Una reforma educativa “relacional”
Publicado: 22.09.2014
¿Qué
está en juego en la reforma educacional? La derecha ha sostenido
insistentemente que el proyecto afecta la libertad de elegir de los
padres. El columnista sostiene en cambio que la disyuntiva que
enfrentamos como país es si seguimos aceptando la competencia injusta en
la educación escolar. En una pista corren hoy los colegios particulares
subvencionados, que acceden a más recursos y pueden echar a los alumnos
que no rinden bien. Al otro lado están los municipales, que con menos
recursos deben hacerse cargo de todos los niños. Según el autor, este es
un caso clásico descrito ya por el sociólogo francés Pierre Bourdieu,
donde el mal de uno pasa a ser el bien del otro.
En la sociedad “lo
real es relacional” decía con singular lucidez hace un tiempo Pierre
Bourdieu, el sociólogo más influyente de la segunda mitad del siglo XX
quien, además, centró parte importante de sus investigaciones en el
sistema educacional. Esa pequeña frase -inmensa en contenido- puede
servirnos para mitigar algunas de las críticas que tan fácil (y a veces
tan ligeramente) han caído sobre la actual propuesta de reforma
educativa. Algunas de estas críticas apuntan a que la propuesta en
cuestión no ha puesto suficiente énfasis en el sector público
(municipal) y que solo se estaría proponiendo actuar sobre el sector
particular subvencionado.
Las observaciones negativas son diversas al respecto: hay quienes
insisten hace rato en que se está perjudicando e incluso aniquilando a
ese sector (senador RN Andrés Allamand); y otros, recientemente (Carlos
Peña, por ejemplo), sostienen que se le está robusteciendo
exageradamente. Ambas perspectivas son erróneas ya que el objetivo
estratégico de la propuesta es regular adecuadamente a tal sector
educacional, lo que, por supuesto, puede favorecer a unos y perjudicar a
otros proveedores, pero la regulación propuesta –ajustes más o ajustes
menos- busca ser beneficiosa para los propósitos educacionales globales
del país, más allá de que ellos sean municipales o privados.
En suma, buena parte de los colegios particulares subvencionados en las últimas décadas han podido contar con más recursos y con alumnos con mayor capital cultural si se les compara con los colegios municipales. Esto le hace mal a ambos tipos de escuelas (municipales y particulares), ya que complica en demasía el día a día de las municipales y les facilita la existencia a las privadas.
En efecto, en la última década la investigación educacional argumentó
acertadamente que gran parte de los problemas del sector educativo
municipal se debían a la competencia en condiciones desiguales que tal
sector tenía por parte de las escuelas particulares subvencionadas.
Estas últimas, por ejemplo, podían y pueden cobrar financiamiento
compartido en educación básica y media además de seleccionar alumnos
con más facilidad de lo que pueden hacer al respecto las municipales
(aun cuando exista una prohibición parcial en este tema).
En suma, buena parte de los colegios particulares subvencionados en
las últimas décadas han podido contar con más recursos y con alumnos
con mayor capital cultural si se les compara con los colegios
municipales. Esto le hace mal a ambos tipos de escuelas (municipales y
particulares), ya que complica en demasía el día a día de las
municipales y les facilita la existencia a las privadas. ¿Hay algo de
malo en esto último? Claro, puesto que con una realidad así, ninguno de
los dos tipos de escuelas puede o tiene que desplegar todas sus
potencialidades. Las municipales –mayoritariamente- solo albergan niños
de menor capital cultural (en comparación a las particulares
subvencionadas) y muchas de las familias envían a sus hijos a ellas ya
sea porque no tuvieron lugar en las escuelas privadas, porque sus hijos
fueron expulsados de estas o simplemente porque no tuvieron dinero
suficiente para financiar el co-pago.
Lo anterior, volviendo a Bourdieu, es una realidad “relacional”, en
la que el mal de uno pasa a ser, sin necesariamente desearlo, el bien
del otro, incentivado esto, además, por un esquema competitivo global
del sistema educativo (más alumnos = más recursos; mejores alumnos =
mejor SIMCE). Por esto, el proyecto de reforma en marcha es acertado en
su oportunidad y prioridades ya que identifica relacionalmente los
problemas de ambos sectores, pero aborda primero aquello que tiene,
precisamente, mayor impacto relacional, puesto que las regulaciones
propuestas para los colegios particulares subvencionados, de llevarse a
cabo, impactarán al mediano plazo al sector municipal y desplegarán
nuevas potencialidades (de tipo inclusivas y netamente pedagógicas, ya
que tendrán que educar a todo tipo de niños y no solo a “niños
seleccionados”) en gran parte del sector particular subvencionado: la
eliminación total de la selección de alumnos y la equivalencia al alza
del monto a invertir (subvención escolar) por alumno generará
paulatinamente mayor mixtura social en los colegios lo que, sumado a lo
anterior, disminuirá las brechas de resultado entre ambos subsistemas
educativos.
Será el resultado de una política que no ve los problemas radicados
prioritariamente en uno u otro sector, sino en la relación que ambos han
establecido. Al contrario, una política que comience por el sector
municipal o que pretenda regular ambos sectores de escuelas
principalmente a partir de este último sería casi inocua por mucho
tiempo para el sector particular subvencionado, dado que la regulación
de una realidad relacional debe partir siempre por reorientar a quienes
disponen de mayor capitales culturales y económicos, mayores
posibilidades de cooptación de beneficios y mayores opciones de ganancia
en un escenario relacional.
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