 de la
distinción al mérito que lleva su nombre, estudió toda su enseñanza
escolar.
Directora del CIAE y profesora Titular del Departamento de Ingeniería
Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas desde 1989,
Alejandra Mizala estudió Economía en la Universidad de Chile, “porque
reunía el área de las matemáticas con las ciencias sociales”, según
comenta. Luego prosiguió su formación en la Universidad de California,
Berkeley, donde obtuvo un doctorado en economía.
Fue en su retorno a Chile que la profesora Mizala ingresó al
Departamento de Ingeniería Industrial. Ahí, junto a otros académicos
como Eduardo Engel, Pablo Serra y Ronald Fischer, conformaron “un grupo
de investigación en economía”, que luego dio origen al Centro de
Economía Aplicada (CEA) de dicho Departamento.
Luego, a mediados de los ‘90, impulsó en conjunto a otros profesores
la creación del Magíster en Gestión y Políticas Públicas (MGPP),
programa pionero en América Latina que a la fecha ha formado a más de
600 profesionales de Chile y de 21 países de la región.
Fue también en esos años que comenzó a realizar investigación en
educación y se adentró en ese ámbito, coincidiendo en la década
siguiente con otros académicos de la Facultad de Ciencias Físicas y
Matemáticas (FCFM), como el profesor Rafael Correa, con quienes
impulsaron la formación del CIAE.
¿Cómo la marcó la etapa en el Liceo Manuel de Salas?
Estudié toda mi educación básica y media en el Liceo Experimental
Manuel de Salas, así que siempre he estado vinculada a la Universidad de
Chile, porque en ese momento estaba muy presente en el Liceo, que
verdaderamente tenía un carácter experimental. Teníamos siempre futuros
profesores que estaban haciendo su práctica, entonces era muy cercana la
relación con la Universidad. Era un establecimiento muy bueno, muy
exigente y salimos muy bien preparados. Mi curso entero entró a la
universidad, en una época que había muy pocas universidades en el país.
¿Cómo fueron sus inicios como académica en la FCFM?
Veníamos llegando del doctorado junto a otros académicos y traíamos
un montón de información y de contenidos nuevos. A poco andar, con
Eduardo Engel y en una alianza con el CIEPLAN, donde participaron
Patricio Meller y Pilar Romaguera, armamos un nuevo Magíster en Gestión y
Políticas Públicas, en 1994, que fue el primero en el país y en la
región. Sobre este tema sólo había un programa en México.
¿Por qué era tan necesario este programa para Chile?
Porque estaba partiendo la democracia y necesitábamos profesionales
que estuvieran preparados para trabajar en el sector público. Diseñar
políticas públicas, implementarlas y evaluarlas requiere de una
formación específica. Pero pensamos en esto no sólo para Chile, sino que
también para América Latina. Conseguimos en ese tiempo que el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) nos diera becas para que
profesionales latinoamericanos vinieran a estudiar al programa, y el BID
nos apoyó durante seis generaciones. Hoy más de un tercio de los
alumnos son de la región. El programa se volvió un referente.
¿Cómo es que usted se acerca al área educativa?
Cuando hice mi doctorado, una de las áreas en las que me especialicé
fue economía laboral, estudiando el funcionamiento del mercado del
trabajo. A poco andar me di cuenta que muchos de los fenómenos que veía
en los mercados laborales de Chile tenían su raíz en la formación de las
personas y por lo tanto ahí me empecé a interesar en el área de
educación. A partir del año 1994 comencé a hacer investigación en temas
de educación y el 2005 me contactó Rafael Correa, del Departamento de
Ingeniería Matemática, y me propuso que trabajáramos juntos para tratar
de armar algo en educación para la Universidad. Y fue ahí que empezamos
con el CIAE.
Hicimos un trabajo conjunto desde el 2006, con un grupo notable de
investigadores que se jugaron desde el primer momento, para crear el
Programa de Investigación en Educación, dependiente de la Vicerrectoría
de Asuntos Académicos. A poco andar hubo que empezar a conseguir
recursos. Se obtuvo financiamiento para un Núcleo Milenio, a algunos
FONDEF, a un concurso de CONICYT para centros de investigación en
educación. Hasta que el 2013 nos presentamos a un concurso de proyectos
basales al que hasta esa fecha siempre se habían presentado grupos del
área científica, y ganamos el concurso. Somos el primer centro basal en
el área de las ciencias sociales, y por cierto, el primero en educación.
¿En qué momento está el CIAE ahora?
Está en un momento crucial. En noviembre del año pasado, el Consejo
Universitario aprobó la transformación del CIAE en un Instituto de
Rectoría. Hoy el Senado Universitario está evaluando la propuesta. Otra
cosa importante es la creación del Programa Transversal de Educación,
donde todas las unidades de la Universidad que están involucradas en el
tema tendrán una coordinación que permita realizar actividades en
conjunto y que se potencien, además de invitar a otras unidades a
trabajar juntas, porque entendemos que la educación atraviesa muchas
disciplinas que pueden aportar a su desarrollo al interior de la
Universidad.
En relación a esta idea de los aportes, ¿cómo la Universidad
puede compatibilizar esos aportes a las políticas públicas con la visión
crítica?
Yo creo que el primer aporte de la Universidad es la formación de
profesores. La Universidad está con toda la fuerza para formar
profesores, y creo que eso es clave porque Chile necesita profesores
bien formados y la Universidad tiene la capacidad de formarlos y no
solamente formar buenos profesores, sino que formar formadores de
profesores. Eso tiene un efecto multiplicador muy importante.
Además de eso, la investigación que se hace es vital porque permite
dar soporte científico a las políticas públicas en educación, además de
generar la capacidad y las herramientas para evaluarlas, tarea que es
fundamental.
¿Qué significa para usted la obtención del Premio Amanda
Labarca y qué desafíos imprime el legado de esta importante figura en
las mujeres de la Universidad?
Es súper gratificante y emocionante, por lo que ella es como figura
en la Universidad de Chile y en el país, por su rol activo en la
conquista de los derechos de las mujeres y su rol de educadora. Para mí
el premio es muy significativo, además, porque fue una de las
propulsoras del Liceo Experimental Manuel de Salas.
Yo creo firmemente que el rol de las mujeres en la Universidad es
vital. Por eso acá en la FCFM tenemos un Programa de Equidad de Género,
denominado “Más mujeres para la ingeniería y las ciencias”, que promueve
que las estudiantes de enseñanza media estudien ingeniería. Este es el
tercer año y la experiencia que tenemos es súper buena, porque no
solamente ingresan 40 mujeres adicionales, sino que además hay más
mujeres que postulan a ingeniería en la Chile, con lo cual estamos
llegando a un 27 por ciento del ingreso, cuando antes teníamos un 19 por
ciento de estudiantes mujeres.
También hay un programa de equidad de género para académicas, donde
las interesadas en realizar una carrera académica estudian el doctorado
apoyadas por la Facultad, y a la vuelta las recibe el Departamento que
las contrató.
Esto es porque hay claridad de que las mujeres somos un aporte en
todos los ámbitos, no solamente en la ingeniería. Tener diversos puntos
de vista siempre es bueno, y la Universidad de Chile se caracteriza por
eso, por tener todos los puntos de vista. Y en ese sentido, tener más
académicas mujeres es un verdadero aporte, sin dejar de lado lo
comprometidas que somos con lo que hacemos.
* Fotografía: Felipe PoGa
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