Creo que gran parte de la ciudadanía siguió con expectativas el gran y
último discurso presidencial de Sebastián Piñera. Sin embargo, este año
su discurso estuvo lejos del Chile real que se moviliza por una
educación pública gratuita y de calidad, un sueldo mínimo, los abusos
del retail, los robos de AFP e Isapres, la defensa del medio ambiente,
la salud, pensiones dignas, etc. En su primer discurso del 2010 nos
encandilo y entusiasmo con una gran “Revolución Educativa”… Esta gran
reforma se desinfló fundamentalmente porque no estaba en concordancia
con lo que pedían los estudiantes, profesores y apoderados movilizados
en las calles. No se escucho a la ciudadanía y hoy persisten el lucro,
la segregación y la inequidad en la educación. Lo destacable del 2013 es
que dará rango constitucional, si se aprueba en el Parlamento, la
obligatoriedad de kínder que después de seis años de promulgada la Ley
20162 ya llega a un 95% su acceso universal y gratuito. Es decir, se
colocará en el papel lo que ya es una práctica, distinto habría sido si
hubiese ampliado esta obligatoriedad al nivel de Prekinder cuya
matrícula alcanza actualmente al 80%. ¿Qué nos ha quedado después de
tres años de gobierno y de la prometida revolución educativa? Sumemos a
lo anterior el aumento de recursos vía subvenciones, la rebaja en la
tasa de interés del CAE, la puesta en marcha de la Superintendencia de
Educación y la Agencia de la Calidad. Todas estas acciones o parches se
contraponen con otras propuestas negativas que se evidencian en su
discurso, como son: el proyecto de superintendencia de educación
superior que en vez de eliminar el lucro en las universidades la
consolida, la defensa del lucro y el financiamiento compartido agregando
una subvención especial para la clase media que profundiza la
segregación escolar y los Liceos Bicentenarios que selecciona y segrega
aún más en el sistema municipal de educación como ocurre en Coyhaique.
Finalmente la educación pública gratuita seguirá esperando y la calidad
lo ha encuadrado únicamente en los resultados del Simce, exitismo
peligroso para una sociedad que requiere de niños y jóvenes con una
formación cognitiva y valorica integral, humanista, solidaria y de gran
civismo. Tampoco hizo referencia a un necesario debate para modificar
los proyectos de ley que se discuten en el Congreso, como la Carrera
Docente y Desmunicipalización, que van en una dirección contraria al no
dialogar con los protagonistas de la educación. En consecuencia, la
ciudadanía se seguirá movilizando en un sentido contrario a las
políticas educativas de este gobierno, que no ha aprendido a escuchar,
ni siquiera a los organismos internacionales como la OCDE.
Juan Varela