Este año, el 50% de los alumnos más vulnerables podrá cursar la universidad sin costo. En este grupo, hay algunos que pasarán del sistema judicial al sistema educacional.
M. Bustos y M. Navarrete
Centro de Internación Provisoria San Joaquín, donde Daniel estuvo recluido.
Daniel (18), es uno de los 80 mil estudiantes de primer año de
universidad que obtuvieron el beneficio de la gratuidad. Podría ser uno
más de los alumnos vulnerables que llegan a la educación superior, pero
su historia es diferente. A los 14 años comenzó a delinquir. Al
principio fueron sólo hurtos que, poco a poco, se fueron transformando
en delitos más graves. “Me gustaba la plata fácil”, reconoce hoy.
En un momento la situación se salió de control y abandonó sus
estudios. Durante ese periodo, “fue cuando más me metí en problemas”,
señala. Junto a seis jóvenes robó casas y bencineras. Varias veces fue
detenido y, finalmente, terminó cuatro meses recluido en el Centro de
Internación Provisoria San Joaquín (CIP), del Servicio Nacional de
Menores (Sename).
Su situación es como la de otros jóvenes que se alejan de sus
estudios y que entran en un círculo del que es difícil salir. De acuerdo
a cifras del Sename, el 40% de los adolescentes no asiste a clases al
momento de ingresar a cumplir una medida cautelar o sanción. La mayoría,
como Daniel, desertan por iniciativa propia. Para Hugo Herrera, jefe
del Departamento de Justicia Juvenil del servicio, “lo fundamental para
evitar que los jóvenes cometan delitos es evitar la deserción escolar.
Es preocupante la cifra y es un desafío pendiente”.
Pero Daniel rompió ese círculo. “Tenía plata fácil, pero en verdad me
aburrí de eso. Me di cuenta de que iba a llegar un momento en el que no
iba a tener nada. Pensé que si tenía estudios y sacaba el cuarto medio,
eso siempre iba a estar ahí, no así la plata fácil”.
Comenzó de a poco. En el CIP terminó primero medio y luego volvió al
colegio, del que egresó con un promedio 6,5. Sus estudios los retomó
bajo la tutela del Programa de Libertad Asistida Especial del Sename.
Gracias a esta iniciativa y el apoyo de tutores, Daniel y otros
adolescentes lograron salir de la delincuencia.
Este año, fueron 58 jóvenes bajo la custodia del servicio que
rindieron la PSU. De ellos, 14 entrarán a la universidad. Daniel es uno
de éstos, al igual que otro joven de 17, quien pidió identificarse como
Agustín y que también recibirá el beneficio de la gratuidad.
Agustín comenzó a los 11 años a delinquir por problemas familiares.
“Me ha tocado duro, incluso me intenté suicidar”, dice. Esta situación
lo arrastró a la calle y a los problemas. Pero la vida le cambió cuando,
hace un año, nació su hijo. Fue ahí cuando dejó atrás la delincuencia.
No fue fácil mantener esa decisión y hace cinco meses recayó. Asegura
que fue por problemas familiares. Cometió un robo con violencia del que
no tiene recuerdos, ya que, luego de una discusión con su madre, se
drogó con Clonazepam. Hasta ese momento nunca lo habían detenido, pero
justo en aquella ocasión lo sorprendieron cometiendo el atraco. El
Sename se encargó entonces de la situación y lo dejó en el mismo
programa que Daniel.
Pese a todo, nunca dejó los estudios ni repitió cursos. Con el apoyo
del programa se propuso un nuevo desafío: entrar a la universidad.
Gratuidad
Desde que Daniel retomó sus estudios, siempre estuvo atento a los
debates sobre educación superior. “Hubo un momento en el que pensé que
no quería sólo el cuarto medio, sino estudiar algo más”. Al principio
consideró un instituto profesional o centro de formación técnica, pero
este cambió cuando el gobierno anunció que en 2016 el 50% más vulnerable
iba a estudiar gratis.
En su hogar vive con sus padres, quienes reciben una pensión de
invalidez, y el único con un trabajo estable es su hermano mayor.
Así, dio la PSU, en la que ponderó 580 puntos, postuló a los
planteles adscritos a la gratuidad y acreditó su situación
socioeconómica. Fue el 10 de enero cuando supo que había quedado en
Ingeniería Civil en Obras Civiles en la Universidad Tecnológica
Metropolitana (Utem). “Cuando supe, sentí felicidad, ya que al principio
tenía pensado trabajar y estudiar”. Su familia también se alegró.
Al igual que Daniel, Agustín no creía posible entrar a la educación
superior y menos de forma gratuita. Su opción era ingresar a un
instituto y trabajar, pero su tutora del Sename le hizo ver que podía
ser distinto y lo ayudó con el proceso de la ayuda estudiantil. “Cuando
salí beneficiado me sentí tan alegre, fue como una nueva oportunidad que
te da la vida. Mi familia estaba muy contenta con este logro”,
menciona. La iniciativa del Gobierno le parece buena “pero creo que no
deberían beneficiarse de la gratuidad las personas que tienen más
ingresos económicos”, comenta.
El futuro universitario ya se matriculó en la U. Diego Portales
(UDP), donde quedó seleccionado con una ponderación de 480 puntos. “Me
voy a dedicar un 100% a los estudios para cambiar mi vida, porque si tú
quieres cambiarla y vivir tranquilo, lo puedes hacer, todo está en ti”,
señala.
A pesar que el Ministerio de Educación (Mineduc) no tiene becas
especiales para jóvenes que estén bajo la tutela del Sename, ellos sí
pueden postular a los beneficios, en la medida que cumplan los mismos
requisitos que cualquier postulante.
Para la ministra de Educación (s), Valentina Quiroga, es una
satisfacción que estos jóvenes puedan acceder a la ayuda, ya que “ellos,
al igual que miles de jóvenes y sus familias, pueden contar con la
seguridad de que podrán estudiar gratuitamente. Sin duda, quedan
desafíos. Con la gratuidad hemos derribado la barrera del acceso, pero
queda pendiente fortalecer iniciativas que los acompañen en su proceso
educativo y que eviten su deserción”.
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