5 de febrero de 2014
Segunda victoria decisiva sobre el establishment después de destitución de H. Beyer
Fue un golpe a la autoridad de
Bachelet en la medida que esta había confirmado a Peirano, y desafiado
las críticas del movimiento. Pero más allá del gallito coyuntural quedó
claro que los jóvenes líderes, actuando en conjunto, se hicieron del
poder de visar y dar legitimidad a las personas y contenidos
involucrados en la reforma educacional del futuro gobierno. La nueva
subsecretaria, Valentina Quiroga, también es leída como un guiño para
recomponer las confianzas con la calle.
La
famosa frase “con un pie en la calle y con el otro en el gobierno”, que
acuñó en su momento la actual diputada electa del PC y ex dirigenta
estudiantil, Camila Vallejo, adquirió otro peso político después del
paso al lado que diera ayer Claudia Peirano al anunciar que no asumirá
la Subsecretaría de Educación el 11 de marzo junto al resto del gobierno
de Michelle Bachelet. Es que en privado no se discutía que los grandes
ganadores del público gallito entre las nominaciones de la Mandataria
electa y los cuestionamientos a la figura DC fueron los integrantes de la bancada estudiantil
en particular y el movimiento en general, que le doblaron la mano a la
Presidenta electa y le botaron la cuestionada subsecretaria de
Educación.
Siete días exactos duró Peirano nominada como segunda de a bordo en Educación y desde el primer momento su nombre generó reparos y cuestionamientos desde el movimiento estudiantil por considerar su selección como una señal equivocada, considerando el discurso público de la Presidenta electa y toda la Nueva Mayoría sobre la educación gratuita,
de calidad, y la reforma como uno de los tres pilares de su próximo
mandato. Fue Vallejo quien salió inmediatamente a advertir que “la
trayectoria y opiniones públicas de Claudia Peirano parecen apuntar en
una dirección distinta al mandato que el pueblo le dio al gobierno de la
Nueva Mayoría”.
Después de eso todo fue en escalada.
Salieron los actuales dirigentes universitarios y secundarios a poner en
tela de juicio la legitimidad de la próxima subsecretaria, luego se
sumaron los diputados electos –rostros centrales del movimiento del
2011– Giorgio Jackson, Karol Cariola y Gabriel Boric para insistir en el
punto, avalados además por diversas figuras de la propia Nueva Mayoría.
Las voces que defendían la nominación, ligadas a la tecnocracia
política del sector, no lograron hacer el contrapeso necesario.
Jackson (Revolución Democrática),
Cariola (PC) y Vallejo (PC) fueron elegidos en noviembre como diputados,
con el apoyo y los votos de la Nueva Mayoría y se instalarán desde el
11 de marzo en la Cámara Baja, como parte de las bancadas de esta
coalición, incluso el diputado electo por Santiago integrará la comisión
de Educación gracias a que el PS le cedió uno de sus cupos. Boric
(Izquierda Autónoma) es el único que corrió por fuera y ganó, pero se
alineó con sus ex compañeros del movimiento estudiantil en estos días,
tanto en las críticas a Peirano como en los gestos públicos para lograr
su salida.
El mismo viernes que concluía en las
Termas de Jahuel el consejo de gabinete que encabezó Bachelet –que
sesionó con Peirano presente–, en paralelo la bancada estudiantil se reunió en un “mediático café” en un local de Providencia,
cita a la que llegaron Vallejo, Cariola, Jackson y Boric. Una
“minicumbre” que sirvió para hacer sentir su peso político y poner el
acento en que la entonces nominada subsecretaria Peirano no era una
autoridad que fuera bien vista por el mundo estudiantil.
Pero más allá del revés que sufrió el futuro gobierno de Bachelet, antes de debutar oficialmente, el movimiento estudiantil ganó legitimidad política, voz y voto como se dice, para todas las grandes decisiones que se adopten desde marzo sobre la reforma educacional. Por eso no fue gratuita la reacción de la bancada estudiantil ayer y, en particular, la de Jackson, quien precisamente hizo hincapié en este punto: “Hay un hecho político transcendental en esta renuncia, que es que la futura reforma educacional tiene que contar con la participación y deliberación del movimiento social”.
Entremedio, la propia Bachelet salió de
sus vacaciones en el sur a defender el criterio de selección de su
gabinete y respaldar a Peirano, lo que entre analistas de la Nueva
Mayoría ya es considerado un “error comunicacional grave”, que expuso a
la Mandataria en forma innecesaria, considerando que en esos días ya se barajaba la fórmula de la “salida honrosa” de la figura DC.
Después que Peirano leyó ayer su escueta
declaración para precisar que no asumiría, la lectura transversal es
que era mejor “ponerse rojo de una vez y no estar colorados todo el
año”, aludiendo a la permanente tensión que la renunciada subsecretaria
mantendría con el movimiento estudiantil. De paso, se reconocía que el
gallito, sin lugar a dudas, lo había ganado la bancada y el movimiento
estudiantil, que el futuro gobierno “había quedado mal parado” y que
esta era con certeza una “fea partida en falso”.
Pero más allá del revés que sufrió el
futuro gobierno de Bachelet, antes de debutar oficialmente, el
movimiento estudiantil ganó legitimidad política, voz y voto como se
dice, para todas las grandes decisiones que se adopten desde marzo sobre
la reforma educacional.
Por eso no fue gratuita la reacción de
la bancada estudiantil ayer y, en particular, la de Jackson, quien
precisamente hizo hincapié en este punto: “Hay un hecho político
transcendental en esta renuncia, que es que la futura reforma
educacional tiene que contar con la participación y deliberación del
movimiento social”.
A través de Twitter, Vallejo precisó que
“la renuncia de Claudia Peirano es el gesto más correcto de su parte,
la ciudadanía ya no aguanta conflictos de interés” y, en otro mensaje,
agregó que “como NM (Nueva Mayoría) nos comprometimos a impulsar una
profunda reforma educacional, quienes la implementen deben estar
comprometidos en el decir y hacer”.
Tras reconocerle el gesto de dar un paso
al lado, Boric –también por Twitter– dijo que el “hecho político de la
renuncia de C. Peirano es significativo. Da cuenta de que para reforma
educacional será fundamental el movimiento social”.
La presidenta de la FEUC, Naschla
Aburman, añadió que “no estamos contentos con su renuncia, porque
nuestro conflicto es que nunca debió haber sido nombrada” y destacó que
“es una señal clarísima del cambio estructural que nuestro país necesita
“, mientras que su par de la FECH, Melissa Sepúlveda, expresó que
“confunden aún las señales que está dando el gobierno respecto a qué es
lo que pretende en la educación finalmente” e insistió en que la salida
de Peirano es “una respuesta ante las presiones públicas”.
Los mismos defensores que Beyer
En la Nueva Mayoría dicen que es bien
difícil hacer la lectura positiva de rescatar la mitad del vaso lleno de
este episodio. Sí es cierto que se va a cerrar un flanco de conflicto
que iba a poner más cuesta arriba la reforma y la relación con el
movimiento estudiantil; sí, agregan, se hizo un guiño a este sector, que
se les escuchó, pero “los únicos que ganaron aquí fueron los
estudiantes”.
Esta es la segunda victoria política
clara que el movimiento estudiantil se anota en poco menos de un año,
con la que lisa y llanamente logra imponerse a las lógicas del establishment, el statu quo
y la tecnocracia, que son vistos como un ripio en las posibilidades de
lograr una profunda y real reforma educacional que transforme los
actuales paradigmas. En la segunda quincena de marzo del año pasado, fue
destituido por el Senado el entonces ministro de Educación, Harald
Beyer, cuando se aprobó la acusación constitucional en su contra.
Peirano tuvo defensores desde la elite
del mundo educacional. Es el caso de los ex ministros Mariana Aylwin
(DC) y José Joaquín Brunner (PPD), que respaldaron públicamente la
designación de la ingeniera comercial.
Ambos firmaron, junto a Peirano y otras
figuras –como Patricia Matte, los ex ministros de Educación Sergio
Molina y Mónica Jiménez de la Jara, Harald Beyer y Eduardo Engel–, la
carta que rechazaba la gratuidad total en la Educación superior y que se
transformó en uno de los flancos que terminaron con la salida de la
subsecretaria.
En el caso de Aylwin, su apoyo se vio
especialmente a través de Twitter, donde el jueves 30 de enero señalaba
que “para algunos, sólo pueden ejercer legítimamente una función de
gobierno los que provienen de instituciones públicas o de sus ONGs. El
resto bajo sospecha”.
Al día siguiente, la directora ejecutiva de la Corporación Educacional Aprender, que gestiona dos colegios y que está ligada a una Agencia de Asistencia Técnica Educativa
(ATE), respaldaba las declaraciones del senador DC Jorge Pizarro, que
aseguró que el debate en torno a la designación de Peirano era “absurdo,
ridículo y malintencionado”.
“Por fin una voz racional y firme en la DC respecto de Claudia Peirano”, señalaba Aylwin.
Por su parte, Brunner calificó como
“narcisista” al movimiento estudiantil y aseguró que, a través de la
carta, Peirano “articuló algunas ideas que son compartidas por personas
que apoyan fuertemente a Michelle Bachelet y a la Nueva Mayoría, pero
que no concuerdan puntualmente con distintas cosas”. En cuanto a las
ideas contenidas, aseguró que se plasmó en esa oportunidad la opinión
de que “si queremos avanzar hacia la equidad, no podemos gastar sumas
que sirvan para subsidiar a los más ricos en la educación superior”.
Quizás no es casual que, el año pasado,
tanto Aylwin como Brunner también salieran en defensa del ex ministro de
Educación Harald Beyer, cuando enfrentó la acusación constitucional por
no haber investigado el lucro que terminó con su destitución del cargo,
lo que fue calificado por los dos como un error. Según la ex ministra,
la acusación fue “un error político, y hace muy
difícil generar los acuerdos que el país necesita para mejorar la
educación y terminar con el lucro”.
En tanto, Brunner consideraba una
contradicción que el Senado aprobara “un primero pero significativo paso
para establecer una superintendencia de la educación superior, mientras
diputados opositores promueven una acusación constitucional contra el
Ministro (…) cabe reconocer que el actual Ministro ha construido sobre
las bases heredadas –con sus virtudes y flaquezas– procurando
fortalecer, no debilitar, las regulaciones del sector. Por eso además de
una paradoja, la acusación es un error”.
Brunner y Aylwin fueron miembros del
Panel de Expertos para una Educación de Calidad, convocado por el
gobierno de Sebastián Piñera en 2010, cuando era ministro del sector
Joaquín Lavín. Panel donde también participaron Harald Beyer, Sergio
Molina, Patricia Matte y la ex subsecretaria e ideóloga de la Subvención
Escolar Preferencial (SEP), Pilar Romaguera.
La señal de cambio
La elección de Valentina Quiroga en
reemplazo de Peirano, dijeron, es también una señal clara y abierta al
movimiento estudiantil. “Ella es incuestionable, es una forma de decir
que se les escuchó, no a la hora de proponer, sino que después que
ejercieron presión”, agregó un analista de la NM.
Es más, se señala en la coalición que la
tarea de Quiroga será precisamente ayudar a recomponer la relación con
el movimiento estudiantil, fortalecer las confianzas y la credibilidad
de este sector en el futuro gobierno.
Mal encaminada no está. Jackson la
saludo vía Twitter por su nominación: “Buena decisión, mucho éxito en
este desafío!” (sic), dijo.
El cómo se fomenta una relación sana
entre Bachelet, el gobierno y el movimiento estudiantil, es un tema que
ya preocupa a algunos dirigentes de la NM. El timonel del PS, Osvaldo
Andrade, dijo ayer que el movimiento social, estudiantil “es
importante”, pero advirtió que “si alguien piensa que siempre tiene la
razón, hay un problema; entiendo que siempre hay que escuchar y con la
mejor disposición, pero también hay que asumir el rol que a uno le
corresponde y, en consecuencia, hay que encontrar la política más
adecuada, si no uno resigna su propio rol”.
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