El nuevo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de
Chile (Fech), Andrés Fielbaum, critica las prácticas de los partidos
existentes, alerta sobre la falta de legitimidad del sistema político
como consecuencia de la abstención del 60% en las municipales, anuncia
la irrupción de nuevas fuerzas sociales que buscan cambiar el sistema y
critica al Partido Comunista por su alianza con la Concertación.
Anticipa
que 2013 será un año de movilizaciones y de debate programático, y
advierte que si Michelle Bachelet no propone cambios importantes pondrá
en peligro su popularidad.
Andrés
Fielbaum Schnitzler (25 años) es estudiante del magíster en ciencias de
la ingeniería con mención en transporte. Pertenece a la organización
política Izquierda Autónoma, que ganó la presidencia de la Fech por un
segundo periodo.
El gobierno dice haber recuperado la iniciativa en materia de educación… ¿usted qué opina?
“Hay
que ver el tema en una perspectiva histórica. En 2012 el movimiento
estudiantil vivió un reflujo en relación a 2011, que nos dejó cansados.
Por otra parte el gobierno tuvo mayor actividad, impulsó proyectos que
constituyen concesiones, como la rebaja de la tasa de interés del
Crédito con Aval del Estado (CAE).
En
2012 logramos sostener el movimiento, y nos movilizamos cuando fue
necesario. Haber mantenido vigente el conflicto crea buenas perspectivas
para 2013. Permaneció intacta la capacidad de incidencia del movimiento
estudiantil. Logramos hacer salir a los bancos del tema crediticio y
avanzamos en la unidad del movimiento, trabajando hombro con hombro con
los secundarios y estudiantes de universidades privadas.
Nos
hacemos cargo, eso sí, de nuestra incapacidad para dimensionar lo
grande que fue el reflujo en 2012, que disminuyó temporalmente nuestra
convocatoria. Nos faltó un contacto más directo con nuestras Facultades,
para decirle a las bases que esta lucha tiene ahora tanto sentido como
el año pasado. Es fundamental que la Universidad de Chile se plantee
como desafío su transformación, para demostrar al país, con un ejemplo
práctico, lo importante que es una mejor educación pública. Hay
transformaciones que no requieren sino voluntad política de las
autoridades. Por ejemplo, establecer mayores grados de democracia
interna, más equidad entre las distintas Facultades y un mecanismo de
acceso que sea menos segregador”.
¿Cuáles son los elementos de continuidad y cambio que visualiza en su gestión?
“El
principal elemento de continuidad tiene que ver con que el movimiento
estudiantil sea incidente y genere, mediante la movilización y la
presión, avances concretos hacia transformaciones profundas en el país y
sus instituciones. Los partidos políticos existentes están cooptados
por conflictos de interés y sus dirigentes se sienten cómodos en el
actual modelo de país. 2013 será un año de elecciones presidenciales y
parlamentarias. La movilización volverá a tomar un rol importante. La
interpelación la haremos tanto al gobierno que termina como a los que
quieren ocupar la Presidencia en los próximos cuatro años”.
LA NUEVA POLITICA
Ustedes critican a la vieja política. ¿Cuál es la nueva política?
“Criticamos
una política hecha por partidos desligados de los actores sociales, o
simplemente sin base social; responden a los grupos de interés que los
financian o influencian, pero no representan a sectores amplios de la
sociedad. Cuando hablamos de una nueva política, nos referimos a
recuperar esa conexión que existió entre los partidos populares y la
base social.
Como
ahora hay muchos conflictos activos, se están articulando nuevas
fuerzas políticas que provienen de esos conflictos y que responden a una
base social real. Eso les da sentido a sus propuestas. Dejan de ser
iluminados que se juntan entre cuatro paredes, responden a procesos
vivos de construcción social. Es lo que queremos recuperar cuando
hablamos de nueva política.
El
formato clásico consiste en que un sector social se manifiesta, se
moviliza, le reclama a la institucionalidad y finalmente obtiene algún
avance. Este modelo ha demostrado ser insuficiente para la profundidad
de las transformaciones que la mayoría del país está exigiendo”.
¿Qué pasó en las elecciones municipales, miradas desde esta nueva perspectiva?
“La
alta abstención demuestra que una parte importante de Chile está
dispuesta a movilizarse, a cacerolear, a participar en tomas y a
interesarse por la política. Pero no se siente convocada a votar. No
digo que todos los que se abstuvieron tengan una crítica profunda al
sistema, pero una parte considerable cree en la posibilidad de construir
un país diferente, dando su apoyo a las demandas más relevantes del
movimiento estudiantil. Esas mismas personas no se sienten convocadas a
votar porque no creen en los proyectos de país que representan la
Concertación y la derecha.
Al
no existir una fuerza transformadora, termina ganando la misma vieja
política que tantas veces nos ha dado la espalda. El triunfo de Carolina
Tohá en Santiago, el cuasi triunfo de Maya Fernández en Ñuñoa y la
victoria de Josefa Errázuriz en Providencia, con algunos matices,
demuestran que la Concertación prácticamente no aumentó su votación
respecto a 2008. Lo único nuevo fue que la derecha retrocedió mucho. La
Concertación recuperó alcaldías, pero no tiene mayor convocatoria, y eso
plantea un desafío a los que creemos en la posibilidad de construir una
fuerza transformadora”.
EL ROL DEL PARTIDO COMUNISTA
¿Cómo se inserta el Partido Comunista en esta realidad?
“El
PC, más temprano que tarde, debe convertirse en un aliado nuestro,
porque tiene una representación importante en los sectores populares.
Programáticamente tenemos muchas más coincidencias que diferencias con
el PC. El desafío de generar fuerza alternativa al calor de las luchas
sociales, requiere de un alto nivel de madurez. Para que esa alianza sea
posible, el PC tiene que abandonar su actual acercamiento a sectores de
la Concertación que han demostrado ser profundamente neoliberales. Con
esta política el PC no aporta a la transformación del país. Por el
contrario, le significa mayor amarre de manos para criticar a una
Concertación que durante años nos ha dado la espalda. La única manera de
recuperar las confianzas del pueblo es sumar fuerzas para impulsar un
nuevo proyecto.
Hay
sectores de base de la Concertación que también debieran ser nuestros
aliados. Muchos dirigentes de juntas de vecinos o sindicatos están más
cerca de nosotros que de sus cúpulas partidarias. Esperamos que tengan
la capacidad de dar un paso adelante y digan: la Concertación no es útil
para hacer los cambios que necesitamos”.
INCONSECUENCIAS DE LA CONCERTACION
Cuesta entender que la Concertación no esté con las demandas del movimiento estudiantil…
“Un
gran desafío es demostrar su inconsecuencia, porque de manera
oportunista ha dicho que está con la educación pública, ahora que es
oposición. El Crédito con Aval del Estado, la Ley General de Educación
(LGE) y el financiamiento compartido los inventó la Concertación. La
realidad es muy simple: la Concertación tomó el país construido por la
dictadura y se dedicó a administrarlo y a profundizar sus aspectos
fundamentales. Los partidos de la Concertación dieron forma durante
veinte años a un Estado que abandonó sus deberes en educación, salud,
etc. Incluso ahora que son oposición y han intentado verbalizar algo
diferente, terminan cuadrándose con las iniciativas de la derecha. En
2012, cuando se votó el informe sobre lucro en la educación, la
Concertación permitió que se rechazara; y cuando se votó el ajuste
tributario, posibilitó que se aprobara”.
¿Qué opina del anuncio del PC de presentar como candidatos a diputados a tres ex dirigentes del movimiento estudiantil?
“No
tengo problema con que Camila Vallejo, Camilo Ballesteros y Carol
Cariola tomen ese rumbo. Cuando uno intenta construir la vía propia de
los movimientos sociales, hay que apostar por conquistar algunos
espacios de poder, porque allí se toman decisiones. Sin embargo, somos
críticos respecto a que este tipo de construcciones se hagan en alianza
con la Concertación, porque terminan lavando su imagen y bloquean la
emergencia de actores realmente transformadores”.
Si lo invitaran al encuentro empresarial Enade 2012, ¿qué diría a los asistentes?
“Me
parece lamentable que en esos espacios se termine definiendo más la
política del país que en el Congreso Nacional, el gobierno o en las
manifestaciones sociales. No estoy dispuesto a sugerir a los empresarios
lo que tienen que hacer para detener el malestar social”.
EL AÑO QUE VIENE
¿Cuál es su pronóstico para 2013?
“Será
un año de movilizaciones en el área educacional y en todos los sectores
que han levantado demandas. Veremos cómo reaccionan los diversos grupos
políticos y candidaturas ante las exigencias del mundo social. Está
claro que la mayoría ha dejado de ser ingenua, ya no basta con promesas.
Hemos tenido demasiadas y el país sigue igual o peor”.
¿Cuál es la mejor manera de plantear temas programáticos?
“Es
importante avanzar a una articulación programática de sectores sociales
más allá de la elección presidencial. Para que eso ocurra, es
fundamental que se rompan las visiones parciales y construyamos un
ideario acorde con el siglo XXI.
La
posibilidad de irrumpir en el sistema político y romper la exclusión de
las mayorías tiene que ver con la capacidad de movilizar a la sociedad.
Los esfuerzos que se han hecho hasta ahora para levantar una
alternativa presidencial han carecido de una base social que los
sustente. Las movilizaciones estudiantiles o regionalistas demuestran
que existe un gran potencial para aumentar la base social de un proyecto
alternativo”.
Hasta
ahora Michelle Bachelet parece ser la candidata que tiene mayor
adhesión. ¿Ese fenómeno electoral es una oportunidad o una dificultad?
“Es
una dificultad, porque ella representa una práctica política que vemos
con preocupación. Desaparece del país y está tres años callada, cuando
las mayorías se han expresado con más fuerza y han puesto más temas
sobre la mesa. La hemos interpelado varias veces. En 2011 le llevamos
una caja de medicinas para la amnesia a su Fundación Dialoga, para que
hablara sobre lo que hizo en su mandato, como la implementación de la
LGE. La política no puede hacerse en silencio y a escondidas, sino de
cara a la mayoría.
Si
ella pretende volver a ser presidenta, va a tener que referirse a estos
temas. Si no lo hace estaremos emplazándola permanentemente. Un rol del
movimiento social en el próximo periodo será exigir que los candidatos
se pronuncien sobre los temas importantes. No vamos a aceptar un
programa de gobierno de promesas vacías. Si Bachelet no manifiesta su
voluntad política de hacer transformaciones, su popularidad va a estar
en riesgo, se pondrá en contra de las demandas de la gran mayoría”.
UNA NUEVA FUERZA POLITICA
¿En qué difiere el actual estado de cosas del que existía hace tres años?
“Hoy
es posible soñar con un país diferente. Hace tres años parecía normal
que el lucro fuera el motor de todas las actividades humanas, incluyendo
un derecho básico como la educación. A la mayoría le daba lo mismo que
la educación fuera pública o privada, que hubiera que pagar y endeudarse
para obtener educación o salud. Hoy esa mayoría se da cuenta de que las
cosas pueden ser de otra manera y que los derechos básicos deben ser
gratuitos y estar garantizados para todas y todos”.
Uno
de los objetivos del movimiento estudiantil en 2012 fue fortalecer los
vínculos con la sociedad organizada. ¿Cómo evalúa su cumplimiento?
“Es
un proceso complejo, toma tiempo. No se hizo por completo en 2012 ni se
hará en 2013, pero hay que avanzar. Otro desafío es la capacidad que
tengamos de establecer alianzas programáticas, que vayan más allá de la
solidaridad. Hay luchas que son comunes, como más democracia o mayor
desconcentración económica regional, que interesan por igual a
trabajadores, pobladores o estudiantes”.
¿Y cómo se conecta esa coordinación con la necesidad de una nueva fuerza política?
“Para
romper con las lógicas de la vieja política y dar pasos hacia una nueva
fuerza, ésta debe darse al calor de las luchas sociales, para que su
fisonomía se organice naturalmente de acuerdo a las demandas de los
movimientos sociales. Hay sectores de la Concertación con los que se
podría trabajar en esta línea, para construir una alternativa al
duopolio del poder. No nos sorprendería que algunos de sus actores se
comprometan, como ha ocurrido antes con el movimiento regionalista de
Aysén o con la campaña que llevó a Josefa Errázuriz a la alcaldía de
Providencia.
Cuando
hablo de la generación de nuevas fuerzas políticas, no me refiero sólo a
sectores que se definen de Izquierda. Las ideas antineoliberales y la
defensa de la educación y la salud públicas como un derecho, pueden ser
compartidas también por sectores de centro. Nuestra crítica a la
Concertación radica en que ese conglomerado está manejado por personas
que tienen conflictos de interés que los unen al sistema neoliberal.
Podemos avanzar juntos con fuerzas transformadoras que tengan una visión
distinta del carácter del Estado, provengan del centro o de la
Izquierda. El caso de Josefa Errázuriz es muy ilustrativo, porque no
necesitó de las cúpulas de la Concertación para ganarle a la derecha”.
¿Es partidario de una Constituyente?
“Es
fundamental una nueva Constitución que reemplace a la existente,
ilegítima en su origen y que contiene todas las trabas que bloquean las
demandas por las que luchamos. Para cambiarla necesitamos más fuerza.
Una Asamblea Constituyente podría ser fácilmente cooptada por los
conservadores de la Concertación y la derecha, los únicos que hoy tienen
fuerza para copar los puestos en una Constituyente. Podríamos terminar
legitimando una Constitución muy parecida a la del 80 con un disfraz más
democrático”.
RUBEN ANDINO MALDONADO