2 de febrero de 2014
Rector señala que Eyzaguirre no comprende "el problema que han planteado los estudiantes"
El académico señala que la
democracia reposa sobre un imperativo de confianza, ya que “quien aspira
al poder declara, en medio de la competencia, lo que hará con él, qué
principios lo guiarán, qué objetivos perseguirá, y los ciudadanos
deciden si le creen o no. Pero cuando deciden creerle, los ciudadanos no
inician una relación de confianza ciega”.
El rector de la Universidad
Diego Portales, Carlos Peña, consideró como un error de la Presidenta
electa Michelle Bachelet el nombramiento de Claudia Peirano en la
subsecretaría de Educación, aduciendo que en lugar de fortalecer la
confianza, la deteriora, ya que estima que existe una falta de
consonancia entre la trayectoria pública y los principios de la
mandataria declaró a la ciudadanía que votó por ella.
En su habitual columna en El Mercurio, el académico asegura que la
democracia reposa sobre un imperativo de confianza y esta “exige actos
que la verifiquen; el prestigio, opiniones que lo refrenden; el poder,
ritos que le confieren un aura. En suma, los elementos intangibles de la
vida social requieren una estructura que los dote de realidad objetiva:
algo que los haga dignos de crédito y demuestre que, a pesar de que no
se les ve, están allí”.
Agrega que la democracia reposa sobre un imperativo de confianza, ya
que “quien aspira al poder declara, en medio de la competencia, lo que
hará con él, qué principios lo guiarán, qué objetivos perseguirá, y los
ciudadanos deciden si le creen o no. Pero cuando deciden creerle, los
ciudadanos no inician una relación de confianza ciega”.
En ese sentido, Peña sostiene que tal confianza perdura solo si está
dotada de una estructura de plausibilidad que la sostenga como “hechos
objetivos que corroboren la inicial convicción subjetiva. Que esa
estructura exista, es una condición mínima de la política; si falta, la
democracia se deteriora”.
Y añade que se hace necesario que quienes se hacen del poder muestren
consonancia con los principios que declararon cuando postularon a
tenerlo y hace la siguiente pregunta: ¿Qué sería de la democracia si se
gana el poder diciendo X, y apenas se gana, se designa a quienes creen
Y?”.
El académico cree que lo anterior es el error que cometió Bachelet
cuando designó a Claudia Peirano en la subsecretaría de Educación, una
cartera que estará en el ojo del movimiento estudiantil y cuyas demandas
provocaron masivas marchas estudiantiles en las calles del país en los
últimos años.
Al respecto, Peña señala que “al designar a algunos de sus
colaboradores, en vez de subrayar la realidad de los principios que
declaró en campaña, los borronea. Debilita su apariencia de realidad.
Así, en vez de fortalecer la confianza, la deteriora”.
Y afirma que el problema no son las virtudes personales de quienes
fueron designados en dichos cargos, sino que es la “falta de consonancia
entre sus trayectorias públicas y los principios que la Presidenta
Bachelet declaró para obtener la adhesión de los ciudadanos. En otras
palabras, falta esa condición formal mínima de la política: que los
actos que se ejecuten una vez que se obtiene el poder doten de
plausibilidad a la confianza que en medio de la competencia se
solicitó”.
Por tal razón, el rector de la UDP estima que los estudiantes tienen
razón en sus críticas a la designación de Peirano en Educación,
mencionando que “no se trata de desmentir ni su prestigio, ni su
conocimiento, ni su buena fe, ni su buena voluntad. Tampoco de desmentir
sus puntos de vista, que pueden ser, incluso, correctos (aunque
minoritarios). De lo que se trata es que esos puntos de vista no son en
absoluto consonantes con los objetivos públicos que, en materia de
educación, se declararon a la ciudadanía”.
Además, Peña también arremete contra el futuro ministro de Educación,
Nicolás Eyzaguirre, de quien sostiene que no comprende el problema que
han planteado los estudiantes.
“Las palabras del futuro ministro ponen de manifiesto que no
comprende la índole del problema que han planteado los estudiantes. Para
resolver ese problema, no se saca nada con reiterar los objetivos del
programa, reclamando una fe ciega en quienes lo ejecutarán (que es lo
que él acaba de hacer), sino que ejecutar actos y designaciones que lo
hagan plausible (que es lo que se ha hecho)”.
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