Según la seremi metropolitana, en 2007 había 1.890 alumnos en este tipo de establecimientos, mientras que en 2012 se registran 1.102.
“Ilustrar al pueblo y enriquecerlo”, fue la idea que guió al
Presidente José Manuel Balmaceda al momento de crear el Internado
Nacional Barros Arana (Inba). Era fines del siglo XIX, y el número de
alumnos del Instituto Nacional crecía rápidamente, por lo que se decidió
hacer esta nueva escuela, la cual acogería a los niños de las familias
que estaban asentadas, de manera dispersa, en el valle central.
A través de los años, por este colegio han pasado presidentes,
científicos e incluso el antipoeta Nicanor Parra. Los resultados del
liceo emblemático en las pruebas Simce y PSU están sobre el promedio
nacional, pero, al igual que en los otros 18 internados de la Región
Metropolitana, el número de alumnos internos ha disminuido
considerablemente en los últimos años.
Según datos de la seremi de Educación Metropolitana, en 2012 la
matrícula promedio anual del Inba fue de 131 internos (aparte de los
cerca de 1.400 estudiantes que acuden al liceo), mientras que en 2011
los residentes eran 162 y en 2007, 271 alumnos. Esta caída “responde a
la baja de matrícula que se ha registrado en la educación pública en
general en los últimos años”, señalan en el Departamento de Educación de
Santiago.
A nivel regional, la matrícula de los internados pasó de 1.890
alumnos en 2007 a 1.102 en 2012, confirmando una baja de 41,6%. Alan
Wilkins, seremi de Educación, señala que entre las razones de
disminución de más de 700 alumnos en los últimos cinco años está el
aumento de colegios con buen rendimiento en las regiones. A eso se suman
los liceos Bicentenarios: “Hoy encuentras un liceo de excelencia en
Purén, en Calama, en Aysén. Entonces, aparte de un tema demográfico, las
regiones se han ido diversificando y están entregando ofertas más
atractivas”, dice.
Otro elemento que influye, según Wilkins, es la entrega de Becas de
Residencia por parte de la Junaeb. Este beneficio es para las familias
que reciben a jóvenes en sus casas durante el año escolar. “Para las
familias puede ser más seguro que el niño se vaya a la casa de una
familia a que esté solo en el internado”.
Para evitar situaciones complejas para los alumnos, en el Inba existe
un “plan de convivencia”, según el Departamento de Educación, el que
busca “prevenir situaciones de agresión entre los estudiantes y donde se
busca promover las actitudes que fortalecen una sana convivencia”.
La situación es similar en el internado de niñas Carmela Silva, de
Ñuñoa, que existe desde 1913. Su directora, Verónica Cisternas, cuenta
que “tenemos tutoras en las noches que se preocupan de las niñas,
tenemos un trabajo exhaustivo con la orientadora, vemos los casos de
bullying y tenemos protocolos de acción”.
En un principio, el colegio llegó a tener cerca de 800 niñas, según
la directora, mientras que ahora la matrícula es cercana a las 100
internas, según datos de la seremi. Las jóvenes que llegan al liceo son
“niñas que tienen un proyecto de vida, metas bien definidas y quieren
educación de calidad”. Añade: “A veces hay familias detrás, a veces hay
un tío, un hermano, pero principalmente son ellas”.
La experiencia agrícola
La rutina de los residentes del Complejo Agrícola de Talagante
comienza a las 6 am, cuando deben levantarse para ir a las duchas, y
luego hacer su cama. Los jóvenes, de 15 a 18 años, tienen clases hasta
las 17.00, luego talleres, y ya a las 22.00 los inspectores de
dormitorios apagan la luz.
Jesús Barahona (18) es de El Monte y desde hace cuatro años que
estudia en el internado de Talagante. “Aquí se pasa toda la semana, la
gente pasa a ser tu familia, son parte de todo”. Y añade que después,
“es raro llegar a tu casa, falta algo, pero es bueno estar internado,
por el ritmo de estudios que se genera”.
María José Valenzuela (15) agrega que “uno no le cae bien a todo el
mundo, pero aquí la convivencia es buena; encuentro que no hay mala
onda, porque (...) uno pasa más tiempo acá que en sus propias casas”.
La directora del establecimiento, Cecilia Rodríguez, sostiene que “lo
fundamental para nosotros es tener una escuela acogedora, donde
participen todos en todas las actividades, queremos desarrollar
talento”. Y añade que los internados, de manera general, “son de vital
importancia” para muchas familias.
Alan Wilkins sostiene que “los internados están dentro de las
estrategias para dar más oportunidades a las familias y a los
estudiantes”.