La CUT
está al servicio del gobierno y no de los trabajadores
Cada medida de las
anunciadas por la Nueva Mayoría en su programa de gobierno, ha
resultado una sorpresa para quienes finalmente, están llamados a ser
sus potenciales beneficiarios o víctimas.
Así ha pasado con
la pretendida reforma educacional, la que entre cambios, ofertas y
modificaciones, dejará las cosas tal cual como son ahora, sin entrar
en cambios de verdad relevantes, porque entre otras cosas, mantiene
la columna vertebral de la educación de mercado, como es el
financiamiento por subvención.
Caso similar es el
esfuerzo por realizar una reforma tributaria, anunciada para resolver
las aberrantes diferencias que hacen de Chile el país más desigual
del planeta. Pero ya se sabe, que lo que entró al parlamento no es
lo mismo que saldrá de él.
Se creará una AFP
Estatal, que en boca de la propia presidenta no cambiará el problema
de fondo; o sea no entregará mejores pensiones y eso no es lo que
quieren ni por lo que votaron millones de compatriotas.
Y, en el plano de
los cambios políticos que buscan modificar el sistema binominal, lo
único que se puede esperar es que aumenten los honorables, dejando
intactas las actuales proporciones que se reparten la exuberante
torta de asignaciones, viáticos y salarios millonarios.
Pero cuando ya se
creía agotada la capacidad de asombro, llegan los resultados de la
negociación que ha reunido a la CUT con el Gobierno para acordar el
monto del salario mínimo.
No hace mucho
tiempo, para ser precisos el 1 de mayo de 2013, la presidenta de la
CUT, Bárbara Figueroa decía: “¿Quién cree hoy que un
trabajador con 205.000 puede superar la pobreza? …. el salario
mínimo no debería ser inferior a 370.000 pesos brutos.”
No pasó mucho tiempo para que cambiara
de opinión, interesada más que en aumentar la alicaída capacidad
adquisitiva de los trabajadores, en mantener plena coherencia con un
gobierno que una vez más da la espalda a los trabajadores.
Para decirlo con toda crudeza, acordar
un salario mínimo de 225.000 pesos es una bajeza que no se condice
con un gobierno que ha ofrecido, pero que no ha cumplido, ni con una
dirigencia sindical que ha dicho una cosa, pero luego parece trabajar
para el gobierno más que por los trabajadores.
La ilegitimidad de la Central, cuya
conducción está en manos del Partido Comunista, ahora integrante
del bloque político que gobierna el país, queda una vez más al
descubierto. Esta forma de hacer sindicalismo en Chile está en una
desintegración moral que exige a los sindicatos y gremios que aún
se mantiene en la CUT, decir vivamente su palabra.
No se puede aceptar que la conducción
de una Central que se supone al servicio de los trabajadores, se
transforme en un apéndice del Ministerio del Trabajo y de los
empresarios.
Hipotecar las expectativas de los
trabajadores que menos ganan y que por esa razón se ubican en los
rangos de los más pobres del país, a un tiempo en que producto de
las variaciones del IPC, ese miserable dinero ya no valdrá lo mismo,
es una burla.
Es necesario que los trabajadores digan
su palabra. Es necesario que las organizaciones gremiales y
sindicales se opongan a ese acuerdo espurio que afecta a los más
desposeídos.
Y es absolutamente indispensable que se
retome la discusión acerca de la función de la Central Unitaria de
Trabajadores, que en el lapso que ha durado la post dictadura ha
perdido su esencia y se ha transformado en una correa transmisora de
los intereses mezquinos de los partidos políticos que la han
dirigido.
DARÍO VÁSQUEZ
SECRETARIO GENERAL
COLEGIO DE PROFESORES DE
CHILE
FUERZA SOCIAL DEL
MAGISTERIO
Santiago, julio 03 de 2.014
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