Iñigo Díaz
Daniela Ruiz
La dimisión del presidente de la Comisión
Nacional de Acreditación, Iñigo Díaz, debido a su manifiesta aprehensión
al futuro del organismo, ha vuelto a poner en entredicho lo que
sucederá con la cuestionada entidad encargada de velar por la calidad de
la Educación Superior. En conversación con nuestra emisora, Díaz
reconoció que el sistema educacional no ha acompañado el proceso de
masificación de establecimientos con el aseguramiento de su calidad.
La renuncia indeclinable del presidente de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA), Iñigo Díaz, que se oficializó el pasado miércoles,
volvió a visibilizar la crisis que vive la institución que busca
“verificar y promover la calidad de la Educación Superior” en Chile.
El alejamiento de Díaz se suma a la investigación que lleva la
Contraloría y la Fiscalía Oriente contra el ex comisionado, Eugenio
Díaz, por los delitos de cohecho y negociación incompatible, luego que
se denunciara la millonaria asesoría que realizó a la Universidad del
Mar mientras presidía el CNA, y a las acusaciones que hiciera el
destituido secretario general de la entidad, Patricio Basso, quien
responsabilizó de su salida al Ministerio de Educación por haber acusado
lucro al interior de varias universidades.
Pero también se da en medio de una tensa relación con la cartera de
Harald Beyer, después que la secretaría de Estado rechazara la
proposición de la comisión de discutir una ley corta para mejorar los
aspectos más urgentes del Sistema Nacional de Aseguramiento de la
Calidad de la Educación Superior y anunciara una reforma integral,
sustentada en un informe de expertos en educación de la OCDE.
En conversación con Radio Universidad de Chile, el ahora ex
presidente del CNA, Iñigo Díaz, sostuvo que su salida se debió, entre
otras cosas, “a que tengo ciertas aprehensiones sobre el futuro del
sistema”, asegurando que es motivo de su preocupación el hecho que “el
sistema ha priorizado indebidamente la cantidad por encima de la
calidad”.
“Hemos priorizado la masificación, que es bueno, porque hoy tenemos
una cobertura muy alta, casi un 50 por ciento de la cohorte entre 17 y
25 años está en la educación superior. Sin embargo, no hemos ido
acompañado este proceso en calidad. Es un tema que me preocupa y que no
pude tratar con la fuerza que yo quería”, reconoció el también ex
vicerrector de nuestra casa de estudios.
Asimismo, Díaz manifestó su inquietud por el retraso del informe de
los expertos de la OCDE, que debía presentarse en la primera quincena de
septiembre, y -por ende- del proyecto que presentará el Mineduc para
modificar la legislación. “La arquitectura que diseñamos en términos
del análisis del informe de la OCDE, el consenso en ciertos puntos
generales, no sé cómo se va dar y eso me parece delicado”, dijo.
Sin embargo, el académico de la Universidad de Chile, fue enfático en
señalar que la Ley de Aseguramiento de la Calidad debe ser modificada,
atribuyendo sus vacíos a la discusión parlamentaria de la normativa en
2006, donde “obtuvo más de mil 300 observaciones y, ahí, en los acuerdos
legislativos se perdió el sentido de muchos aspectos de la ley”, además
de indicar lo descontextualizada que se encontraría la legislación en
medio del actual debate de la educación en Chile.
En ello coincidió el director del Observatorio Chileno de Políticas
Educativas de la Universidad de Chile (Opech), Jesús Redondo, quien
señaló que el futuro de la Comisión Nacional de Acreditación, depende
justamente de las modificaciones que se hagan de la legislación, pues
sin ellas el organismo seguirá siendo cuestionado.
“Le falta la herramienta que el sector político no ha generado, un
modelo de acreditación realmente serio y exigente. Lo que requiere más
urgencia es la ley de acreditación, porque en la medida que ésta
posibilite otro modelo, la comisión va a poder reajustarse, pero por
mucho que cambie la comisión si la legislación que tiene que aplicar es
tan light como la que está hoy, no sé si merece la pena hacer cambios en
la comisión nacional”, explica Redondo.
Finalmente, Iñigo Díaz, recalcó que se debe avanzar en cambios
estructurales que permitan a la comisión trabajar con mayor eficacia,
afirmando, por ejemplo, que el presidente del CNA no tiene dedicación
exclusiva para el organismo ni tampoco una remuneración fija, sino que
una dieta por sesiones asistidas. “La arquitectura, en general, de la
comisión es lo que hay que modificar y yo esperaba que eso se hiciera en
la discusión de esta nueva ley, cosa que no ocurrió”.