Diana Porras
Autoridades y especialistas coinciden en la
importancia de preparar a las nuevas generaciones que asumirán los
próximos desafíos con el objetivo que los directores no asuman un rol
meramente de administradores, sino de líderes pedagógicos. Un debate que
se cruza con los cuestionamientos al sistema educacional chileno.
Este 2012 la educación ha sido un tema presente en el debate
nacional con diversas manifestaciones y llamados a modificar el sistema
para lograr una mejor calidad.
Uno de los desafíos de la educación primaria y secundaria para este
2013 es lograr buenos liderazgos en la dirección de las escuelas, pues
según la evidencia nacional e internacional uno de los factores que
posibilita altos niveles de aprendizaje en los establecimientos
educacionales es la buena gestión del director.
Según las cifras, un porcentaje importante de los actuales directores
en Chile tiene una edad avanzada por lo que el país se acerca a un
período donde se deberá reemplazar y colocar a nuevas generaciones bien
preparadas liderando las escuelas.
El gobierno está consciente de estos cambios y por esa razón durante
los últimos meses ha difundido el “Plan de Formación de Directores de
Excelencia” que entregó becas para postgrados en Chile y el extranjero,
potenciando las competencias y liderazgos pedagógicos de los actuales y
futuros directores, a través de un programa que realiza el Centro de
Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CPEIP)
del Mineduc hace dos años.
Violeta Arancibia, directora del CPEIP, aseguró que el rol que
ejercen los directores es clave, de hecho, es el segundo factor que
tiene mayor impacto directo en el rendimiento escolar después del
profesor.
“El escenario de la contratación de los nuevos directores es
totalmente distinta a todo lo que habíamos conocido durante años.
Nuestra preocupación era si ese director está formado, tiene las
capacidades, competencias, porque el análisis, no solamente nuestro,
sino de literatura comparada nacional, internacional y de muchas
experiencias es que, efectivamente, nuestros directores estaban formados
para ser administradores y no líderes pedagógicos”, sostuvo la
directora del organismo del Mineduc.
En este sentido, la Ley de Calidad y Equidad, vigente desde 2011, les
entregó a los directores municipales mayores atribuciones como elegir a
sus equipos directivos (subdirector, inspector y jefe técnico), ser
consultados en la selección de profesores para su escuela o la
posibilidad de desvincular cada año hasta al 5 por ciento de los
docentes.
Además, la normativa estableció mayores obligaciones: cada director
de establecimiento educacional deberá comprometerse a cumplir un
convenio de desempeño con metas anuales claras y conocidas por la
comunidad, siendo evaluado anualmente por su cumplimiento.
Esta misma ley estableció que para asegurar la excelencia de quienes
desempeñen este cargo, éstos serán elegidos por Sistema de Alta
Dirección Pública y se mejorará en general sus remuneraciones,
especialmente para los directores de escuelas vulnerables.
Iván Páez, director del Programa de Educación Continua para el
magisterio (PEC) de la Universidad de Chile, aseguró que el objetivo
debe centrarse en reforzar la educación pública: “Debemos tener el
desafío de la formación inicial, cómo se están seleccionado y generado
aquellos profesores que están disponibles y dispuestos para abordar el
aula. Desde ahí deberíamos obtener aquellos docentes que están con
mejores condiciones y mejores competencias para liderar un red o
comunidad que aborde y gestione el aula, ese es el rol de un directivo
finalmente”, dijo.
Páez advirtió que el rol de estos directores es importante, pero
falta una mirada más amplia a nivel de política pública, manifestando
que “tener mejores y nuevos directores no significa que se logrará una
mejor educación”, sino que junto con los buenos liderazgos, también se
debe considerar la calidad pública de la educación.
Con este objetivo, según el director del PEC hay que tener en cuenta
más elementos: planificación estratégica, gestión curricular y una
evaluación permanente, centrada en como se articula el aprendizaje en la
comunidad.