Estudio del Poder Judicial muestra que los problemas son abuso sexual, salud y educación.
Publicado: 27.08.2013
Niños
con problemas de salud crónicos que no reciben atención, fuerte retraso
en el nivel escolar, extensas internaciones que duran hasta cinco años y
en las cuales muchos menores no mantienen contacto afectivo con ningún
adulto que puedan sentir como “familia”. Estos son algunos de los
antecedentes del completo abandono de miles de niños que revela un
informe elaborado por el Poder Judicial, mantenido en reserva hasta
ahora. El documento pone en la mira prácticas de los Tribunales de
Familia y de las instituciones guardadoras; y vuelve a reclamar la
reforma urgente y masiva del sistema.
CIPER accedió (por
Ley de Transparencia) a un nuevo y más completo informe sobre la
situación de los niños atendidos en la red de protección estatal y que
revela las dimensiones desconocidas del fracaso de ese sistema. El
informe fue elaborado por la Corporación Administrativa del Poder
Judicial y entre sus datos destacan no solo la presencia constante del
abuso sexual en decenas de hogares, sino una crisis mayor que involucra,
entre otros aspectos, la educación y la salud que reciben los 15.000
niños que el Estado debe proteger (los informes de las regiones
disponibles se pueden consultar en la pestaña “documentos asociados”).
Para situar este informe en el contexto de los antecedentes que se
han conocido en las últimas semanas -y que han activado una
investigación del Ministerio Público, una masiva intervención del
Ministerio de Justicia y una comisión investigadora en la Cámara de
Diputados-, es necesario recordar que la actual alarma pública tiene un
origen: la investigación realizada por una comisión que lideró la jueza
de familia Mónica Jeldres y que el Poder Judicial trató de ocultar a la mirada pública.
Para hacer su trabajo la Comisión Jeldres utilizó una batería de
instrumentos, entre ellos, una encuesta a cerca de 400 niños. La
polémica que ha mantenido hasta hoy el tema en la agenda surgió a partir
de 12 abusos sexuales consignados en la encuesta y que hoy investiga el
Ministerio Público para proteger a las víctimas y determinar si las
autoridades que supieron de estas situaciones actuaron con la diligencia
que exigen por ley sus cargos públicos.
Pero la Comisión Jeldres usó otros instrumentos para su investigación y que son tanto o más importantes que la encuesta: la revisión de los antecedentes de 6.500 niños internados y el examen de las condiciones materiales en 108 residencias.
El informe que presenta ahora CIPER es la sistematización de esos dos
insumos y ofrece un detallado acercamiento a toda la vida de los niños
internados: abarca la escolaridad, la atención de salud, los abusos
sexuales, el trabajo que las instituciones hacen con las familias y la
vigilancia que mantienen los tribunales sobre cada menor, entre otras
áreas.
El informe deja en claro que si el sistema fracasa no es sólo porque
fallen los hogares y el Sename, sino porque en muchos momentos del
proceso de cuidado y sanación, los tribunales son parte del problema.
El informe evidencia también que, en este sistema, no solo sufre la
gran cantidad de niños abusados, en cuyos dramas se ha concentrado la
discusión pública en las últimas semanas. Sufre también la gran mayoría
de los niños que deben pasar largas temporadas en hogares que no están
cumpliendo con los estándares mínimos en varios aspectos.
Uno de los indicadores que resumen los hallazgos de este informe es
la cantidad de niños que aparecen expuestos a altos niveles de riesgo.
Para elaborar este indicador se consideraron 21 situaciones tales como:
“Número de niños que pese a tratamiento reparatorio mantienen conductas
de sexualidad producto de un abuso”, “niños sin acceso a la red de
protección social”, “niños con atraso escolar”; “niños con consumo
problemático de drogas”.
El mapa resultante consigna la siguiente población infantil expuesta a riesgo alto:
Niños visitados | en “Riesgo Alto” | |
Arica y Parinacota | 269 | 25% |
Tarapacá | 147 | 24,5% |
Antofagasta | 302 | 24,3% |
Atacama | 244 | 22% |
Coquimbo | 279 | 20% |
Valparaíso | 1.904 | no se revisaron las fichas |
O’Higgins | 412 | 24% |
Maule | 1.061 | 26,1% |
Los Ríos | 360 | 31,9% |
Los Lagos | 952 | 21,7% |
Magallanes | 124 | 22 % |
Según el informe, el “alto riesgo” constituye una alerta que debe
llevar a revisar los procedimientos “a la brevedad, debido al alcance
que significa para la integridad del niño”.
INTERNACIONES PROLONGADAS
Un aspecto muy relevante de este informe es que la Corporación
Administrativa del Poder Judicial asume que la internación de los niños
es siempre dañina. Se trata de un cambio en la mirada que ha dominado el
sistema de protección por décadas, según la cual, el niño está mejor en
un hogar que con las familias que no pueden cuidarlo. Citando estudios
internacionales se afirma que “por cada tres meses que un niño de corta edad reside en una institución, pierde un mes de desarrollo”.
La internación entonces debe ser restringida a casos excepcionales y
por periodos breves. Ese principio, sin embargo, está lejos de cumplirse
en las regiones visitadas.
En la Región de Los Lagos el promedio de internación es de cinco años
y el 65% por ciento de los niños ha vivido una “larga
institucionalización”, calificación que el estudio da a los niños que
han pasado más de dos años en un hogar.
Una situación similar viven los 1.061 niños internos en la Región del
Maule donde el promedio de permanencia es de casi cuatro años y el 81%
de los menores presenta una larga institucionalización.
En la Región de Los Ríos, en tanto, donde el 69% de los niños
presenta larga institucionalización, el promedio de estadía en los
hogares es de 37 meses.
Entre las once regiones visitadas solo Coquimbo tiene un promedio de
internación cercano a los dos años (31 meses). En el resto del país se
actúa como si internar a un niño por años no le fuera a causar ningún
daño. Una tendencia que llama la atención si se considera que un juez de
familia no puede en su fallo internar a un niño por más de un año en
una institución.
El estudio ofrece una explicación para esto, la que es también una
dura crítica a cómo actúan los Tribunales de Familia con estos niños.
Según
los datos reunidos, en una enorme cantidad de casos los jueces envían a
los niños a los hogares a recibir tratamientos “sin plazo”. Por citar
algunos ejemplos: en Arica, el 79% de los niños ingresó “sin plazo” a
las residencias de esa región y, consecuentemente, el promedio de
internación es de 57 meses (4,7 años). En Antofagasta, el 80% de las
medidas estaba “sin plazo” y el promedio de internación llegó a los tres
años. En el Maule, región de periodos de internación alta, el 75% por
ciento de las medidas se dictó “sin plazo”. En Los Ríos las medidas “sin
plazo” se aplicaron en el 68% de las causas y, coincidentemente, un 69%
de los niños ha sufrido una “larga institucionalización”.
¿Por qué hacen esto los jueces? El informe no lo explica, pero esa
práctica se suma a varias otras que disminuyen el control del Poder
Judicial sobre los niños. Por ejemplo, lo que ocurre con los informes
trimestrales que los hogares deben enviar a los jueces informando sobre
los avances de los niños. La Comisión Jeldres detectó que, en la mayoría
de los casos, esos informes o no se enviaban o eran copias textuales
del informe enviado anteriormente. Esa práctica puede llevarse a cabo
porque muchos jueces no leen esos informes y se limitan a adjuntarlos al
expediente del niño con un “téngase presente”.
Otra causa que reduce el control de los jueces es, según la abogada
Paulina Gómez, miembro de la Comisión Jeldres, la presión que sufren los
tribunales por cumplir con las metas de gestión que les fijan sus
superiores y el Ejecutivo. Según afirmó la abogada en una sesión de la comisión de Constitución de la Cámara de Diputados,
muchos jueces cierran las causas de los niños una vez internados,
“cuando lo que debieran hacer es mantener la causa abierta y revisar las
medidas que se toman, ver cómo se están adecuando a la realidad del
niño, si el hogar le sirve o no, si el plan de intervención debe seguir
aplicándose o debe ser cambiado”.
La abogada agregó: “Las metas de gestión fueron fijadas por la
Comisión Interinstitucional que integran el Ministerio de Justicia, la
Corte Suprema y el Ministerio de Hacienda, y para este año implica que
el 85% de las causas tienen que estar terminadas en un plazo de 120 días
desde que ingresan. Esas metas tienen a todos los jueces de familia del
país de cabeza cerrando causas a como dé lugar y las principales
afectadas son las causas de protección de niños y las de violencia
intrafamiliar, donde las personas van sin abogado, porque la ley se los
permite por un acceso más rápido a la justicia. Esas causas, donde las
personas sin recursos van sin abogado, son las que se cierran sin
siquiera abrir un juicio. ¿Para qué? Para que figuren como terminadas y
suban las estadísticas. Ahí está el tema de fondo. Por eso estas causas
no son seguidas por los jueces como la ley exige”.
SALUD Y EDUCACIÓN
La falta de control judicial que se ha descrito, explica por qué
muchos indicadores de la calidad de vida de estos niños se mantienen por
años en niveles inaceptables. Un ejemplo es lo que ocurre con la
atención de salud que reciben los niños. Los hogares están obligados a
mantener una ficha médica actualizada de los menores a su cargo, pero
esa tarea tiene un alto nivel de incumplimiento, hecho que el informe
califica de “grave problema”.
En Coquimbo, de los 272 niños en el sistema residencial, 44% carece
de un historial médico actualizado (118 casos). La situación más grave
la viven cuatro niños que padecen enfermedades crónicas y que no reciben
tratamiento alguno. En la Región de O´Higgins, de los 392 menores en
el sistema, 35% (138 casos) no tiene ficha médica actualizada. Los niños
con enfermedades crónicas que no reciben tratamiento son cinco. En Los
Lagos, el 26% de los niños que sufre algún tipo de discapacidad no está
con tratamiento y hay nueve con enfermedades crónicas en la misma
situación de abandono.
La situación se repite con similares números en todas las regiones
incluidas en este informe, mostrando que, aunque el Estado ha sacado a
estos niños de sus casas para protegerlos, realmente no se está haciendo
responsable de ellos. Las peores situaciones se registraron en la
Región de Arica, donde, de los 17 niños que padecían alguna enfermedad
crónica, 15 no recibían ningún tratamiento. Entre ellos había niños con
parálisis cerebral, VIH, trastornos alimenticios y cáncer cérvico
uterino. El abandono era completo y con el agravante de que en uno de
los hogares donde vivían algunos de los niños (Ajllasga) operaba una red de explotación sexual que fue denunciada por la Comisión Jeldres.
Un panorama inquietante se presenta también respecto del tratamiento
de las enfermedades mentales. En Arica, el informe consigna nueve niños
con problemas de salud mental sin tratamiento. En Coquimbo, se registran
cinco casos sin vigilancia médica. En O´Higgins, los niños sin atención
son nueve. Salvo en Tarapacá, el problema se repite en todas la
regiones, agregándose en algunas zonas el fracaso de los tratamientos.
Por ejemplo, en la Región de Antofagasta se consigna que 10 niños, pese a
haber tenido un tratamiento reparatorio, mantienen “conductas
sexualizadas producto de un abuso”.
La falta de atención de salud de calidad es uno de los nudos críticos
del sistema. Según cifras de SENAME, hay cerca de 1.500 jóvenes con
graves problemas de salud que requieren atención especializada y para
los cuales el aparato público no ofrece respuestas. Frente a los jueces
que aceptan esa situación y tratan de adaptar sus medidas “a lo que
hay”, la Comisión Jeldres instaba a los magistrados a asumir que su
tarea es exigir el cumplimiento de los derechos de los niños. Así lo
explicó a CIPER la abogada Paulina Gómez:
-En caso de vulneración grave de derechos, el juez debe ordenar que
el niño reciba la prestación de salud que necesita, lo que no es otra
cosa que exigir que se cumpla con las obligaciones básicas. Si la
autoridad no cumple, se le decreta el pago de una multa o el arresto.
Ante el anuncio del apremio, las autoridades administrativas -que
conocen de sobra sus obligaciones-, como regla general, cumplen.
La abogada estima que si los jueces crecientemente exigieran el
cumplimiento de los tratamientos que necesitan los niños, “las
autoridades deberían rediseñar sus programas de acción y presupuestos”. Y los niños tendrían sus tratamientos.
La
educación que reciben los menores internados muestra problemas
igualmente preocupantes. Cuando el estudio trata de determinar si los
niños poseen el nivel que corresponde a su edad, cientos de ellos
muestran un retraso equivalente a dos años, lo que quiere decir que un
niño que debe estar en sexto básico en realidad sabe lo correspondiente a
cuarto básico.
En esa situación está el 52% de los niños internados en los centros
de Arica, el 52% de los niños internados en Tarapacá; el 48% en
Antofagasta; el 52% en Los Lagos y el 55% en Magallanes. Preocupante es
también la cantidad de menores calificados de analfabetos: 37 casos en la Región de O´Higgins; 33 en el Maule y 31 niños en Los Lagos, por citar los ejemplos más graves.
Es difícil encontrar alguna razón que justifique la presencia del
analfabetismo en niños bajo la responsabilidad de un Estado que, de
acuerdo a un indicador reciente, fue calificado de país de alto ingreso
por el Banco Mundial.
ABSOLUTAMENTE ABANDONADOS
Otro aspecto delicado que revela el informe dice relación con las
grandes dificultades que tiene el sistema para vincular a los niños con
sus familias una vez que están internados. El informe no explora los
motivos, pero en el debate público se han enfrentado dos visiones: una
que sostiene que son las familias dañadas las que dejan de visitar a sus
hijos en las instituciones; y otra que indica que son las instituciones
las que marginan a las familias (sobre este tema ver columna del sicólogo Camilo Morales)
El resultado concreto es que hay una enorme cantidad de niños que el informe califica de “completamente abandonados”,
es decir, que no son visitados por ningún familiar ni están en ningún
proceso de vinculación para ser adoptados. Son niños que carecen de todo
contacto afectivo con algún adulto que puedan considerar familia, hecho
que probadamente producirá consecuencias en su desarrollo intelectual y
emotivo.
En Arica, son 66 los niños “en completo abandono familiar”. De ellos,
hay 32 casos en que los tribunales han determinado que son
“susceptibles de adopción”. Sin embargo, de esos 32 menores, el 94% aún
no está enlazado con una familia adoptiva.
En el Maule, son 207 los niños en completo abandono familiar. Los
tribunales han determinado que 29 niños de esa región podrían ser
adoptados, pero el 83% de ellos no estaba enlazado con ninguna familia.
En Los Lagos, los niños en abandono familiar llegan a los 206 casos.
Los que podrían ser adoptados -según el tribunal- son 62 niños, pero el
96 % de ellos aún no está enlazado con ninguna familia.
A nivel nacional, 743 niños son calificados como “completamente
abandonados” por el informe. Esta soledad es acrecentada por la mecánica
institucional. En un alto porcentaje los niños internados tienen
hermanos en el sistema. En la Región de Tarapacá el 56 % de los niños
tiene hermanos en la red SENAME y en Antofagasta, la cifra alcanza al
57% de los internos. Como las instituciones distribuyen a los niños de
acuerdo a sexo y edad, los hermanos muchas veces no están juntos.
Así, cientos de niños se enfrentan a largas internaciones solos o con
visitas una vez al mes. Y ello en un contexto que indica que los niños
internados en hogares tienen, según los estudios internacionales citados
por la consultora de la Unicef Soledad Larraín, cuatro veces más
posibilidades de sufrir abuso sexual que en sistemas de protección
basados en alternativas familiares.
El abuso sexual es parte integral de la vida de muchos de los niños
que permanecen internos. De partida, el abuso es, dependiendo de la
región, la segunda o tercera causa de ingreso a la red, afectando a
cerca de un 10% de los niños. La internación los vuelve a exponer a ese
abuso, pues las políticas públicas han fracasado en frenar el problema.
La encuesta elaborada en 2011 por el SENAME -“Mi derecho a ser escuchado”-
detectó más de 200 casos de abusos sexuales. En el grupo de los niños
de 7 a 12 años, el 7,8% (157 niños) afirmó que alguien (no se precisa
si un adulto de la residencia u otro niño) les había tocado partes
íntimas de su cuerpo: “Identificando mayoritariamente más de una parte
de su cuerpo, seguido de la vagina, el poto, el pene y los senos”,
detalla el informe. Y agrega que “un 5,2% (105 niños) señala que le han
hecho tocar las partes íntimas del cuerpo de otra persona”.
Respecto de los niños entre 13 y 18 años, el 4,1% (81 niños) señaló
que alguien le tocó las partes íntimas de su cuerpo, mientras un 3,3%
(66 niños) afirmó que le han hecho tocar las partes íntimas del cuerpo
de otra persona.
El informe elaborado por la Corporación Administrativa del Poder
Judicial consigna que el sistema tiene registros de 208 casos de abuso
intra-residencial. La amplia mayoría de ellos ha sido cometido por otros
niños internos que probablemente están repitiendo la experiencia de la
que fueron víctimas. Los casos se concentran en la Región de Los lagos
(71 casos) y Maule (61 casos).