Al
anunciar el Simce 2012 el gobierno usó la expresión “resultados
históricos”. Eran los días de la acusación contra Harald Beyer y el
Presidente Piñera afirmó: “Esta prueba demuestra que vamos por la
dirección correcta disminuyendo las brechas”. Distinto opinaron muchos
especialistas cuyas voces no se oyeron. La académica de la Universidad
Alberto Hurtado, Lilia Concha, estima que el SIMCE 2012 “vuelve a
mostrarnos un país segregado y una educación segmentada”; cuyos
resultados “distan de indicar mejorías de calidad significativa y
perdurable”, y explica por qué no es “sinónimo de educación de calidad”.
En torno al SIMCE
nadie queda indiferente. Anualmente el gobierno de turno intenta
transformarlo en un hecho político y sus resultados convocan la
expectación de la opinión pública. Nadie discute el rigor y seriedad
técnica en el diseño del instrumento, no obstante, el debate es intenso a
la hora del análisis cualitativo de los resultados. Cuando llegamos al
momento en que debemos indagar sobre las verdaderas razones que se
encuentran tras el “éxito” o el “fracaso”, vemos que es alto el riesgo
de caer en reduccionismos que distorsionen nuestra comprensión de una
realidad compleja.
El análisis del SIMCE demuestra que los niños y niñas de los quintiles de mayor pobreza obtienen mejores resultados en colegios municipales mientras que, paralelamente, cada año se cierra un importante número de estas escuelas puesto que el sistema de financiamiento termina por quebrarlas
Diversas razones y de naturaleza muy distinta pueden estar en la base
de un buen puntaje SIMCE. Por cierto, podrá estar la mejora en la
calidad de prácticas pedagógicas, pero también podrá ser el mecanismo de
selección de estudiantes, el origen socio económico de las familias o
el capital cultural que el niño o niña hayan tenido la oportunidad de
construir desde la cuna.
Ahí es donde surgen reflexiones críticas en relación al impacto de
esta medición estandarizada nacional y censal, que cada vez más se lee
como “sinónimo de educación de calidad” y que, a su vez, pareciera
limitarnos en las preguntas sobre el “sentido educativo”, quitándonos el
espacio para pensar en “por qué educar” y “para qué”.
LOS RESULTADOS DEL SIMCE 2012
Sobre el progreso significativo de 9 puntos en el SIMCE Matemática de
2º medio y la mantención del puntaje en Lenguaje, así como el
estancamiento en los resultados generales de 4º básico habrá que
profundizar con más evidencias. No obstante, saltan nuevamente a la
vista correlaciones que van más a allá de puntos más o puntos menos:
seguimos observando resultados absolutamente coincidentes con la
segmentación social de nuestras escuelas. La brecha parece disminuir
escasamente, pero más que por la mejora de los sectores vulnerables, por
la baja o el estancamiento de los sectores medios altos.
La brecha que se registra en el puntaje entres los distintos grupos sociales parece disminuir escasamente, pero más que por la mejora de los sectores vulnerables, por la baja o el estancamiento de los sectores medios y altos
El SIMCE vuelve a mostrarnos un país segregado y una educación
segmentada. Los resultados distan de indicar mejorías de calidad
significativa y perdurable. Por si fuera poco, persistentemente el
análisis de resultados SIMCE demuestra que los niños y niñas que vienen
de los quintiles de mayor pobreza obtienen mejores resultados en
colegios municipales, mientras que, paralelamente, cada año se cierra un
importante número de estas escuelas, puesto que el sistema de
financiamiento (subvención variable por promedio de asistencia y monto
insuficiente) termina por quebrarlas.
Además, como todo instrumento evaluativo, el SIMCE tiene importantes
limitaciones y no considerarlas al momento de sus análisis hace que la
balanza se incline a conclusiones peligrosamente parciales.
El SIMCE vuelve a mostrarnos un país segregado y una educación segmentada
Efectivamente, este tipo de mediciones facilitan un requerimiento
institucional como es el control del aprendizaje, poniendo en primer
plano aquellos aspectos observables en pruebas de selección múltiple,
pero a su vez, van dejando de lado procesos que subyacen al aprendizaje y
que lo hacen posible, pero que no se pueden evaluar con esta
modalidad.Es así como se omiten ejes del currículum tan importantes como
la expresión oral y la producción de textos, entre otros.
Por la necesidad de control la escuela va permitiendo que el reinado
absoluto del SIMCE prescriba la didáctica. Se confunden las limitaciones
de un instrumento evaluativo con las prioridades de la educación y así
es como competencias intelectuales fundamentales, procedimentales y
actitudinales van quedando de lado en la cultura escolar, y vamos
desnaturalizando el aprendizaje, distanciándolo de su uso social y, por
consiguiente, vamos perdiendo el sentido.
Los resultados del SIMCE distan de indicar mejorías de calidad significativa y perdurable
En el último SIMCE 2012 se incorporó una nueva prueba de comprensión
lectora en 2º básico, de la que todavía no se tiene información y no se
conocen sus resultados. Esta opción política de seguir aumentando
mediciones exige altos costos en recursos públicos, mientras se deja de
invertir en condiciones docentes para facilitar la enseñanza y los
aprendizajes, como por ejemplo, el aumentar el tiempo no lectivo de los
profesores y el disminuir el número de alumnos por curso.
“Puesto que el ser humano ha venido a este mundo para vivir, la escuela debiera prepararlo para la vida”,
afirmaba José Martí en su “Ideario Pedagógico”. Si Chile sigue
apostando a que el mejoramiento educativo vendrá de la mano de la
presión sobre el sistema escolar y la inundación de evaluaciones,
continuaremos construyendo una escuela que pierde su propósito y que no
responde al requerimiento social que se tiene de ella. Debemos saber
leer los resultados del SIMCE en contexto y relacionando el dato con
mucha otra información relevante, necesitamos elaborar una nueva versión
de la escuela, esa que sirva como antesala a la sociedad que
quisiéramos construir.