Lunes, 1 de julio de 2013
El 11 de septiembre de 1973, un
adolescente llamado Pablo Longueira se enteraba desde un salón del
prestigioso colegio jesuita de San Ignacio, en Santiago de Chile, que un
golpe de Estado estaba derrocando al gobierno de Salvador Allende.
Mientras, la estudiante universitaria Michelle
Bachelet veía horrorizada desde el techo de su facultad de Medicina cómo
las bombas caían sobre La Moneda.
El futuro sería muy distinto para
ambos bajo el régimen de Augusto Pinochet: uno acabaría trabajando para
el gobierno; la otra, en el exilio.
Y ahora, 40 años después del golpe, los dos se enfrentan por convertirse en presidente del país.
Pablo Longueira fue elegido este domingo como
candidato presidencial de la Unión Demócrata Independiente (UDI) por el
51,35% de los que participaron en las elecciones primarias, frente al
48,64% de su rival, Andrés Allamand.
Longueira, ingeniero civil de 55 años, fue
ministro de Economía en la administración de Sebastián Piñera y durante
décadas ha sido una de las figuras más destacadas de la conservadora
UDI.
En apenas dos meses -tras la renuncia del
favorito del oficialismo para competir por la presidencia, Laurence
Golborne- Longueira pasó del ministerio y los pasillos del partido a la
primera línea política como aspirante a suceder a Piñera en los comicios
del 17 de noviembre.
El candidato "pinochetista"
Longueira, católico, con siete hijos y amante de
la música de Joan Manuel Serrat, cuenta con el apoyo de su partido,
pero ha sido criticado por sus rivales de izquierda por su papel bajo el
régimen de Pinochet.
En 1981 se convirtió en líder de la Federación
de Centros de Estudiantes de la Universidad de Chile, una agrupación
estudiantil cercana al gobierno creada tras el golpe para sustituir al
organismo universitario anterior, crítico con Pinochet.
Más tarde trabajó como asesor del Ministerio de
Vivienda del gobierno y en 1988 votó a favor de la permanencia del
general en el poder durante el plebiscito que condujo al fin del régimen
militar.
"Él tenía una relación estrecha con mi abuelo",
dijo recientemente durante una entrevista Augusto Pinochet Molina, nieto
del fallecido gobernante de facto.
"Yo vi cuando Longueira iba a saludar a mi
abuelo. Cómo lo abrazaba y lo besaba (…) Cuando murió, después se hizo
el loco", comentó en una entrevista con el medio chileno The Clinic.
El año pasado, también la hija de Pinochet,
Lucía, habló de la relación del general con Longueira, a quien calificó
como su "regalón (consentido)" .
"Él era bien cercano y dejó de serlo cuando mi
papá dejó la comandancia en jefe, hace tiempo que ya no es cercano a
nosotros", dijo al diario La Segunda.
Un conservador entre los conservadores
Longueira no reniega de su herencia política, pero advierte que los tiempos de Pinochet ya quedaron atrás.
Durante décadas ha representado en el poder
legislativo al sector más conservador de la UDI, lo que le ha dado fama
de ultra tradicionalista.
Este candidato tiene mucho menos recelos en
identificarse con el régimen militar que otros aspirantes de derecha en
el pasado, le dice a BBC Mundo Roberto Funk, analista político del
Instituto de Asuntos Políticos de la Universidad de Chile.
De este modo "Longueira entierra la llamada
Nueva Derecha, un intento de Piñera y otros políticos por modernizar la
derecha y hacerla más liberal", asegura.
"Se niega a hablar de 'dictadura', no da espacio
para cambiar el modelo económico o la constitución, está en contra de
cambios sociales como el matrimonio igualitario o el aborto… Representa
el legado del modelo militar en todo su estilo y está dispuesto a pagar
los costos políticos de mantener esa postura", explica.
Frente a la víctima del régimen
Su principal rival en las elecciones es la líder
de la alianza Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, quien ya gobernó el
país entre 2006 y 2010.
La aspirante de la izquierda venció rotundamente
a sus rivales en las primarias con el 73% de los votos y es la favorita
en los sondeos para las elecciones de noviembre.
"Esta contienda electoral será simbólica, con
Bachelet, quien fue torturada a manos del régimen de Pinochet,
compitiendo frente a Longueira, un ferviente partidario y miembro de
aquel régimen", le dice a BBC Mundo Kirsten Weld, profesora de Historia
Latinoamericana en la Universidad de Harvard.
El padre de Bachelet, un militar de la Fuerza
Aérea que se opuso al golpe de Estado, murió de un infarto estando preso
en una cárcel de Santiago, después de ser detenido y torturado por sus
compañeros.
Más tarde la propia Michelle Bachelet acabó con su madre en un centro de detención, Villa Grimaldi, antes de partir al exilio.
"Estas elecciones darán a los chilenos la
oportunidad de discutir y abiertamente los legados de la dictadura,
herencias que siguen teniendo una poderosa presencia en la política
actual del país, pero que a menudo se quieren apartar de la superficie",
asegura Weld.
"Es muy probable que tanto la dictadura como la
desigualdad económica del modelo neoliberal pinochetista se conviertan
en temas importantes durante la campaña", sostiene.
Asuntos controversiales como las protestas del
movimiento estudiantil chileno, que demanda mejoras en el sistema
educativo, tienen origen en el proceso de privatizaciones del modelo
económico del general Pinochet, explica la profesora.
De ahí que la herencia del pasado pueda volver a convertirse en un tema de campaña y un desafío para el candidato de la derecha.
O no… "Si yo asesorara a Bachelet le diría que
no enfatizara el tema de democracia o dictadura demasiado, dado que los
jóvenes votantes y los estudiantes que protestan en la calle ya vivieron
bajo democracia", dice por su parte Roberto Funk.
Por ahora, queda una larga campaña para
comprobar si el pasado será un arma electoral entre dos candidatos con
buena dosis de Historia a sus espaldas.