P. Salazar y P. Riquelme Santiago / Talca 25 de octubre del 2015 / 02:04 Hrs
Eran las 03:34 horas del 27 de febrero de 2010 cuando un terremoto de 8,8 grados Richter sacudió la zona central de Chile. Una de las regiones más afectadas fue la Del Maule. A cinco años de eso, los recuerdos de uno de los sismos más grandes de la historia del país siguen replicándose en la comuna de Talca.
Así lo viven, por lo menos, los apoderados y alumnos de las escuelas municipales
Así lo viven, por lo menos, los apoderados y alumnos de las escuelas municipales
José
Manuel Balmaceda y Carlos Salinas, donde los dos mil alumnos
matriculados en ambos recintos siguen en situación de “emergencia” y
haciendo clases en salas modulares, después que el terremoto dejara
inhabilitada la infraestructura de sus establecimientos.
Los estudiantes de la escuela Balmaceda, que alberga a 1.100 niños,
de primero a octavo básico, en 2013 fueron reubicados, finalmente, en un
recinto de propiedad privada.
“El Ministerio de Educación (Mineduc) nos ayuda con el pago del
arriendo”, explica el encargado de educación de la comuna, Carlos
Montero. En el mismo terreno, se ubican también unos 500 estudiantes del
colegio Carlos Salinas.
El otro grupo de alumnos del último establecimiento, por una cuestión
de espacio, se encuentra al otro lado de la ciudad, en un terreno donde
la municipalidad instaló nueve salas modulares para niños de segundo a
cuarto básico.
Montero explica que esta solución se suponía que iba a ser provisora,
pero ya han pasado dos años en que nueve cursos hacen clases en
contenedores.
Carolina González es una de las apoderadas que va a buscar su hijo:
“La educación es muy buena, pero el problema son las instalaciones,
tenemos un patio muy reducido y con gravilla, algunas salas se llueven y
los niños pasan resfriados”.
Como la lluvia y la tierra no hacen una buena mezcla, las clases de
educación física, por ejemplo, se hacen en una sede comunitaria. “Es un
trato indigno que nuestros hijos han tenido que soportar por cinco años,
desde el terremoto”, dice la madre.
Si bien las condiciones actuales de estos dos mil alumnos no son
óptimas, antes del 2013 los estudiantes de ambas escuelas compartieron
recintos con otros establecimientos.
La meta del gobierno anterior era reconstruir los más de cuatro mil
recintos que resultaron con daños. Su objetivo era terminar la tarea en
2014. Sin embargo, según el último balance de ese mismo año, 42
establecimientos municipales no habían iniciado o terminado sus obras
al inicio del período escolar. A la fecha, 17 colegios arreglaron su
situación, de acuerdo al Mineduc.
Según Montero, de la municipalidad de Talca, “estamos
periódicamente evaluando todos los requerimientos que tiene el recinto
para que funcione dentro de esta condición de provisorio”. La autoridad
admitió que “sí hay un grado de hacinamiento, porque en alguna medida
no están todos los espacios, como gimnasio, el patio es pequeño; hay
algunas situaciones que podrían ser mejores”.
La municipalidad espera que de aquí a cinco años, ambos recintos se
puedan ir a su lugar de origen, en el centro de la ciudad, donde se
reconstruirá la infraestructura. Este, sin embargo, no es el primer
intento. Tras el terremoto, hubo varios fallidos: “El problema fue que
no hubo coordinación entre el municipio y el Mineduc, porque existían
posturas distintas (uno quería reconstruir, otro un terreno distinto),
mucho tiempo perdido”, explicó el funcionario.
La opinión es compartida por la presidenta de los apoderados de la
escuela Carlos Salinas, Gladys Núñez, quien recalcó que “el país tiene
recursos para que nuestros hijos estudien en condiciones dignas, pero el
problema fue primero del concejo municipal y su intención de sacarnos
del centro de la ciudad, a ello se suma la burocracia”.
Desde el Mineduc señalaron que durante el período 2014-2017 se “está
desarrollando un trabajo especial con los equipos regionales y los
municipios para generar planes de Mejoramiento de la Infraestructura
Escolar que permita, además de solucionar los problemas causados por el
terremoto, dotar a los establecimientos públicos de la infraestructura
adecuada para implementar sus proyectos educativos”.
En Molina
A 48 kilómetros al norte de Talca, está la comuna de Molina. De la
municipalidad dependen 21 recintos. De ellos, dos tienen problemas de
infraestructura a la fecha. Se trata de la Escuela 1 y del único liceo
Bicentenario de la comuna. Este último se instaló en 2011 como parte de
los 60 liceos de excelencia impulsado por el entonces Presidente,
Sebastián Piñera.
Eva Mancilla, apoderada de tercero medio, recuerda que cuando se
anunció la instalación del colegio había esperanza en la zona, debido a
que la promesa era entregar educación de calidad para las familias
vulnerables y que éste pudiera competir con los mejores establecimientos
a nivel nacional. “Mi hijo tiene buenas notas, era una oportunidad para
él”, dijo.
Sin embargo, desde un comienzo la instalación del recinto tuvo
problemas. El retraso producto del terremoto complicó el proceso. “Se
suponía que el liceo empezaría sus clases provisoriamente compartiendo
espacio con la Escuela 1. Este último recinto sufrió severos daños tras
el sismo y ambos colegios quedaron sin infraestructura”, cuenta la
alcaldesa, Priscila Castillo.
Explosión
La apodera confirma la versión y explica que “nunca tuvieron un lugar cómodo para estudiar y aún están en salas modulares”.
La precariedad que pasan los alumnos se refleja en un episodio que
aún indigna a Eva, cuando los niños escucharon un sonido muy fuerte
similar a una explosión. Varios de los estudiantes, en ese momento en
clases, salieron a mirar qué estaba pasando: “Una alcantarilla había
explotado”.
Ese día, recuerda la apoderada, “los alumnos almorzaron literalmente
en la mugre. Había restos de fecas y lo que hay de patio no está
pavimentado, fue terrible. Los niños tuvieron que faltar a clases para
arreglar la situación. Fue muy indigno y peligroso para la salud”.
La alcaldesa explica que sólo a fines de 2017 los alumnos podrán
instalarse en dependencias nuevas. Esto, después de que la constructora a
cargo no terminara las obras, pese a que se le canceló el 90% del
presupuesto.
“La demora se debe a una mala planificación estratégica que hizo el
gobierno anterior de los liceos Bicentenarios del país (…) El nuevo
liceo que estamos proyectando costará más de 3 mil millones de pesos y
cuando se programó esto habían considerado mil millones para
equipamiento”, explicó Castillo.
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