Patricio López y Rodrigo Ruiz
Más allá del ya instalado debate sobre el
contenido político de la abstención, hay otros aspectos que marcarán
estos comicios, los primeros con inscripción automática y voto
voluntario. La existencia de nueve listas no debe llevar al equívoco de
que hay una oferta política amplia y nítida. Ni que las movilizaciones
sociales que desde 2011 remecen Chile han logrado permear las nóminas y
propuestas partidarias, más allá de algunos casos emblemáticos y
excepcionales. Lo que se aprecia más bien, e incluso en las izquierdas,
son alianzas donde el peso de la contingencia ha sido mayor que el de
los procesos de construcción de largo plazo. Y un influjo, inconfesable
por cierto, en función del acercamiento o lejanía de una eventual
candidatura de Michelle Bachelet.
Desde la post-dictadura y por las implicancias de control
territorial que tienen, las elecciones municipales han sido decisivas
para la construcción, al año siguiente, del mapa parlamentario y de la
carrera hacia La Moneda. No importan sólo por sí mismas. Esto nos lleva a
mencionar, en primer lugar, algo obvio pero decisivo: la alianza o
grupo de pactos que gane en el porcentaje global las elecciones
municipales es la que mejor se perfilará hacia las presidenciales de
2014. Por eso contiendas como las de Maipú y Puente Alto son, en el
largo plazo, más importantes que las de las comunas emblemáticas.
Una gran segunda característica, y ya propia de esta elección, es que
en la medida en que la mirada se aleja de la derecha se aprecia una
gran dispersión que explica la existencia de nueve listas. Porque salvo
la de la Alianza por Chile, todas las demás tienen vínculos con ese
espacio inclasificable llamado progresismo.
Por sobre el caso emblemático de la Concertación, que compite en dos
listas, o de otras solitarias como la A –que lidera el concejal de
Peñalolén Lautaro Guanca- o la I –del controvertido Jorge Soria- este
sector muestra, en general, una incapacidad fáctica para construir una
plataforma común, sin que sean fácilmente apreciables las diferencias
ideológicas, de estrategias o de programas. De hecho, y ya entre los
referentes que se definen más claramente de izquierda, se constata una
construcción de listas repentina, sin trayectoria previa, como si en las
alianzas hubieran pesado mucho más el azar o las circunstancias que las
políticas estratégicas.
Se trata de un tema capital, si queremos hablar no solamente de unas
elecciones de alcaldes y concejales, sino de un proceso de construcción
de una alternativa de poder.
La inercia de las elecciones presidenciales, por las razones ya
descritas, opera también como un influjo sobre las decisiones del
presente. Y tenemos la extraña paradoja del perfilamiento
desequilibrante de una candidata, pero de una incertidumbre total
respecto a cuál va a ser su base de apoyo y cuál será su programa. Ahí
es que emergen dos palabras incómodas: oportunismo y necesidad. Por ello
los protagonistas de esta elección muestran, independientemente de si
están más cerca o más lejos, y aunque no lo reconozcan, una tendencia a
actuar en función de “ella”.
Es verosímil entonces leer este proceso no respecto a octubre de
2012, sino en función de noviembre de 2013. En consecuencia, la
verdadera cuenta de los porcentajes que cada lista logrará no es cuántos
concejales obtienen, sino cuál será su capital de negociación para la
constitución de los pactos de mayor escala, con los que se jugará en el
año que se avecina. Tendremos entonces, a partir de estas municipales,
un primer dibujo del futuro.
Escasez de propuestas
El ruido abunda, pero no las ideas. Hay fertilidad de alianzas,
pactos y rostros. Aparentemente una gran oferta, con nueve listas para
decidir entre la A y la I. Las imprentas están a full. Se arman miles de
palomas a toda velocidad. Las elecciones municipales contribuirán a
dinamizar las Pymes y a disminuir las cifras de desempleo. Lo que casi
no hay, eso sí, lo único que falta, es eso que se suele llamar
“programas”. Estudios recientes demuestran que prácticamente no hay
símbolos partidarios ni contenidos en la propaganda, pero sí abundancia
de carteles con la intervención de una de las estrellas de esta
elección: el programa Photoshop, que vuelve a los candidatos más jóvenes
delgados y guapos de lo que en verdad son.
Lo que se esconde son las identidades políticas. La publicidad
electoral hace mucho rato dejó de lado el logotipo del partido político
para remplazarlo por publicidad de bebidas: “¡Refrescante!”, “¡Es
nuestro”, “¡Prefiéralo!”. Cualquier postulante puede calzar con estas
descripciones.
Podría pensarse, quizás, que los programas se sustituyen por las
propuestas concretas de los candidatos, pero eso es sólo el cosismo
instalado por el estilo Lavín años atrás, que en modo alguno resuelve la
necesidad de programas. Y es aquí donde preocupa el talón de Aquiles de
las izquierdas, los progresistas o como quieran autodenominarse: la
falta de modelos de comunidad, de diseños para que los vecinos avancen
colectivamente hacia la consecución de mejores formas de vida. No están,
en general, re-politizando al país, sino que imprimiendo una lista de
promesas para tirarlas por las verjas de las casas.
El programa está encarnado en la gente o es pura palabrería.
Y por ello es muy importante, respecto a las prácticas, revisar el
modo en que se están construyendo los actuales programas,
independientemente de si se difunden o quedan guardados como papeleo
burocrático. Es posible vislumbrar que, en la gran mayoría de los casos y
aún en nombre del pueblo:
1- Se redactan entre cuatro paredes.
2- Tienen la forma de promesas.
3- Intentan coincidir con la sensibilidad de los “sondeos” y no con prácticas comunitarias reales.
Aquí emerge una de las lecciones de la candidatura de Josefa
Errázuriz, cuya disputa con Cristián Labbé es uno de los hechos
políticos y sociales más importante de esta elección. Ella y las
organizaciones que la apoyan ven su postulación como el resultado de un
itinerario de maduración personal y colectivo, que se extiende por 20
años y que construyó el tejido social primero, para decantar en la
oferta político-electoral después.
Por otro lado, las elecciones marcan otra importante carencia. Luego
de varios años de movilizaciones importantes, primero el 2006, luego
desde el 2011 a la fecha, hemos asistido a la formación y desarrollo de
importantes movimientos sociales. Parte de los secundarios ha definido
ya, como veremos más adelante, una posición de discrepante
distanciamiento. Más allá de eso, el resto del movimiento estudiantil,
pero también esos referentes medioambientales y regionales que tuvieron
una fuerte vocación local, no definieron propuestas de sustantiva
novedad en estas municipales.
Aparentemente, en los momentos de mayor definición de la política
institucionalizada, termina imponiéndose la vieja lógica de partidos y
coaliciones que se dicen en crisis, pero siguen reproduciéndose como
maquinarias de poder. Ni en Aysén ni en Pelequén ni en Freirina emergen
proyectos locales que signifiquen alternativas verdaderas a las
dinámicas políticas vigentes. En principio, ello puede estar relacionado
con el peso de los partidos al interior de esos movimientos, desde los
cuales efectivamente han salido candidatos, como también con el carácter
poco politizado de muchas de dichas protestas sociales, que no han
tenido el tiempo o la vocación de constituirse en propuestas.
Inscripción automática y voto voluntario
Éstas serán las primeras elecciones en que se prueba el sistema de
inscripción automática y voto voluntario, lo que es especialmente
relevante en el caso de los menores de 35 años, cuyo porcentaje de
inscritos en el viejo padrón no superaba el 6 por ciento. Lo que ocurra
en ellas no es por cierto definitivo, pero es indicativo al menos de lo
que podría pasar con el comportamiento electoral en las presidenciales
de 2013. A este respecto ya hay un importante sector, representando por
la dirigencia secundaria y que podría ser, más que eso, una expresión
generacional, que ha manifestado su decisión de restarse de modo crítico
del proceso electoral. Expresan de este modo, como plantea la dirigenta
Eloísa González, que su posición es de “un gran distanciamiento, porque
ni las presidenciales ni las municipales son solución a nuestros
problemas”.
Habrá que ponderar, también, de qué modo se expresa una de las
cláusulas de letra chica de la nueva modalidad: el carácter “regresivo”
de las elecciones con voto voluntario donde, según la experiencia
internacional e histórica, las clases populares quedan sub-representadas
en la toma de decisiones, puesto que, al no tener tanta claridad de la
relación entre su vida diaria y las decisiones políticas, se abstienen
en mayor número de concurrir a votar.
No vaya a ser, al revés de la promesa con que se aprobó, que estas
elecciones impliquen menos participación y más desigualdad. Es decir,
menos democracia, justo cuando el país despertó para exigir lo
contrario.
Las dudosas ventajas del voto voluntario
Los países que siempre han tenido voto voluntario tienen menores
niveles de participación que los países que aplican voto obligatorio.
Los más ricos tienen mayor disposición a votar que los pobres. En el
grupo socioeconómico medio alto, un 83,9% manifestó su disposición a
votar, contra un 72,9% del grupo socioeconómico medio y un 68,4% del
bajo. (Fuente: Encuesta Observatorio Político UDP 2011)
Los más jóvenes tienen menos predisposición a votar. En el segmento
de los 18 a 29 años, sólo un 63,3% manifestó que lo haría con modalidad
de voto voluntario, mientras que en los encuestados de 61 años y más, un
80,9% de personas se manifestó afirmativamente. (Fuente: Encuesta
Observatorio Político UDP 2011)
Según el analista Mauricio Morales, resulta preocupante que para
mover a esta gran y nueva masa de potenciales votantes, el factor
económico tenga mayor importancia como medio para “cautivar” a los
nuevos votantes voluntarios, “lo que podría terminar en casos de
clientelismo y de acarreo, sobretodo en los distritos más pobres y con
menor desarrollo humano”.
(http://www.bcn.cl/de-que-se-habla/analisis-del-padron-electoral-con-la-inscripcion-automatica).
(*) Este artículo fue publicado en El Desconcierto N°4, correspondiente a octubre de 2012 (www.eldesconcierto.cl)