Recordemos
que Miguel Hernández nació en Orihuela el 30 de octubre de 1910 y murió
en una de las pútridas mazmorras del franquismo en Alicante un 28 de
marzo de 1942 a la edad de 32 años, mientras aguardaba una infame
condena a muerte por “adhesión a la sublevación”, decretada un par de
años antes. Miguel, fatalmente, pues sería apresado en el intento,
desvió su ruta hacia el Winnipeg, el barco que fletó Neruda con más de
dos mil refugiados republicanos españoles rumbo a Chile, para recoger a
su mujer, Josefina Manresa, y a su pequeño hijo.
Muchos
de los futuros tripulantes de ese barco estaban siendo víctimas de un
trato infrahumano en los campos de concentración del sur de Francia (San
Cipriani, Argelès, Agde, Clermont de Auvernia, Carcasona…) habilitados
por el gobierno colaboracionista y títere de la República de Vichy,
dirigido por el Mariscal Pétain, e irónicamente por uno de los tres
gobiernos del Frente Popular existentes en el mundo, al mando del
pusilánime socialista Léon Blum. Los otros dos fueron, precisamente, el
derrotado gobierno de la II Republica Española y el presidido en Chile
por el radical Pedro Aguirre Cerda.
El
sueño de Neruda era llevar a Chile a todos sus amigos. Ni más ni menos
que a los más grandes poetas españoles contemporáneos, Lorca, Alberti,
Hernández… empero el horror y la muerte se encargaron de impedir que tan
sublime aspiración se hiciera realidad. Así le cantó, más tarde nuestro
nobel poeta (telúrico) universal, en una de sus celebradas creaciones
dedicadas a él: “Miguel de España, estrella/de tierras arrasadas, no
te olvido, hijo mío,/ no te olvido, hijo mío!/ Pero aprendí la vida/ con
tu muerte: mis ojos se velaron apenas,/ y encontré en mí no el llanto,/
sino las armas/ inexorables!/ Espéralas! Espérame!”
No
obstante, este aniversario natal de Hernández, uno de los poetas más
emblemáticos y universales de este país, tiene un sabor un tanto
agridulce. Desde un tiempo a la fecha son varios los agravios que ha
debido tolerar su estigmatizada y fustigada honra. Primero, fue el
cambio de nombres de calles que llevaban el suyo en algunos pueblos
gobernados por alcaldes del Partido Popular (PP), como es el caso del
granadino municipio de La Zubia.
Cabe
señalar, en este sentido, que los desaires farisaicos de la derecha
española, “la peor de las derechas europeas”, como diría García Lorca,
han consentido otros sacrilegios con calles que llevaban los nombres de
Rafael Alberti, Pablo Neruda, Tierno Galván, Pablo Iglesias, entre
otros; tal es el caso del Ayuntamiento de Villamayor de Calatrava
(Ciudad Real), en donde a cambio de semejante profanación su alcalde
bautizó una plaza con el nombre de “La Roja”, en homenaje a la selección
de fútbol campeona del mundo. Las razones esgrimidas por el consistorio
“popular” fueron tan insólitas como insulsas, que se trataba de
personas "no conocidas" y que "no habían hecho nada por el pueblo".
Asimismo,
todo el legado poético de Hernández, un tesoro de incalculable valor,
compuesto por más de 5.000 manuscritos y objetos personales del poeta,
entre los cuales estaba su máquina de escribir, tuvo recientemente que
migrar a Jaén (pueblo que inmortalizara en “Andaluces de Jaen”), luego
de que el Ayuntamiento de Elche (en Alicante, también PP), su cuna
natural, en cuyo archivo municipal permaneció por más de tres décadas,
rompiera unilateralmente el acuerdo de mantención que sostenía con sus
albaceas y descendientes, representados por la nuera del vate, Lucía
Izquierdo.
Por
último, hace tan solo unas semanas, el Tribunal Constitucional (la
misma “ejemplar” (in)justicia española que persigue diligente y
sagazmente a criminales guerra chilenos) rechazó someter a trámite el
recurso de amparo presentado por la familia de Miguel Hernández, dado
que hace alrededor de un año la sala de lo militar del Tribunal Supremo
negó a sus familiares la posibilidad de interponer un recurso de
revisión contra la sentencia del consejo de guerra que condenó a muerte
al poeta en 1940 por el delito de “adhesión a la rebelión”. Una rebelión
en la que por lo demás participaron varios millones de españoles
republicanos para resistir el golpe fascista del 36’.
Esta
insólita decisión fue adoptada por los magistrados Francisco José
Hernando, Francisco Pérez de los Cobos y Pablo Pérez Tremps. Los dos
primeros nombrados a instancias del PP mientras que el último fue
propuesto por el PSOE.
No
deja de sorprender, aunque luego de la defenestración sufrida por el
juez Garzón, en verdad, no tanto, que un magistrado “progresista”
coincida en la apreciación de este caso con Hernando, cuyo pasado al
frente del Consejo General del Poder Judicial es de sobra conocido, y
con Pérez de los Cobos, "autor intelectual" de la última reforma
(contra) laboral del gobierno del PP.