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Secretario de Estado explica que propondrá al Cruch una nueva institucionalidad para la PSU, que entre sus funciones tendrá la rendición de cuentas del sistema.
por Javiera Herrera - 03/03/2013 - 04:11
Con la llegada de marzo, el ministro de Educación, Harald Beyer,
se prepara para su último año, con una serie de proyectos a implementar
y otros donde quedarán las propuestas presentadas. Una de las áreas de
trabajo será la educación superior, ámbito que tiene varios temas
latentes, como el cierre de la U. del Mar, el anuncio
de marchas por parte de los estudiantes y los cambios a desarrollar tras
la auditoría que la consultora Pearson le hizo a la Prueba de Selección
Universitaria (PSU).
En ese escenario, el ministro Beyer señala: “Se
requiere un sistema que equilibre mejor la predicción del desempeño
académico, la equidad y el impacto en la sala de clase en la educación
secundaria”.
Añade: “El sistema de admisión tiene que responder simultáneamente a
esos tres objetivos y no es fácil lograrlo, y desde el punto de vista de
la realidad, ese equilibro está muy mal logrado”.
¿Cómo podría lograrse ese equilibrio?
En 2004 hubo un informe de otra organización, el ITS, que mostraba
muchas de las falencias que el informe Pearson detectó y, desde esos
años, no se hicieron mayores esfuerzos por corregirla. No creo que haya
responsabilidades individuales, sino que es sencillamente la carencia de
una institucionalidad que esté preocupada realmente del sistema de
admisión y eso lo queremos cambiar. Lo hemos propuesto al Consejo de
Rectores, y tiene cierta acogida.
¿Cómo debiera ser esta nueva institucionalidad?
Creo que tiene que estar separado lo que es implementación y
aplicación de la Prueba de Selección, que hace el Demre (Departamento de
Medición y Registro Educacional de la Universidad de Chile) hoy día, de
otra institucionalidad que tenga a su cargo el diseño y la selección
del instrumento, la rendición de cuentas, la información a los
estudiantes y que cumpla con altos estándares. Esta organización es la
que me gustaría que pudiésemos concordar con el Consejo de Rectores.
¿Quiénes deberían componer este organismo?
Me parece que tiene que tener un consejo directivo donde estén
representados los rectores, pero no necesariamente ellos, sino personas
nombradas por ellos. También tiene que haber representantes del Mineduc y
de la educación secundaria.
¿Usted cree que esta idea será bien acogida?
Esa es una decisión que tiene que tomar el organismo. Cuando uno mira
la experiencia internacional, ve que el diseño, la decisión sobre
instrumentos y la institucionalidad que aplica la prueba no están en las
mismas manos. En ese sentido, el Demre puede seguir aplicando la
prueba, pero el diseño de los instrumentos, la información a la
población, la forma en que esto se hace, se tiene que separar para
evitar problemas. Ese es el planteamiento que me gustaría hacer a los
rectores y yo creo que tiene acogida en muchos rectores.
¿A su parecer, el Demre se ha visto superado o carece de herramientas para su buen funcionamiento?
No creo que ese sea el problema. No creo que sean las competencias
técnicas porque, de hecho, el informe Pearson dice que sí las tiene.
Creo hay una inercia del sistema, porque nadie está a cargo y el Demre
es un órgano técnico que no tiene por qué tomar estas decisiones (...).
El proceso de deliberación tiene que ser mucho más público, más
informado. Para eso se requiere de una institución separada, que esté
pensando en el diseño, que esté tomando las decisiones, que advierta con
el suficiente tiempo y que se pueda, por lo tanto, desarrollar
independientemente del órgano ejecutor.
A fines del año pasado hubo declaraciones cruzadas con el
Cruch, sobre el trabajo que ellos hacen y las exigencias que deben
tener. Hoy, ¿cómo está el clima?
Eso ya quedó atrás. Tuve una reu nión formal con ellos en una
actividad y noté un clima o un interés de trabajar juntos y el test va a
ser si logramos trabajar en mejorar un poco los problemas que tiene la
PSU, que yo creo que quedaron en evidencia y que llevaban mucho tiempo
en evidencia, y lo que ha ocurrido es que hay una inercia que hay que
superar. Aquí va a haber una demostración de pensar un poco más en el
largo plazo.
¿Cuál ha sido la inversión en educación en los últimos años?
El presupuesto total del sistema de educación pasó de unos US$ 8 mil millones, a unos US$ 13 mil millones, entre 2009 y 2013.
¿Y en educación superior?
Allí ha aumentado también en ese orden y eso no solamente ha ido para
financiamiento estudiantil, sino que para financiamiento en las
universidades. Los planteles estatales están recibiendo del orden de $
30 mil millones adicionales todos los años, como consecuencia de este
aumento de recursos. Eso es el aumento histórico más grande que han
recibido en cualquier período de gobierno, mirando hacia atrás.
Se ha dicho en varias ocasiones que se está haciendo una gran reforma. ¿Qué falta para poder cerrar este ciclo?
Este es un proceso donde hemos avanzado mucho, pero hay que seguir
haciéndolo. Uno de los desafíos, y esto es algo que vamos a abordar este
año, es que vamos a hacer una propuesta de cómo deberíamos financiar
las instituciones de educación superior. Creemos que el sistema actual
está agotado y uno debiera pensar en que hay instituciones que son más
complejas que otras. Si se mira el conjunto de universidades, hay unas
que son de investigación, complejas, pero son muy poquitas. Esas
instituciones tal vez necesiten más apoyo del que están recibiendo hoy
por parte del Estado. Hay instituciones que son emergentes en
investigación y quieren llegar arriba, y a esas hay que apoyarlas de una
forma distinta. También, hay planteles que son docentes, que tal vez no
hay que apoyarlos tanto y hay que concentrarse en el apoyo estudiantil.
¿Qué cambiaría con esta clasificación?
Esto nos permite separar un poco esas distinciones que hay en Chile,
que son bastante curiosas: hay universidades privadas tradicionales y
universidades privadas nuevas. ¿Pero por qué el Estado le da
financiamiento a las privadas tradicionales y no a las nuevas, si éstas
cumplen con ciertas exigencias? Entonces, necesitamos una forma de
distinción en función del compromiso con bienes públicos que tienen las
distintas instituciones y financiar de acuerdo con eso.
¿Eso se traduciría en una modificación al Aporte Fiscal Directo?
Probablemente ese aporte se va a mantener en el tiempo, pero uno
podría disponer de nuevas formas de financiamiento que se hagan cargo de
esta realidad más compleja. Ese es un tema que vamos a abordar como
propuesta.
¿Qué pasa con la fiscalización a los planteles?
Nuestras atribuciones son muy escasas. Por ejemplo, la ley no nos
autoriza a meternos en los libros de contabilidad de las instituciones
de educación superior, como sí podemos hacerlo en educación escolar y,
en ese sentido, el proyecto de Superintendencia de Educación Superior
aumenta las atribuciones del Estado. De hecho, en el ministerio, cuando
llegamos, no había formalmente una institución fiscalizadora de la
educación superior. Eso lo hemos estado construyendo
Los universitarios ya están anunciando marchas para este año. ¿Se condice con la situación actual?
Siempre lo he planteado: ellos tienen derecho a manifestarse, pero
los cuestionamientos que he visto, el decir que nos tapamos los ojos
frente al lucro, cuando es la primera vez que un gobierno está
fiscalizando, que está encima, está presentando proyectos (...).
Entonces, me parece que el planteamiento no se condice con lo que está
pasando. Por cierto, podemos tener discrepancias en el tema de la
gratuidad (...), pero quiero recordar que ninguno de los candidatos
presidenciales del 2009 planteó el tema de la gratuidad y no es por
casualidad, si no porque efectivamente es una política injusta.
¿Qué pasa con la educación escolar?
Allí hay dos aspectos: necesitamos fortalecer la educación pública
(...) y se requiere un cambio institucional. Enviamos un proyecto y no
genera suficiente consenso y tenemos que buscarlo y lograrlo este año.
Además, tenemos el fondo de revitalización, que va a ser una primera
preocupación para que los establecimientos públicos presenten proyectos
atractivos, que permitan reencantar un poco a la población con esa
educación.